Opiniones
|
3 de octubre del 2003
La Questione Sociale
Mabel Bellucci
En 1895, en ese Buenos Aires tan atónito como fascinado por la polifonía inmigratoria, aparece el folleto Propaganda anarquista entre las mujeres impreso por la colección editorial "La Questione Sociale". Este espacio dispone de una biblioteca y también de una librería con todo tipo de publicaciones- libros, folletos, revistas y periódicos- en diferentes idiomas así como de una revista sociológica bajo ese mismo nombre. Esta necesidad de repetición enunciativa no es azarosa: en Europa "La Questione Sociale" representa un símbolo emblemático, en el cual se identifican todas aquellas producciones de cuño ácrata.
El objetivo fundante de dicho círculo en nuestro país, es propagar- con fervor y de manera interpelativa- el ideario anarquista entre los trabajadores fabriles desde el arribo, una década atrás, de Errico Malatesta a la Argentina.
El accionar de "La Questione Sociale" se financia mediante la suscripción espontánea.
De allí, que se pida una colaboración solidaria con esta serie de proyectos culturales, ya que sin el apoyo activista no podrían sostenerse en el tiempo.
En cuanto a la Propaganda anarquista entre las mujeres está firmada por la librepensadora italiana Ana María Mozzoni. La aparición de su nombre genera un interrogante aún sin respuesta. Cabe la posibilidad que ella haya pasado fugazmente por Buenos Aires y tomó contacto con los grupos ácratas locales. Otra probabilidad es que dicho folleto se tradujo de la lengua original al castellano. Lo cierto es que tanto una como otra hipótesis no alteran la condición de su autoría.
Ana María Mozzoni, tras la unificación de Italia en 1870, impugna fuertemente los modos discriminatorios hacia las mujeres que se refuerzan en el naciente estado. Para esta librepensadora, la democracia y liberalismo deben medirse de acuerdo a la capacidad para integrar a sus pares. Vale decir: ciudadanas y participantes plenas a través de la conquista del derecho al sufragio como también del ingreso al sistema educativo.
En 1892, se incorpora al Partido de los Trabajadores Italianos que, de inmediato, se transforma en el Partido Socialista, del cual ella es una de las fundadoras.
Los títulos de Propaganda anarquista entre las mujeres son los siguientes:
"A las hijas del pueblo, A las muchachas que estudian, La religión y la cuestión social, A las proletarias, De próxima publicación: Un episodio de amor en la colonia Cecilia, Perché siamo anarchici, A las jóvenes, Conversaciones anárquicas sobre la familia y el amor libre".
Evidentemente, los mismos hablan de una irrupción iniciática de la cuestión femenina en la narrativa de la época, que se vincula con la aparición de sus nuevo roles en el mercado de trabajo tanto formal como informal. Así, se configura una retórica en torno a la explotación inhumana de las obrera fabriles pero también emergen expresiones de un malestar anclado en la vida privada que se adelanta al horizonte mental imperante. En líneas generales, su autoconvocatoria cruza demandas urgentes y puntuales con intentos rupturistas de las costumbres clásicas, apuntando a la creación de un orden nuevo.
En estos términos, gira la presentación del folleto: "... con el objeto de propagar las ideas emancipadoras entre nuestras compañeras de trabajo y de miseria, la redacción de La Questione Sociale, se propone publicar una serie de folletos especiales para la propaganda entre las mujeres, en los que se tratarán todas aquellas cuestiones que tienen relación directa con la emancipación económica, política y religiosa de la mujer. Dichos folletos se repartirán gratis y serán costeados por suscripción voluntaria. ¡ Mano a la obra compañeras ¡ Buenos Aires, Abril de 1895"
Cabría pensar que dichos enunciados también demuestran interés por evidenciar las condiciones específicas de subalternidad femenina dentro del modelo familiar autoritario y patriarcal. Institución, por cierto, que influye directamente sobre las expectativas de las mujeres de sectores populares ya que constituir una familia representa el proyecto central de sus vidas. En esta dirección, emerge una mirada anticipatoria de situaciones concretas de dominación doméstica y privada. Al respecto, se dirá:
"La anarquía defiende la causa de todos los oprimidos y por esto y de un modo especial defiende vuestra causa, ¡ oh mujeres ¡ doblemente oprimidas por la sociedad presente. En realidad, vosotras sois esclavas tanto en la vida social como en la vida privada".
Sin paliativo alguno, este folleto desnuda las formas de violencia a las que son sometidas las mujeres pobres tanto por las golpizas y maltratos recibidos por parte de sus cónyuges como por la experiencia de dolor durante el parto.
Uno de sus puntales fundantes significa manifestarse con un tono grandilocuente que avanza más allá de los propios límites históricos.
"Queremos libertaros de la codicia del patrón que os explota, de las asechanzas del cura que os llena el cerebro de supersticiones, de la autoridad del marido que os maltrata, de las nefandas preocupaciones que os oprimen.
Si vosotras anhelaís por la completa extirpación de todas estas injusticias de las cuales vosotras, oh mujeres, sois las primeras víctimas y mártires, venid con nosotras, combatid en nuestras filas, sed nuestras compañeras de lucha y amor. Venceremos"
Es posible que, en buena medida, estas posiciones develadoras de opresiones no visibilizadas como tales, evoquen fuertes rememoranzas de las premisas de la pensadora Flora Tristán, al decir , en 1843, en Prensa Unión Obrera :
"Si sois proletarias, tenéis dos tiranos: el hombre y el patrón. Si sois burguesas, se os deja solamente la soberanía de la frivolidad y de la coquetería. El hombre - ya sea padre, ya esposo, ya hermano - no es por ley y costumbre vuestro amigo y compañero: es dentro y fuera de la familia el dueño de la mujer, aunque él, a su vez, sea esclavo de otro hombre".
Tomando el presupuesto de Beatriz Sarlo que señala que " los textos forman al actor social" la aparición de esta producción responde más a inquietudes y compromisos de su autora que a un movimiento de obreras organizadas dispuestas a apropiarse del saber y de la escritura contestataria.
Al abordar Propaganda anarquista entre las mujeres, se hace sentir de hecho el diálogo con una lectora implícita más que el fenómeno de una práctica cultural sobre las apropiaciones textuales. No cabe duda de la formación de un incipiente electorado moderno femenino pero el grueso de sus potenciales interlocutoras, supuestamente está integrado por analfabetas o parcialmente alfabetizadas- sean inmigrantes o migrantes, obreras industriales o informales- . En esa dirección, los diversos modos para acceder a la cultura escrita es mediante la lectura silenciosa o en voz alta, individual o colectiva, dirigida o independiente.
En cuanto a la autoría, se hace del lenguaje una herramienta fundamental para denunciar como para demandar y, por ello, los medios gráficos en general adquieren el carácter de documento político. Notable paradoja: sus provocativos enunciados poco o nada tienen que ver con esas imágenes epocales de un contingente de obreras subordinadas a las lógicas del mundo fabril y doméstico, ya que la osadía de tomar para sí el uso de la palabra es lo que permite que las estudiemos en la actualidad.