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Opiniones

20 de mayo de 2003

Filosofía y política
Postmodernidad y Antiglobalización

Simón Royo Hernández
Rebelión

Publicado el original francés en 1980 el libro más importante de Gilles Deleuze, lejos de las posibles interpretaciones socialdemócratas actuales de Fernando Savater y José Luis Pardo, predecía con talento profético la guerra imperialista con que ha finalizado el siglo XX y empezado el XXI, la guerra de Bush en busca del petróleo y de la dominación mundial, la movilización "de la máquina de guerra mundial" una vez derrotado el comunismo y reemplazado por la cruzada antiterrorista. Declaraba, además, claramente, su posición favorable a las minorías (como los vascos, los palestinos o los judíos sin tierra) y señalaba que el problema fundamental estribaba tanto en "acabar con el capitalismo" como en "redefinir el socialismo", motivos de que se mencionasen en ese esencial capítulo 13 de Mil Mesetas los trabajos de Toni Negri:
"Se puede predecir que los próximos problemas de la economía, que consisten en volver a formar capital en relación con nuevos recursos (petróleo marino, nódulos metálicos, materias alimentarias) no sólo exigirán una redistribución del mundo que movilizará la máquina de guerra mundial y opondrá sus partes en función de los nuevos objetivos; también se asistirá probablemente a la formación o reconstitución de conjuntos minoritarios, en relación con las regiones concernidas (…). Si las minorías no constituyen Estados viables, cultural, política, económicamente, es porque ni la forma- Estado, ni la axiomática del capital, ni la cultura correspondiente les convienen (…). Al mismo tiempo el problema de las minorías es más bien acabar con el capitalismo, redefinir el socialismo, constituir una máquina de guerra capaz de responder a la máquina de guerra mundial, con otros medios" (Gilles Deleuze & Félix Guattari Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos. Valencia, 1988. Cap.13: «7.000 a.J.C. Aparato de Captura», pág. 475).
Luego no sólo se trata de destrucción, no sólo se trata de destruir el capitalismo, sino también de construcción, de "redefinir el socialismo", no sólo se trata de deconstruir lo subsumido, de liberar lo dominado, o de llorar por lo perdido; sino, sobre todo, de "constituir una máquina de guerra capaz de responder a la máquina de guerra mundial". Se trata entonces de, nada más y nada menos, que constituir organizaciones capaces de hacer frente al capitalismo, pero "con otros medios". Y es en esos otros medios donde estriba el problema. ¿Cómo hacer frente a una máquina de matar sin matar? ¿Cómo enfrentarse a los asesinos sin convertirse en asesino? ¿Cómo organizar un mercado que no sea capitalismo? ¿Cómo llevar a cabo una política y forjar una sociedad que no sean las correspondientes al capitalismo? ¿Cómo definir un Estado que no sea el de la represión?…
Las respuestas a los "otros medios" van surgiendo sobre la marcha, al redefinirse posibilidades de socialismo democrático, de comercio justo, de trueque, de colectivización, de cooperación, de lucha política y hasta de lucha armada. Cierto que en los 23 años que hace que Deleuze y Guattari escribieron lo que hemos citado no se ha producido aún esa redefinición socialista, pero esa máquina de guerra con la que enfrentar al capitalismo sí que ha empezado a constituirse, es la que vemos en el movimiento heterogéneo que conocemos como Antiglobalización, que viene a sumarse, no a oponerse, a las clásicas formas de lucha (partidos y sindicatos, pueblos y culturas) en un nuevo frente contra el terror de la mercantilización.
El libro Imperio de Toni Negri y Michael Hardt, ha sido un intento de contribuir a esa redefinición del socialismo aún pendiente y de dar a la máquina de la Antiglobalización un contenido programático del que todavía aún carece. El choque con el socialismo clásico ha impedido esa "constitución" de un contenido unánime para el entorno de la Antiglobalización, contenido que ya cuenta, al menos, con la oposición al capitalismo desde todas las formas posibles, como principio de comunidad política.
Pero hay tres motivos para desconfiar de que la línea Marx-Deleuze-Negri sea la que nos permita redefinir el socialismo, destruir el capitalismo y constituir una nueva sociedad: 1º Su vocabulario rompe con la tradición hegeliana y se acerca peligrosamente al idealismo, pues no basta con la micropolítica, no basta con cambiar la forma de hablar y de escribir para cambiar el mundo en el que se habla y se escribe. (Hay un riesgo real aquí de diluir la filosofía política en un nuevo género literario). 2º Su predilección por la deconstrucción frente a la constitución y construcción deja a la postmodernidad, de la que forma parte eminente el programa que comentamos, ante el riesgo, relacionado con el idealista anterior, de convertirse nada más que en la ideología del capitalismo, como bien ha visto el propio Negri: "el postmodernismo es, sin embargo, la lógica con la que opera el capital global" (Michael Hardt & Antonio Negri Empire. Harvard University Press 4ª, 2001. 2.4. Symtoms of Passage: The Ideology of the World Market, p.151). Y 3º Su falta de precisión y carencia de propuestas abre la posibilidad de la asimilación capitalista de esta línea de la postmodernidad, tanto al considerarla desde el punto de vista de la crítica ultraliberal a toda forma de regulación estatal, como al considerarla, desde el punto de vista, de la admisión socialdemócrata de la inevitabilidad del mercado.
El resultado de quedarse permanentemente en la pataleta adolescente sin entrar nunca en la verdadera lucha, que no es la de destruir y criticarlo todo sino la de arriesgarse a constituir y proponer algo, es el que se obtiene cuando el postmodernismo toma a Marx y lo diluye en su terminología evanescente. Y es que lo que ha de hacerse es lo contrario, partir de la fuerza productiva de Marx, enriqueciéndola con perspectivas nuevas y adaptándola a la actualidad. Como ya indicó Felipe Martinez Marzoa en 1983, fecha del centenario de la muerte de Marx, una vez que se haya recuperado el estudio de El Capital para la contemporaneidad se verá que: "Marx resultará ser el legítimo heredero de Kant y Hegel, y el pariente próximo de Nietzsche" (Felipe Martínez Marzoa La filosofía de "El Capital". Editorial Taurus, Madrid 1983. VII: «La noción de una ontología y nuestra lectura de Marx», p.103). Ha de ser con las categorías de Marx en primer plano, desde los dos siglos de tradición teórica de la izquierda en la mano, con lo que, más heideggeriana que deleuzianamente, se podrá llegar a una redefinición teórico-política del socialismo.