El papel de la memoria histórica en la refundación comunista
José Mª Pedreño
Rebelión El dolor de la izquierda
Frías calaveras ensombrecidas,
traspasadas por balas como agujas.
Agujas que se clavan como balas
en la carne de quien un sueño tuviera.
Blancas calaveras
enterradas en cualquier cuneta,
de cualquier camino,
de la península Ibérica.
Sesenta y seis años y un día de condena.
Sesenta y seis años de lágrimas retenidas.
Sesenta y seis años y, al final, mas tristeza.
Tristeza de hombres e ideas
que aunque quieren volver, no regresan.
Tristeza de fantasmas que vagan, entre tinieblas,
buscando una luz roja que ilumine la tierra.
Clamor de banderas al viento,
banderas rojas, banderas negras.
banderas tricolores,
perdidas en la niebla.
Sueños rotos por la pólvora,
pesadilla de yugos y flechas,
infierno dantesco de svásticas,
cadenas y guerra.
Es el dolor de la izquierda
que perdida entre tinieblas
busca sus viejas banderas
y no las encuentra.
Espinosa de Cervera (Soria). Ante una fosa común 7 de septiembre de 2002
Las quince tesis de Bertinotti vienen a sintetizar, y condensar, lo que muchos de nosotros veníamos planteando desde hacía tiempo: la idea de una refundación de la izquierda a escala europea. Bertinotti trata de aportar las bases teóricas sobre las que recomponer la izquierda, en el ámbito global, en este momento histórico. Su objetivo es el de orientar el debate hacia la creación de un marco unitario para encauzar todo el movimiento anticapitalista en la misma dirección. Si bien, sería necesario realizar un debate más amplio sobre los planteamientos de Bertinotti y seguramente sus quince tesis podrían ser ampliadas o modificadas tras un debate riguroso-, en lo que sí estamos de acuerdo, al menos muchos de nosotros, es en la idea de una refundación. Por que lo que nuestro camarada italiano plantea no es que aceptemos sus quince tesis -que pueden ser más o menos acertadas, más o menos discutidas-, sino la idea, o el concepto, de que hay que crear unas premisas políticas básicas para la construcción de los nuevos marcos organizativos de la izquierda del siglo XXI.
Bertinotti nos está arrojando un guante ideológico para que iniciemos el debate y tratemos de poner sobre la mesa cuales son esas premisas básicas que puedan dotar de verdadera unidad a la izquierda y posibilitar la construcción de lo que serán las organizaciones del siglo XXI.
La situación no es, desde luego, la más óptima. Mientras el capital se muestra más fuerte y unido que nunca, nosotros parecemos desintegrarnos en miles de moléculas. El número de fracciones ha llegado a colapsar las cosas, de tal modo, que cualquier acción unitaria, enfocada en la misma dirección, se hace casi imposible. Las convocatorias de lucha, realizadas por un interminable número de siglas, se han transformado en el escaparate de la desunión de la izquierda transformadora y no en una acumulación de fuerzas, como algunos de los pseudo dirigentes de esas micro organizaciones nos quieren hacer creer. Por eso, cualquier apuesta acertada o equivocada que trate de hacer aportaciones en positivo para que, entre TODOS, podamos salir de esta "ratonera" en la que nos encontramos, debe ser valorada con el máximo respeto, estudiada, analizada, debatida, enriquecida y puesta en práctica. Cuando esta propuesta viene de la mano de un dirigente de la talla de Bertinotti, hablando en nombre del Partito della Rifondazione Comunista, debe ser tratada, además, como una mano tendida para que nos sumemos al debate y a la búsqueda del camino para la unidad. Por que sin debate no hay enriquecimiento ideológico, sin ideología no hay acción política eficaz, sin acción política eficaz no hay posibilidad de unidad y sin unidad seguiremos siendo los restos dispersos de una derrota, cada vez más afectados e integrados en la cultura dominante. Parecemos pequeños comerciantes haciéndonos una competencia salvaje, los unos a los otros, mientras nos ponen un hipermercado en el barrio.
Los estados nacionales han perdido soberanía en favor de entidades supranacionales, la mayor parte de las grandes decisiones económicas, políticas y culturales se toman en ámbitos distintos a los estatales. La capacidad de propuesta de las organizaciones de izquierdas se ve constreñida a esta situación, dificultando la posibilidad de generar políticas que no estén sometidas a los mandatos de estas instituciones supranacionales. Estas entidades (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Comunidad Europea, etc) están controladas por opciones políticas defensoras de las multinacionales que son, en realidad, quienes mandan e imponen sus criterios. La imposibilidad de hacer otro tipo de política en el ámbito estatal o local, ha provocado que sean difíciles de distinguir unas opciones de otras, creando cierta uniformidad, dando la sensación de que el neoliberalismo es la doctrina aceptada por todos de forma consensuada y que la búsqueda del centro político se haya transformado en una constante. La desideologización de las organizaciones, como consecuencia de esta situación, es parte fundamental de esta la crisis de la política que, en la actualidad, se ha transformado en la capacidad de gestionar lo que viene impuesto desde afuera.
En esta crisis confluye, también, el desenlace de la lucha de clases desarrollada en el siglo XX que se saldó con una derrota para las clases dominadas. Bertinotti está poniendo como causas fundamentales de la crisis de la política la globalización capitalista y la caída de la URSS. En España la situación se agrava debido a que la clase trabajadora de nuestro país ha sufrido tres grandes derrotas: la guerra civil, la transición (que se hizo bajo los planteamientos y la dirección de los fascistas vencedores en la guerra civil) y la caída de la URSS. La idea de refundación, para nosotros, pasa necesariamente, por tanto, por un profundo debate sobre las tres grandes derrotas sufridas, sus causas y consecuencias, y nuestro papel en las mismas, asumiendo y corrigiendo, en la medida de lo posible, los errores u omisiones cometidos. La derrota del fascismo, tal como ocurrió en el resto de Europa, es una tarea pendiente. Obviamente, transcurridos 28 años desde la muerte del general Franco, no podemos ya derrotarlo en el plano militar, pero sin en el plano ideológico y cultural mediante la recuperación de la memoria histórica. Una recuperación de la memoria histórica que sea capaz de demostrar la equiparación entre los fascistas españoles, los fascistas italianos y los nazis alemanes nos acercará al resto de los camaradas europeos. La recuperación de algunas de las reivindicaciones históricas, aún vigentes, de la izquierda española, mediante un estudio serio y un gran debate sobre la transición, y el papel de la izquierda en la misma, debe ser otro de los objetivos a cubrir. El debate, aún sin hacer, por parte de toda la izquierda europea sobre la caída de la URSS, debe ponerse en el guión de la refundación a nivel europeo.
Hay un elemento que Bertinotti no menciona de forma explícita y que es tan importante como la globalización y la derrota. Se trata del empobrecimiento ideológico de las clases dominadas y el fortalecimiento, en el mismo aspecto, de las dominantes a través del uso del neoliberalismo de forma ortodoxa y doctrinaria, impregnando a una buena parte de la izquierda política. Todos sabemos que la lucha de clases se desarrolla en diversos frentes, uno de ellos, quizás el más importante, es el ideológico-cultural. Si queremos refundar la izquierda debemos fortalecer ideológicamente las organizaciones para ser capaces de volver a superar el pensamiento neoliberal. El conocimiento de la obra de los grandes pensadores neoliberales, tales como Hayeck y Friedman, para poder hacer una crítica de sus planteamientos, anularlos y superarlos en el terreno ideológico es fundamental. No sólo hay que conocer, analizar y combatir los efectos del neoliberalismo, sino que hay que atacar directamente sus propios fundamentos filosóficos. El ataque a la base ideológica del enemigo de clase es una de las líneas maestras de la lucha cultural. Su análisis crítico nos daría capacidad para reconstruir nuestra teoría revolucionaria en el terreno de las ideas para volver a superar en lo ideológico al enemigo. El marxismo superó al liberalismo clásico, no sólo por la capacidad de Marx para analizar la realidad de su momento histórico, sino por la destrucción sistemática de todos sus fundamentos filosóficos. El análisis de la realidad, unido a la crítica de los fundamentos teóricos que sustentaban ideológicamente a las clases dominantes de su tiempo, dio como resultado un cuerpo doctrinario que permitió, unas décadas más tarde, que triunfase el proceso revolucionario en Rusia. Para hacer resurgir un nuevo flujo revolucionario tenemos que, por un lado, seguir analizando la realidad actual, oponernos en lo concreto a las actuaciones de los neoliberales y, por otro, destruir las principales bases arguméntales de los grandes teóricos neoliberales. Se trata pues, no sólo de refundar la izquierda, sino de refundar la ideología.
Veníamos anunciando, en anteriores escritos, que las relaciones de producción han variado poco, es decir, han tenido un menor desarrollo que las fuerzas productivas. No estamos hablando de variación en las relaciones sociales de producción, sino en el modo de producción. Seguimos hablando de dominados y dominantes, de propietarios de los medios de producción y asalariados, lo que varía es el modo de organización de la producción y, por tanto, lo que Bertinotti apunta es la necesidad de la refundación para dar una nueva forma orgánica a la lucha, adaptándola a las nuevas formas concretas de alienación y explotación. Para llegar a estas conclusiones se hace necesario recuperar la memoria histórica de cómo se desarrolló la explotación y de la respuesta orgánica que las clases dominadas dieron a las formas concretas de esa explotación. En esto se hace fundamental el estudio de las organizaciones de clase y el desarrollo de la sociedad civil antes, durante y después de la guerra civil y sus relaciones con las organizaciones de otros países.
Los ciclos históricos, evaluados como procesos de acción-reacción, vistos como flujos y reflujos revolucionarios, nos permiten ver la situación real de los acontecimientos en su momento histórico. En el actual, las formas de organización del poder surgidas del equilibrio entre el bloque socialista y el capitalista después de la II Guerra Mundial, van siendo sustituidas o adaptadas al mundo unipolar. Nos encontramos en un reflujo revolucionario con una situación comparable a la Europa de Metternich, en la que las potencias absolutistas europeas daban al traste con cualquier intento emancipador (véase la intervención de los cien mil hijos de San Luis para acabar con los liberales españoles en 1823). La radicalización del capitalismo, en este sentido, pone en entredicho las afirmaciones de la socialdemocracia respecto a que los socialistas han conseguido civilizarlo. Lo que servía de barrera de contención era la existencia de la URSS. El control por parte del capitalismo de todos los organismos supranacionales obliga a que el problema de la transformación capitalista tenga que ponerse en el ámbito mundial.
Analizar las relaciones del movimiento obrero con el movimiento de crítica a la globalización capitalista, en cuanto a fenómeno de valor estratégico, obliga a estudiar otros fenómenos similares, tales como el movimiento antifascista que se generó a nivel mundial en los años treinta. Éste era de carácter interclasista y supuso, también, un fenómeno de valor estratégico en la lucha anticapitalista. Si somos capaces de interpretarlo desde el punto de vista de la lucha de clases tenemos uno de los principales recursos para la refundación.
La guerra infinita es la base que sustenta la globalización capitalista y el imperialismo, al igual que la guerra era la base que sustentaba el nazi-fascismo. La lucha contra la guerra, como expresión de la globalización, es la lucha contra la globalización capitalista. El estudio y el análisis de otros procesos históricos imperiales nos pueden ayudar a descubrir el camino para encontrar el eslabón más débil de la cadena de poder del nuevo ordenamiento imperial. Recuperando la memoria histórica de lo que fueron las guerras europeas del siglo XX, analizándolas desde el punto de vista del materialismo histórico, aprenderemos a conocer como el imperialismo siempre enmascara sus guerras con causas distintas a las que realmente persigue.
En definitiva, la Recuperación de la Memoria Histórica, desde todos los puntos de vista, se hace necesaria para la refundación. Primero, como elemento de lucha ideológico-cultural, segundo, para documentar los procesos históricos tales como la lucha de clases a lo largo del siglo XX, la transición o la caída de la URSS, tercero, para analizar las formas orgánicas del movimiento obrero y la sociedad civil, cuarto, para situar las luchas actuales en su momento histórico, quinto, para conocer la importancia de la ideología, en cada uno de los procesos, como elemento fundamental en la lucha de clases y, por último, dado que la Historia afectó directamente la vida de miles de familias, para sumar a miles de personas a la lucha cultural, construyendo sociedad civil, sumando fuerzas al bloque histórico y ganando hegemonía cultural.