7 de agosto del 2003
Acerca del pensar por sí mismo, el estado y la democracia
Malime
Rebelión
Los seres humanos somos parte material del complejo mundo material en el que
nacemos, y nos desarrollamos. Parte de la naturaleza orgánica e inorgánica,
sobre la que influimos y nos influye mediante la interrelación dialéctica
que mantenemos durante toda nuestra existencia como especie humana. Somos seres
sociales que desde nuestra individualidad nos necesitamos humana y ecológicamente.
En el complejo mundo desarrollado en el que vivimos sería imposible disfrutar
individualmente (por algunos) de los bienes generados socialmente, si no existiesen
unas relaciones sociales basadas en la explotación del hombre por el
hombre. Lo que impide a todas las personas el disfrute colectivo e igualitario
de esos bienes generados gracias al concurso laboral de todos los seres humanos
que intervienen en el proceso productivo. Solo unas relaciones basadas en el
derecho democrático de todos los seres humanos, desde la igualdad, y
el respeto mutuo, sin ninguna discriminación social, económica,
cultural y política que lo impida permitirá el verdadero ejercicio
de la democracia y de un desarrollo sostenido. Un desarrollo humano y ecológico
que impida la autodestrucción a la que nos vemos abocados desde el actual
sistema de dominio ejercido por el capitalismo oligárquico y depredador,
representado por el capital financiero y de las multinacionales.
Somos seres sociales en constante contradicción con nosotros mismos y
nuestro entorno, condicionados a cometer errores cuando nos plantamos analizar
los problemas del mundo existencial desde nuestra individualidad, sin vernos
como seres sociales, como parte aislada de nuestro entorno humano y de la naturaleza,
cuando lo hacemos desde el estrecho marco del instinto primitivo animal de supervivencia,
y prevalece este sobre nuestra capacidad de conocimiento, cuando no ejercitamos
la capacidad cerebral actual dotada de una compleja maquinaria, y de la herencia
histórica acumulada que nos ha permitido llegar al actual nivel de desarrollo
científico que nos permitiría conocer las causas que dan lugar
a los problemas que padece el mundo. El actual nivel de desarrollo cerebral
con capacidad de abstracción y pensamiento para poder analizar el complejo
mundo que nos rodea y que nos influye, nos puede determinar negativamente si
ignoramos o no tenemos suficientemente en cuenta el complejo entorno en que
vivimos. La visión individualista nos impide el desarrollo de las ideas
para lograr proyectos colectivos, nos impide la comunicación y el entendimiento
incluso entre los más cercanos ideológicamente para que mediante
las aportaciones individuales de cada uno se conviertan en ideas colectivas
que nos permitan el necesario desarrollo político, y el necesario proceso
revolucionario de transformación económica y social que acabe
con el caos actual.
El pensamiento particular, en absoluto lo es exclusivamente particular, propio,
es producto de la experiencia histórica acumulada, de la influencia del
medio en que nos desenvolvemos. Nos comunicamos, nos transmitimos pensamientos
que tienen un soporte de experiencia histórica acumulada, lo que contribuye
al mismo tiempo al proceso histórico cuando las ideas se hacen colectivas
y se plasman materialmente. El nivel de desarrollo científico y tecnológico
conseguido es producto de la aportación científica acumulada a
lo largo de la historia, una forma de manifestación social de la ciencia
aportada por los seres humanos que nos precedieron.
Conviene considerar, que, el pensar por si mismo puede ayudarnos a una comprensión
de las causas que originan los fenómenos, pero no determina que sea objetivamente
correcto el análisis realizado desde nuestra individualidad. El pensar
por si mismo, es una necesidad, pero dada la complejidad del desarrollo científico
y social al que hemos llegado para que sean objetivas y realizables las ideas,
es preciso, además, pensar con los demás, compartir y discutir
nuestras opiniones con los demás.
Bien es cierto que el medio dominante adverso influye negativamente en el conjunto
de la sociedad y hace que aun siendo objetivamente correctas algunas ideas personales,
al chocar con ese poderoso medio, cuando no se dispone del medio necesario con
el que contrarrestarlo pueden ser rechazadas por la mayoría de la sociedad,
e incluso por parte de los que consideramos más cercanos ideológicamente.
Es muy difícil evadirse de la influencia filosófica idealista
dominante que influyen en nuestras relaciones y comportamientos personales.
Manifestamos con mucha frecuencia nuestra contradicción entre lo que
pensamos y lo que hacemos. Ese error se manifiesta con frecuencia al analizar
los problemas políticos, solemos personalizar nuestras críticas
sin tener en cuenta el medio, el entorno, incluso histórico de las causas
que los provocan, no tenemos en cuenta el medio que determina que las personas
actúen equivocadamente, antisocialmente, inhumanamente, animaladamente.
Es imposible, por poner un ejemplo personalizando, que Bush pueda actuar de
forma diferente a la que actúa conociendo su educación, su historia
familiar, la de su padre, la de su abuelo, vinculados a la industria petrolera,
lo que llevó a este último a realizar negocios suministrando carburante
a Hitler durante la II Guerra Mundial. Vemos el enemigo personalizado, pero
nos ofuscamos, nos incapacitamos para atacar la raíz, la causa objetiva
del problema. En el fondo manifestamos la influencia idealista dominante, el
insulto, el instinto primitivo individual terrorista que albergamos de querer
acabar con su vida y que da lugar a nuestro desahogo personal y manifestación
de impotencia social, que termina convirtiéndose en inconsecuencia política,
que nos impide vernos socialmente unidos, hermanados solidariamente en torno
a una alternativa política y organizativa que permita acabar con las
causas que dieron lugar a tantos Bushes a lo largo de la historia.
La plasmación de las ideas en proyectos políticos con proyección
social requiere tener en cuenta lo que en dialéctica se denomina praxis,
teoría, interrelacionada y constatada en la práctica. Desde el
momento que tiene lugar la elaboración teórica, la praxis establece
la comunicación con los demás, la organización para el
debate teórico y práctico. Cuando el proyecto es político
y social, que abarca al conjunto de la sociedad, se tiene que establecer una
forma de organización que permita la democracia directa y participativa
del conjunto de la sociedad, sin cuya participación, en las actuales
circunstancias es imposible que triunfe y se mantenga el necesario proyecto
revolucionario que acabe con el caos capitalista.
Al mismo tiempo que elaboramos teoría analítica crítica
sobre el momento político, lo estamos realizando imaginariamente dentro
de un contexto organizativo que nos permita la comunicación y la acción,
donde las ideas puedan plasmarse, materializarse en beneficio colectivo, estamos
estableciendo organicidad práctica, unidad social y política en
torno al proyecto de transformación social. Una especie de estado imaginario
con unas reglas de funcionamiento, una democracia directa y participativa permanente,
desde un determinado medio organizativo, donde, desde abajo, se pueda proponer
hacia arriba las opiniones y los acuerdos colectivos, las ideas individuales
que al constatarse con los demás se hacen colectivas y permite la constante
ampliación del proyecto organizativo revolucionario. Cada uno desde su
medio natural, desde su experiencia particular manifiesta teoría sobre
lo que conoce o interpreta del medio en que se desenvuelve, y lo comparte colectivamente,
se organiza con los demás miembros de su condición y medio social
para criticarlo y transformarlo. Desde abajo hacia arriba, de forma natural,
vemos como ascienden los proyectos teóricos y organizativos, así
mismo se piensa como elegir a los comités superiores de gestión
a los delegados que nos representen. La democracia directa y participativa desde
abajo vista por el conjunto de los sectores sociales afectados, que nos permita
el proceso revolucionario de cambio social.
Ningún proyecto revolucionario que afecta a la mayoría social
puede tener lugar sin la participación consciente y directa de las clases
populares objetivamente interesadas en el proyecto de cambio social, sobre todo
para que la nueva clase dominante pueda administrarlo, disponga de los instrumentos
organizativos necesarios una vez que la revolución ha triunfado y mandado
al basurero de la historia al viejo régimen.
Hoy día se dan mucho más que en épocas anteriores las condiciones
objetivas para el triunfo de la revolución socialista, en su caminar
hacia la sociedad comunista. Pero estamos mucho más retrasados en cuanto
a las condiciones subjetivas, a la necesaria cohesión ideológica
que permita la elaboración del proyecto político y organizativo.
Las contradicciones existentes entre los diferentes sectores burgueses, afecta
incluso a la minoritaria oligarquía. La crisis del sistema capitalista
es tan profunda que se manifiesta abiertamente a nivel internacional. Lo hemos
podido comprobar en la guerra contra Iraq, el enfrentamiento entre la vieja
Europa y el moderno imperialismo capitaneado por EE.UU. donde la batalla oculta
por el control de ese bien energético que es el petróleo y el
gas natural, cuyo fin está próximo, ha liquidado el formalismo
democrático internacional representado en Naciones Unidas. Las contradicciones
entre la minoría oligárquica y el resto de la sociedad se han
agudizado profundamente, sobre todo con los sectores populares y la pequeña
burguesía abocada a la proletarización.
La aparente tregua en el enfrentamiento, apoyando la legalización de
la ocupación de Iraq, debemos entenderla como una tregua necesaria dada
la realidad objetiva representada por el poder armamentístico de EE.UU.
La carrera armamentística toma un nuevo impulso, los oligarcas europeos
se plantean la necesidad de su propio euroejército con el que poder confrontar
al del imperialismo norteamericano, y poder mantener un tú a tu con ellos.
Al mismo tiempo se esta produciendo un proceso de restricción de las
libertades formales nacionales y reforzamiento de la represión interior
con medidas a través de los aparatos judiciales y policiales del estado
bajo la excusa del nuevo fantasma que recorre el mundo, el terrorismo, que el
poder mediático no deja un solo instante de publicitar. Como si el terrorismo
individualista o el que practican algunos colectivos fuera un fenómeno
al margen del terrorismo que provoca el estado capitalista en su fase de opresión
superimperialista.
Todas esas medidas de recortes en las libertades formales y de reforzamiento
de los aparatos represivos interiores, aparte de la excusa terrorista, tienen
una causa real, impedir la alternativa revolucionaria popular. Hoy más
que nunca se dan las condiciones objetivas para que los sectores populares liberadas
de las ataduras ideológicas a las que se encuentran sometidos, puedan
administrar directamente el poder y asegurar el funcionamiento de los centros
de producción, servicios sociales, educacionales, etc., al día
siguiente de la toma del poder.
Existe a pesar de las diferencias económicas, técnicas, culturales
e ideológicas, una base social profesionalmente preparada en la que apoyarse
el proceso revolucionario socialista, que teniendo en cuenta las diferencias
no antagónicas de los diferentes sectores populares permita administrar
el poder, y hacerlo funcionar. Sin dejar de atender la realidad y los intereses
particulares de los miembros que componen los diferentes sectores populares.
La inmensa mayoría de los centros de producción podrían
seguir funcionando al día siguiente de la revolución socialista,
administrados por los propios trabajadores y técnicos, sin necesidad
de la clase política, ni de la dirección de los antiguos amos
capitalistas. Las condiciones laborales solo cambiarían en relación
con el destino de la plusvalía social generada, supeditada actualmente
al amo capitalista. En esa primera fase no tendrían porque cambiar las
condiciones económicas particulares de los miembros que componen las
diferentes secciones del proceso productivo. La plusvalía social al servicio
de la sociedad socialista, permitiría una planificación de la
economía atendiendo las necesidades del conjunto de la población,
en vez de que la economía esté regulada por las leyes del mercado,
al servicio e intereses de los mercaderes.
Lo que no existe son las condiciones subjetivas que nos permitan comprender
el cómo acceder al poder socialista. El dominio y desarrollo de la ideología
marxista y leninista que el actual momento político internacional demanda.
El método de análisis basado en el materialismo dialéctico
e histórico, una comprensión de la función histórica
del estado y la democracia, de la función revolucionaria del partido
capaz de extender entre las clases populares la ideología marxista y
leninista, que permita a estas organizarse como clase dominante. Olvidamos que
los ciudadanos que componen los diferentes sectores populares no nacen con conciencia
socialista y comunista, que la crítica del capitalismo y la alternativa
socialista y comunista es ideología y ciencia que sólo los partidos
comunistas pueden y deben difundir.
La influencia ideológica del poder dominante actual, nos impide otro
juego político diferente al existente basado en las instituciones del
estado capitalista, con su democracia formal delegada por el conjunto de los
ciudadanos en la clase política, sin posibilidad de control directo por
los ciudadanos y de revocación en todo momento cuando defrauden la confianza
depositada. Somos incapaces de instrumentalizar revolucionariamente las instituciones
del estado burgués, en vez de supeditarnos a ellas.
Han pasado cerca de dos siglos, y aun no hemos sido capaces de ver que las ideas
de los socialistas utópicos, la polémica defendida por el socialdemócrata
Kautsky sobre la vía al socialismo, refutada por Lenin, no son válidas.
La vía socialdemócrata hacia el socialismo mediante el intento
de perfeccionar la maquinaria estatal burguesa con su democracia formal, delegando
los ciudadanos en la clase política su responsabilidad política,
a través del juego político institucional burgués, solo
haciendo abstracción sin querer ver la realidad objetiva permite que
esa falsa democracia se siga practicando. Ya, ni el formalismo burgués
a nivel internacional y nacional se respeta por los partidos defensores del
orden burgués, lo hemos visto en el caso de Iraq, y lo estamos viendo
en la Comunidad de Madrid, con los sangrientos y bochornosos espectáculos
provocados en cada caso. La obras de Lenin "El estado y la revolución"
y "La revolución proletaria y el renegado Kautsky" son de plena vigencia,
requieren de su estudio por todo aquel que quiera ayudarse a explicarse una
alternativa revolucionaria al estado y a la democracia burguesa.
La democracia directa, frente a la democracia delegada, defendida por Marx después
de analizar la experiencia de la Comuna de Paris, y por Lenin tras el intento
revolucionario en Rusia de 1905 mediante el surgimiento espontáneo organizativo
de las masas plasmado en el Soviet, (tan poco comprendido y deformado por Stalin
y sus herederos en el ejercicio del poder en la URSS), pudieron ser la forma
alternativa histórica al estado y a la democracia burguesa, que fueron
impedidas de llevarse a la práctica por los condicionantes de la época,
dada la realidad objetiva de esos momentos históricos.
Las condiciones históricas han cambiado, el caos capitalista, la concentración
del poder financiero y monopolista y la generación de unos sectores populares
preparados técnicamente para dirigir la producción, permitiría,
si nos liberamos de la negativa influencia ideológica, que la democracia
directa y permanente, desde ya, desde en el actual sistema de juego político
se ponga en funcionamiento por los ciudadanos a través de formas espontáneas
con las que organizarse para reivindicar la solución a sus problemas
inmediatos y a largo plazo. Formas de democracia directa con organización
permanente que no se autodisuelvan como en un principio sucedía con las
Comisiones Obreras en Asturias. Que surgen en los lugares donde tienen origen
las contradicciones de clase, en los lugares donde sufren directamente sus consecuencias
sociales y económicas, y son conocidas personal y colectivamente: desde
los centros de producción, estudio y cultura, desde los barrios y pueblos
donde residen, en todos los ambientes donde los asalariados sufren directamente
las consecuencias del sistema capitalista. Una forma espontánea de organización
que si bien es reivindicativa en el estado capitalista, una vez conquistado
el poder se convierte de forma natural de ejercer la democracia y el poder popular.
La experiencia democrática adquirida durante el periodo reivindicativo
se convierte en conocimiento para administrar el poder, para que todos los trabajadores
y técnicos puedan dirigir el funcionamiento y rendimiento eficaz de la
producción, en los servicios y los demás sectores de educación,
cultura y ocio. Para que desde abajo donde es posible la elección y el
control permanente, elijan sus delegados a los niveles superiores de gestión
popular, con la posibilidad incluso de revocación permanente de estos
cuando incumplan el mandato por el que fueron elegidos, o defrauden la confianza
depositada en su capacidad de gestión.
Pero para que todo ello funcione y finalmente triunfe, se necesita previa o
paralelamente la existencia del partido comunista marxista y leninista a nivel
nacional e internacional cohesionado ideológica, política y organizativamente.