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La Izquierda debate


14 de april del 2004

Toni Negri en Madrid

Felipe
http://divergencias.typepad.com

Toni Negri, el intelectual italiano cuyo texto Imperio es, a juicio de Albiac, un intento de "escribir El Capital del siglo XXI" se encuentra en España.

Su biografía, personal e intelectual, se utilice para
explicar el origen de sus aportaciones, se utilice para explicar el origen de sus desviaciones de la ortodoxia impresiona por su presencia durante cerca de ya cuarenta años como referencia permanente. Precisamente, durante la presentación de Negri en el Círculo de Bellas Artes, en la tarde de hoy, el moderador insistió en que la figura de Negri es el "pequeño hilo rojo" que da continuidad a unas luchas que van desde la vanguardias obreristas de la Autonomia Operaria italiana al movimiento "alterglobalizador". Entre ambos momentos, el páramo de los ochenta (recordemos que en Italia el embate de estudiantes y obreros alcanza hasta 1979) y de la primera mitad de los noventa, Negri siguió identificándose como marxista y tratando de actualizar esta tradición con el análisis de las modificaciones en el mercado de trabajo.

Quizás sea esa figura de "resistente" la que justifique que Negri sea percibido como un autor capaz de renovar el marxismo. En ausencia de referencias, quien se identifica a sí mismo como tal se convierte casi automáticamente en el clavo al que agarrarse. Porque Negri puede ser un autor de formación marxista, puede ser un autor valioso, puede ayudarnos a comprender la naturaleza de los cambios en las relaciones de trabajo a través de conceptos como
general intellect, trabajo inmaterial, puede enriquecer el debate en una izquierda transformadora que ha sido incapaz de aportar apenas nuevos elementos de discurso, pero no puede refundar el marxismo pues sus análisis han renunciado a él.

Son bastantes los
artículos que señalan esta separación, pero basta señalar cuatro cuestiones, de tremendas implicaciones para la acción política.

Por un lado, crear una nueva clase social diferenciada que se caracteriza por su capacidad para crear valor a través del uso de sus destrezas cognitivas, afectivas y relacionales. Esta clase es el nuevo sujeto revolucionario (o al menos, resistente, pues el término revolución, como se ha observado en la conferencia de hoy, desaparece del "nuevo léxico"). Sin embargo, el marxismo se sustenta en que existen dos clases, que se diferencian por la propiedad, o no, de los medios de producción. Si el análisis se desplaza de aquí, el análisis ya no diferencia entre capital o trabajo, pues el capital, el propietario de los medios de producción, puede ser perfectamente capaz de crear valor, por sí mismo, a través de sus capacidades cognitivas, afectivas o relacionales.

Asociado a esto, sustituye el análisis de clase (y por cierto, de paso también "subsume" aquí el de "pueblo")por resaltar el de multitud, multitud dotada de capacidad constituyente, capacidad para ejercer de "asamblea constituyente". Asociado a lo anterior, sin una clase y sin un pueblo, desaparece el partido, entendido por el marxismo como la herramienta de la que se dota la clase trabajadora para conseguir sus objetivos. En su lugar, recurre a los movimientos. Cuando se le pregunta por el caso argentino, donde la multitud echó tres presidentes en dos meses pero fue incapaz de constituir un nuevo poder, Negri se remite a la sensibilidad del gobierno de Kirchner con los movimientos sociales como esperanza.

Ante el abandono del análisis de clase y la atención prestada a los atributos cognitivo- emocionales de cada sujeto, es lógico que la resistencia se convierta en una acción individual, como indica la siguiente cita: "En la modernidad la resistencia es acumulación de fuerza contra el despojo, que se subjetiviza a través de la ´toma de conciencia´. En la posmodernidad, nada de esto. La resistencia se da como difusión de comportamientos resistentes singulares. Si se acumula, lo hace extensivamente, en la circulación, en la movilidad, en la fuga, en el éxodo, en la deserción ­ multitudes que resisten difusamente, escapan de los grilletes cada vez más estrechos de la miseria y del comando. No hay necesidad de toma de conciencia colectiva: el sentido de la rebelión es endémico, atraviesa toda conciencia y la hace rebelde. En eso consiste en el efecto del común que se ha pegado a cada singularidad como cualidad antropológica. Así la rebelión no se puntualiza ni se uniforma, pero corre en el espacio del común y se difunde como omnilateralidad incontenible de los comportamientos de las singularidades. Así se define la resistencia de la multitud"

En resumen, Negri es marxista si entendemos que el marxismo es la teoría que acompaña al deseo del comunismo, deseo que Negri manifiesta fervorosamente. Pero deja de serlo, al renunciar a lo esencial del marxismo: a realizar un análisis de clase, a disponer de una herramienta organizada de acción colectiva, al limitar el alcance de los movimientos sociales a un recurso para orientar la agenda política y al entender la resistencia como una línea de fuga que se vivencia individualmente.

No quisiera terminar sin hacer referencia a la triste sensación de desorientación de lo que debería ser la izquierda transformadora, que quizás pudo verse con más claridad aún en las preguntas dirigidas al propio Negri durante el coloquio. La posibilidad de relacionar el concepto de multitud con el de Responsabilidad Social Corporativa de las empresas, la teoría de la conspiración que señala a la CIA como responsable del terrorismo internacional, el temor a que la Unión Europea desemboque en un IV Reich y finalmente la relación entre psicoanálisis y revolución, cuestiones a las que Negri contestó contundentemente o ignoró elegantemente muestran que la desorientación es generalizada.

Lo que sin duda hay que agradecer a Negri, estemos o no conformes con sus planteamientos es su capacidad para generar debate. Quizás la repercusión de sus aportaciones sea el anticipo de una renovación de la tradición marxista. Ojalá.