¿Cómo caracterizar el momento actual en y para la América que habla español y portugués?. Hacerlo con la grandilocuencia de un orador dirigiéndose a las masas, resulta hoy anacrónico; hacerlo con la distancia de un analista fuera del problema, es una falta de respeto hacia los protagonistas del drama de sobrevivir a diario en nuestros países. Entonces nos queda como único camino viable: caracterizar el momento con las herramientas que tenemos siempre a mano; las palabras de uso común. Y al hacerlo lograr que transmitan lo que hoy está en juego: la vida, como posibilidad humana en la tierra.
Algunos dirán que estamos en el peor momento de la historia, otros dirán que pronto amanece. Ambas perspectivas tienen razón, sólo que el ángulo de mira no es el mismo. El resultado "movilizador" es diametralmente opuesto; el primero nos deja en la angustia de que todo está perdido, sólo unos pocos entenderán que todo está por ganarse; el segundo nos deja en la paciencia de esperar o en la magia de que las soluciones vienen desde fuera. Lo de fondo es que muchos de estos analistas no logran despertar la fuerza movilizadora de la gente, pues su discurso no nos saca del trauma de ser simples espectadores de la caída final.
Hoy se trata de lograr invertir esta situación y convertir a cientos de millones de seres humanos en actores.
A mi modesto modo de apreciar la situación, dos son las características fundamentales del momento; la diversidad de caminos y métodos de trabajo, fruto de una intención de búsqueda y adaptación a la respectiva realidad y la otra característica es la aparición de nuevos actores sin una perspectiva clara de futuro.
Lo que podría ser resumido en una sola frase: Asistimos a un ensayo general, ahora solamente falta iniciar la representación del drama.
Esta diversidad de caminos y métodos sin una perspectiva de futuro, puede conducirnos a un desenlace conocido, el imperio logra imponer nuevas reglas del juego, que otra vez le benefician. La experiencia de Bolivia es una muestra exacta de esto.
Los movimientos políticos sociales que se aprecian en México, El Salvador, Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina y en menor medida en casi todo el resto de América, hablo de la nuestra, reflejan esta diversidad de caminos en ensayo y diversidad de métodos y respuestas, pero casi todos adolecen de lo mismo; la absoluta falta de claridad en los objetivos finales a alcanzar. Se sale a la calle, se concitan millones de voluntades, caen gobiernos y el poder sigue en las manos de la misma clase.
En los últimos meses se ha reunido un nutrido número de "analistas" en encuentros realizados en Chile, México, Ecuador, Venezuela, Cuba. Las conclusiones son similares, o mejor dicho, la ceguera es la misma. No se llega al fondo del asunto. En cierto modo se estudia desde fuera y con una clara influencia ideológica neoliberal: mi opinión vale, la tuya no; mi evento vale, el tuyo no.
En nuestras sufridas realidades hay problemas que tienen solución y esta pasa por una crítica radical al sistema y a nuestra práctica de combatirlo, a nuestra manera de verlo. Ser radicales en la propuesta, ver lo particular del momento ligado a toda la lucha, ver lo particular de una lucha ligada a la lucha total contra el sistema.
El drama de hoy es que esta diversidad de búsquedas, caminos y métodos no logra producir dirigentes facilitadores de la lucha, cuadros de la lucha que vean las implicancias de tal o cual rumbo a seguir, animadores de sus pueblos, que les acompañen hasta las últimas consecuencias.
A modo de ilustración resumiré con algunos ejemplos: para Marcos el asunto es un juego verbal, logra ganar espacio y mantener un apoyo significativo, pero no avanza, pues no se propone la toma del poder; Lula ha cedido más de lo razonable, pero los dirigentes honestos no se dan cuenta que esto es como un recreo, una pausa que debemos aprovechar para organizar todos los frentes de lucha y dar el batatazo final sin Lula; en Bolivia los "lideres" de los movimientos vinieron a ponerse de acuerdo tardíamente y no supieron apreciar el momento como revolucionario. No vieron el poder a pocos pasos de sus narices ni tampoco vieron las implicaciones para el resto de América ni para el futuro de su propio pueblo. En otras palabras no vieron que la toma del poder por ellos en Bolivia aceleraba la lucha en el resto de nuestras colonias y, en la situación en que se encuentra el imperio, hubiera representado un duro golpe para él.
Las formas de lucha
Si ayer los cínicos del imperio dijeron que la guerra era la política por otros medios, hoy asistimos a la guerra por otros medios. Ayer al hacer la guerra se hacía política, hoy al hacer política se hace la guerra. Cae la máscara del cinismo. Solamente que en nuestro campo todavía estamos bajo el impacto traumático de aprender a mirar la verdad de frente.
Asimilar esta verdad ha de significar la absoluta conciencia de que esta guerra actual es total y definitiva, si la ganan ellos, habrá solamente perdedores, pues el capital ya no tendrá nada más que destruir, millones de seres humanos estarán condenados a desaparecer físicamente ( hay dos mil millones de seres humanos que han desaparecido como tales y como consumidores directos), la vida irá retrocediendo hasta convertirse en un privilegio de unos pocos o hasta desaparecer; si ganamos nosotros, todos ganaremos, pues de esta manera aseguraremos la continuidad de la vida.. Esta absoluta conciencia de que hablo implica que a las estrategias de guerra de ellos contra nosotros, debemos responder con las estrategias de guerra de nosotros contra ellos.
En una guerra total, de la cual no se tiene memoria, pues nunca antes se ha dado, están en juego todos los componentes de la vida y por lo mismo hay en esta guerra una moral, una ética para emplear todos los medios de lucha contra el imperio y sus satrapías locales.
Los actores y el discurso
En realidad los actores de nuestros respectivos dramas, que en esencia es en todas partes, con diversos matices, el mismo, no se reconocen como actores. Se ha impuesto la visión ideológica y la lógica del neoliberalismo, cada cual consume gran parte de su tiempo en la sobrevivencia, cada cual cree que debe salvarse solo y para ello diseña estrategias individuales. No se reconoce en los demás, pues su drama es existir hoy, las soluciones que la organización le ofrece son siempre para mañana, un mañana que puede no existir. Tampoco estos individuos, asilados de otros que son sus iguales, ven la ligazón que existe entre sus actos de vida cotidiana y los actos de quienes les gobiernan. A la hora de votar, les resulta fácil entregarse a quien los oprime.
¿Algo falla en nuestro discurso o no hemos logrado hacerlo atractivo? Bien puede estar la respuesta en una combinación de los dos factores. La ciencia es aprender a dirigirnos a la gente desde sus problemas, desde su conciencia de los mismos, desde sus necesidades. Pero esto es un millón de veces más sencillo decirlo que hacerlo, pues significa organización, presencia de cuadros idóneos en el lugar de los hechos, significa que los movimientos entienden que tenemos una falencia fundamental; los contenidos de nuestro discurso, las ideas que promovemos como soluciones reales opuestas al sistema, los valores que logremos infundir a la gente.
Es decir, hay un enorme atraso en el combate por las ideas, en la lucha ideológica. Un caso puede ser Chile, el de ahora, el de la corrupción, la impunidad y los hilos que se mueven para encubrir depravados. ¿Dónde está la campaña por convertir el amor de madre en ira, por los asesinatos impunes, por los niños abusados sexualmente? Estamos en una etapa de simple denuncia. Todos nos enteramos del cómo ha ocurrido tal o cual tropelía y abuso del poder, el asunto ya no es la anécdota sino la podredumbre del sistema y con qué hemos de reemplazarlo. Hay algo peor aún, este hecho de saber como ocurrió e ignorar por qué ha ocurrido, nos convierte en espectadores cómplices, pues de este conocimiento no se desprende una acción para cambiar ese estado de cosas.
Soluciones ahora
Miremos donde miremos hay problemas clamando solución. En la ecología: la deforestación, el efecto invernadero; de un lado se pierde la biodiversidad, la capacidad del planeta de generar oxígenos y por lo mismo de combatir naturalmente la contaminación ambiental, esto nos lleva a lo segundo, que ya está derritiendo los hielos y cambiando el clima irremediablemente. ¿Cuántos años puede continuar esta situación? ¿en qué momento será demasiado tarde para una regeneración? ¿valdrá la pena un cambio cuando ya no haya nada para disfrute de la humanidad? Si vemos la deuda externa, ¿hasta cuándo se empeñan los gobernadores de nuestras colonias en pagar algo que ya ha sido pagado tres veces? Las soluciones no pueden esperar. A la globalización, al neoliberalismo debiéramos responder con un movimiento de soluciones ahora. Si desde todos los ángulos los problemas son de vida o muerte, desde todos los ángulos debemos responder con soluciones ahora.
Solamente que... enfrentamos otro truco del neoliberalismo, la dispersión del análisis, ya casi no se ve la concatenación de todos los fenómenos. Del individualismo impuesto al tejido social, se ha pasado al aislamiento en el análisis.
Soluciones ahora, debiera significar, retomar el estudio y las propuestas como interdependientes unas de otras. Se nos impone un deber a los que aún vemos los cambios como algo posible; asumir estas visiones como un modo de vida, en total ruptura con el sistema.
Nominar desde abajo
Se ha logrado conquistar el gobierno en Venezuela y me gustaría decir que en Brasil, la verdad es que el gobierno allí está en disputa. Hay posibilidades serias de avanzar por medio de elecciones en El Salvador y en Uruguay. Hay participación en procesos electorales en el resto del continente, con mayor o menor fuerza.
Si bien es cierto que cada proceso tiene su dinámica propia, que le hace distintos, todos los movimientos que participan en elecciones tienen por meta lograr elegir algunos de sus candidatos. A juzgar por los resultados en la mayoría de los casos no se logra este objetivo.
Quizá parte de la solución este en llevar la concepción de partido herramienta para los cambios hacia la consecuencia de que ello se desprende: discutir y aprobar el programa con los actores deseables, nominar precandidatos desde la base, hacer preelecciones para definir los candidatos, sumar fuerzas y apoyos que cada precandidato genere, en definitiva democratizar la nominación y sumar sumándonos.
Participar en elecciones, sin lograr elegir representantes es un desgaste inútil. Si por el contrario logramos avanzar en particpación, en organización, en conciencia de la gente y al mismo tiempo elegir algunos de nuestros candidatos, sin duda estaremos avanzando.
La nueva misión Histórica
El materialismo histórico nos enseñaba ayer que había una clase con una misión histórica y esta era la construcción del socialismo. Sin pretender revisar el marxismo, hemos de agregar que la lucha social se hace con elementos vivos y por tanto móviles. Las teorías no surgen como hechos inamovibles sino que se desprenden de la acción y esta a su vez puede confirmar o invalidar tal o cual teoría.
Bien podemos preguntarnos, sin por ello apartarnos de nuestra guía para la acción: ¿cuál es la misión histórica hoy en día y cuál es el sujeto histórico? La respuesta pudiéramos encontrarla si vemos lo que está en juego ahora y quienes se beneficiarían con los cambios, tan posibles como necesarios.
Puede el socialismo no estar a la orden del día, pero lo que si no debe movernos a duda es que el sistema actual debe ser cambiado de raíces y establecer la particpación de todos los beneficiarios del cambio.
Si a eso que surja le llamamos socialismo, mejor. Lo cual no invalida que la lucha hoy en día no sea de un sistema por otro. Es mucho más apremiante, es la lucha de la vida, por la vida y con la vida, para que esto sea posible necesitamos un sistema social que la ampare y nada indica que este sistema no pueda ser el socialismo, sin las falencias que la crisis nos ha permitido descubrir.
Las armas de la nueva guerra
La principal arma contra el imperio y sus funcionarios, sean estos mercenarios o lame botas, es la imaginación. La imaginación es un campo en disputa ideológica.
Lo cual nos remite a chocar nuevamente con la misma piedra; ¿cómo poner en circulación nuestras ideas, nuestros valores? Imaginación para dosificar el discurso, para actualizarlo, para hacerlo coincidir con las necesidades apremiantes de la gente. Imaginación para encontrar las formar y los medios de entregarlo. Imaginación para entregar un discurso, desde la gente, y no tanto hacia la gente.
Al poder de sus tanques, de sus estrategias de manipulación, al poder de ellos de estrangularnos con sus préstamos y condiciones, oponer el poder de nosotros de resistir con imaginación. Hacer de esta capacidad, una actitud cultural.
Atacar desde la cultura, generando una cultura, un modo de ser y de vida para el cambio.
De aquí surgirán nuestras armas para enfrentar su guerra de exterminio.