Comentarios sobre Ideas para la lucha [8] de Marta Harnecker
Malime
Rebelión
En el anterior trabajo que fue publicado en Rebelión donde comentaba las Ideas (7), a la vista de sus anteriores Ideas, manifestaba mi escepticismo con su anuncio de solución en el próximo Ideas (8). Llegadas estas, me sugerían cierto optimismo al enumerar los múltiples errores de la izquierda y por otro, cierto pesimismo, ya que aunque parece acercarse a las causas que provocan la crisis de los partidos de izquierda, no entra en el fondo de la cuestión. Lo apunta pero no entra, tal vez porque no entiende o no comparte, considerar como muchos, trasnochada la concepción del estado que como órgano de represión de la clase dominante, si tenían Marx, Engels y Lenin. No ve que todos esos efectos se dan dada la estructura del medio que los posibilita, no entra en los conceptos clásicos de lo que es la democracia burguesa y lo que debe ser la democracia de los explotados. Y lo más grave, elude que ese nuevo tipo de democracia participativa se tiene que desarrollar en los viejos estados capitalistas, con formas naturales propias que pueden dotarse las clases populares. Se queda en la crítica a los partidos de izquierda por no prestar la atención necesaria al pueblo, para concluir que el calendario de luchas se lo marca la derecha.
Desgraciadamente, como muchos intelectuales se sitúa por encima de las organizaciones políticas cuando realiza sus comentarios críticos. Tal vez todos los que así actúan pretendan que no les salpique la responsabilidad reformista en la que de alguna forma con mayor o menor responsabilidad todos caemos ante nuestra incapacidad para contribuir a salir del pantano en que nos encontramos.
Reproduzco alguno de los puntos que desde mi interpretación dan lugar a la confusión. Dice:
"2. Mientras la derecha ha demostrado una gran iniciativa política, la izquierda suele estar a la defensiva. Mientras la primera usa su control de las instituciones del estado y de los medios de comunicación de masas, y su influencia económica para imponer el nuevo modelo, servil al capital financiero y a los monopolios, precipitando las privatizaciones, la desregulación laboral y todos los demás aspectos del programa económico neoliberal; la fragmentación social y el fomento del antipartidismo, la izquierda partidaria, en cambio, al limitar el trabajo político casi exclusivamente al uso de la institucionalidad vigente, sometiéndose a las reglas del juego del enemigo, casi nunca lo toma por sorpresa. Se cae en el absurdo de que el calendario de las luchas de la izquierda lo fija la derecha."
No es que la derecha use o sepa usar con mayor iniciativa el control de las instituciones del estado y de los medios de comunicación, algo tan evidente desde hace más de dos siglos. Es que ese estado es el de la clase que representa, es su estadoy como tal lo usa y lo controla, los medios de comunicación los puede usar también porque son de propiedad capitalista y puestos a su disposición, de ellos se suele comentar que es el cuarto poder, pero se dice como si fuera una broma o chiste más o menos gracioso, rápidamente se olvida, para santificar el aporte a la democracia que ejerce la libertad de prensa, cuando no existe de hecho tal libertad. La izquierda no puede usar lo que no posee, si no es prestado bajo ciertas condiciones que imponen los propietarios. Y si se cree que los usa libremente para construir el socialismo, se engaña, porque los resultados machaconamente se encargan de negarlo. Ese uso, hace que los partidos de izquierdas se sometan al calendario marcado y a las normas de juego político fijadas, no por la derecha, sino por la clase social en el poder. Los calendarios electorales también son fijados por los partidos reformistas pretendidamente obreros, como lo hacen los socialistas cuando gobiernan, con la colaboración de los partidos comunistas plegándose a esos calendarios e intentando hacerse un hueco "representativo". La izquierda nunca podrá tomar por sorpresa nada que vaya más allá de lo conseguido por el reformismo socialdemócrata. Someterse a las reglas del juego del enemigo, es aceptar la vía institucional burguesa al socialismo, no solo por someterse a las reglas del juego electoral. El juego electoral burgués podría instrumentarse revolucionariamente si la estrategia de vía al socialismo no pasara exclusivamente por él.
Los partidos de izquierdas integrados en el juego político impuesto, no tienen más visión de lucha política que la institucional, el acercamiento a los movimientos sociales espontáneos es oportunista, no responde a un planteamiento estratégico revolucionario, tratan de conquistar su voto. Su concepción reformista no les permite perder sus escasos recursos materiales y tiempo en un trabajo lento, pero de gran profundidad revolucionaria como es el de educar al pueblo más o menos alienado para ayudarle a salir del espontaneismo organizativo a través de los múltiples movimientos sociales en que se organiza, o de influir para que la gran mayoría encerrada en su casa, deje de estarlo porque los "sindicatos revolucionarios" contribuyeran a su educación cuando salen a trabajar. Contradictoria creencia ya que ello obligaría a los partidos de izquierda a penetrar organizadamente en las fábricas y desde allí en los sindicatos para que tuviera lugar esa educación revolucionaria.
Ese trabajo educativo necesitaría de una atención prioritaria que abarcaría prácticamente toda su capacidad organizativa y militante. Y además, se necesitarían militantes comprometidos muy conscientes, en vez de afiliados más o menos "generosos". El trabajo educativo tendría que empezar a ejercerse dentro de la propia casa. En el fondo es que no creen en el potencial material que encierra una organización firmemente formada y cohesionada en torno a la ideología marxista y leninista, no creen en la capacidad del pueblo explotado como ser protagonista del proceso revolucionario. A los que sí lo defienden se les considera izquierdistas anclados en el pasado.
Para negar el protagonismo que corresponde a los explotados, se sacan el rollo de la búsqueda "con el candil de Diógenes" del nuevo sujeto histórico, sin que consigan encontrarle por el resplandor que provocan los grandes y luminosos anuncios publicitarios con los que se impone la ideología dominante. Mientras el explotado llamado a liberarse permanece sumiso en su centro de trabajo generando plusvalía social, que el recolector de plusvalías se encarga de guardar en sus cajas fuertes como históricamente, "democráticamente", viene realizando desde hace más de dos siglos. Esos sujetos de la "antigua modernidad" parece ser que ya no son sujetos revolucionarios a los que hay que contribuir a que se liberen de las modernas cadenas que atan sus mentes, como se hacía antiguamente, solo son considerados como serviciales súbditos de la clase política que depositan el voto a su favor cada equis años.
En este punto Marta nos clarifica su posición integrista en el juego institucional:
"3. ¿Cuántas veces no hemos escuchado quejas de la izquierda contra las condiciones adversas en las que tuvo que dar la contienda electoral, luego de constatar que no ha logrado los resultados electorales esperados en las urnas? Sin embargo, esa misma izquierda muy pocas veces denuncia en su campaña electoral las reglas del juego que se le imponen y plantea como parte de esa campaña una propuesta de reforma electoral. Por el contrario, suele ocurrir que en búsqueda de los votos -en lugar de hacer una campaña educativa, pedagógica, que sirva para que el pueblo crezca en organización y conciencia- utilice las mismas técnicas para vender sus candidatos que las que usan las clases dominantes."
Denuncia la utilización de las mismas técnicas que usan las clases dominantes, sin decirnos cuales son las otras técnicas para ganar votos, a no ser que sea la "campaña educativa, pedagógica", rápida del pueblo en los escasos días que dura la campaña electoral. Porque si quiere solucionarlo con la pedagogía educativa conseguida en los cuatro días de campaña, van apañados los partidos de izquierdas en la conquista de votos y escaños. En las campañas electorales marcadas por la propaganda superficial y estúpida, lo que prima es el mediatismo propagandístico, anuncios, carteles, banderolas, confetis y demás chorradas alegres con las que confundir y engañar a la gente alienada. No es cierto que los partidos, (en este caso, todos), cuando están en la oposición dejen de criticar las reglas del juego, la instrumentalización de los medios de comunicación supuestamente públicos utilizados por los partidos en ese momento gobernantes. También se critican las normas que priman a los grandes partidos en detrimento de los más pequeños y con escasos recursos. Pero eso, también es crítica electoral, pasadas las elecciones todo se olvida, aunque surja como lamento justificativo por la escasez de parlamentarios conseguidos. Enseguida comienzan otras batallas domesticas, entretenedoras para los partidos de izquierda que les permitan distraerse del objetivo verdaderamente revolucionario.
No es cuestión de reformas electorales que permitan mejores resultados a los partidos de izquierda, sino de una estrategia revolucionaria que pasa por una estructura diferente de juego político, que tiene que comenzar a darse desde los propios partidos, que les permita educarse ideológica, política y organizativamente para poder conectar directamente con las clases populares, no solo en los procesos electorales sino en todo momento, en cada lugar donde constantemente se manifiestan las contradicciones de clase. Como decía Gramsci, hay que ligar la lucha ideológica con la lucha política y económica, para poder organizarse alternativamente y avanzar revolucionariamente.
Una nueva forma (que no nos dice Marta) del juego político participativo impuesto por la mayoría social, es la que es necesario promover, una nueva forma que parte de los lugares naturales donde reside y trabaja el pueblo, donde se conectan diariamente las clases populares y desde donde con total naturalidad y posibilidad participativa todo el que quiera y tenga algo que decir y hacer, pueda realizarlo, sin tener que esperar a que los parlamentarios desciendan de su trono a pedirnos su voto de confianza para los siguientes cuatro años.
Los demás puntos se limitan a denunciar las tantas cosas sabidas, los tristes efectos que provoca el reformismo, pero sin ofrecer alternativas, cuando termina su discurso pidiendo a la izquierda política que " incorpore a su arsenal las formas de lucha y de resistencia innovadoras implementadas por la izquierda social."
Es decir que se deje educar por lo más avanzado que ella considera de la izquierda social, por los múltiples espontaneismos de los movimientos sociales, para que no se utilice a "los movimientos sociales como correas de transmisión del partido. " Ni eso les queda a los partidos, ella misma se contradice cuando en el punto 2 reconoce lo que han conseguido con su actuación los partidos de izquierda: "la fragmentación social y el fomento del antipartidismo". Los movimientos sociales actúan a su libre albedrío, sin la necesaria cohesión ideológica que les permita confluir en un proyecto político y organizativo verdaderamente revolucionario.