La Izquierda debate
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Leonardo Boff
Alai - Amlatina
11-Ene-2004
Tres tipos de fundamentalismo dominan la escena mundial: el
del pensamiento único representado por la globalización imperante, el suicida
de los musulmanes, cuyo principal representante es Bin Laden, y el del Estado
terrorista de la guerra preventiva, encarnado por Bush y por Sharon.
Como se conoce, el fundamentalismo no es una doctrina sino una manera excluyente
de ver la doctrina. El fundamentalista está absolutamente convencido de que
su doctrina es la única verdadera y todas las demás, falsas. Por eso ellas no
tienen cabida, pueden y deber ser combatidas.
El fundamentalismo del pensamiento único expresa el modo de producción capitalista
con su mercado globalizado y la ideología política del neoliberalismo con su
democracia electoral y delegativa como la única forma razonable de organizar
el mundo. Lo que Bush quiere imponer por su cuenta propia al Irak destrozado
revela ese fundamentalismo.
El fundamentalismo suicida musulmán parte de la convicción de que Occidente,
enemigo histórico desde los tiempos de las cruzadas, es el Gran Satán, porque
es ateo práctico, materialista, imperialista y sexista. Por eso, debe ser combatido
en todos los frentes y provocar el mayor número de victimas que se pueda con
la bendición del Altísimo. Son tan únicos y convencidos que aceptan jovialmente
ser hombres bomba.
El fundamentalismo de Estado terrorista a lo Sharon es movido por la convicción
de que los judíos tienen derecho de montar, encima de cualquier otro derecho
de los palestinos, un Israel del tamaño que tenía en los tiempos del Rey David.
Por eso Sharon prosigue con las colonizaciones y en tanto no se realice ese
propósito boicoteará cualquier proyecto de paz.
El fundamentalismo de Estado terrorista a lo Bush tiene fuertes raíces religiosas,
ligadas a su biografía pasada. Fue por 20 años dependiente del alcohol hasta
que en 1984, a invitación de un amigo, Don Evans, actual secretario de comercio,
comenzó a frecuentar el círculo bíblico de los evangélicos fundamentalistas.
Después de dos años ya no era más ebrio de alcohol sino ebrio de la ideología
salvacionista de estos fundamentalistas que se divulgaba fuertemente dentro
del partido republicano. Según él, "el destino manifiesto" de Estados Unidos
hoy es mejorar el mundo en la medida en que lo impregna con los valores de la
cultura norteamericana: con libertad, democracia y libre mercado. Bush hijo
hace la campaña de reelección del padre presentándose como "un hombre que tiene
Jesús en su corazón".
El brasilianista Ralph della Cava y el teólogo J. Stam cuentan que más tarde,
al postularse como candidato, Bush reunió a los pastores de la zona y les comunicó:
"fui llamado (por Dios)". Enseguida se hizo el ritual "de la imposición de
las manos", consagrándole Presidente preventivo.
Esta pre-historia es importante para entender la furia fundamentalista que se
apoderó de Bush después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Optó
por combatir el mal con el mal, amenazando con guerra preventiva a todos los
países del "eje del mal". Dejó claro: "Quien no está con nosotros, está contra
nosotros", es terrorista. Antes del ultimátum a Saddam Hussein pidió a los
asesores que "lo dejasen a solas por diez minutos". Cual Moisés fue a consultar
con Dios. En una entrevista con el New York Times de 26/04/03 declaró: "Tengo
una misión que realizar y arrodillado pido al buen Señor que me ayude a cumplirla
con sabiduría". ¡Pobre Dios¡ ¿Cómo salvaremos a la humanidad de estos exaltados?