El portal de las mujeres
Por Eva Giberti
El poder político de las mujeres excede el marco de las elecciones partidarias; dichas elecciones reclaman nuestra participación en las listas de candidatos de acuerdo con el cupo que la ley establece: ésa es la manera de limitar la actuación dominante del género masculino en el campo de los partidos políticos. Este ejercicio del derecho se constituyó en un dato visible que acompaña a otros posicionamientos de las mujeres insertos en este mundo globalizado y progresivamente globalizante, pero cuya evaluación se mantiene invisible.
La reformulación de las economías –acorde con la distribución geográfica de los capitales internacionales– condujo a la proliferación de actividades informales protagonizadas por mujeres. También por las poblaciones migrantes. En nuestro país, el incremento de tales actividades quedó fuertemente ligado a la pérdida de trabajo por parte de los varones conceptualizados como jefes del hogar, definición que no se limitaba a priorizar su autoridad en el ámbito doméstico sino a sostenerla mediante sus ingresos económicos: los hombres eran el sostén del hogar. Pero, al ser catapultados a la desocupación, quedó a la vista la eficacia de las mujeres en la invención de alternativas que les permitieron ganar dinero más allá del recurso que las llevaba a emplearse en servicio doméstico. Se constituyeron en presencias cotidianas que, desde vender productos varios en las calles hasta ofrecer degustaciones de comidas en eventos técnicos o sociales generaron una mano de obra autónoma. Que se asocia a otra fuerza de trabajo dependiente de industrias y manufacturas o de actividades agrícolas en las cuales las mujeres sobrellevan una histórica explotación. Fueron las obreras de Brukman (no las únicas pero sí las mejor conocidas) quienes evidenciaron el potencial de lucha capaz de movilizar y sensibilizar a la comunidad al operar desde un lugar que, si bien no es nuevo para las mujeres (alcanza con leer nuestra historia), diseñó un nuevo lugar estratégico. Es un ejemplo del poder político de las mujeres en ámbitos de los procesos económicos globales que escrachó la tendencia a invisibilizar el lugar que en ellos ocupamos.
¿Cuál es nuestra responsabilidad en esta invisibilización? Quizá no deberíamos pensar en términos de responsabilidad que implica autonomías de las que no disponemos todas las mujeres, pero sí podemos preguntarnos si hay algo más que podamos hacer para subrayar nuestros lugares actuales en esta nueva agenda que registra la relación mujeres/globalización.
Durante siglos se mantuvo en silencio la relación entre el trabajo de los hombres y las tareas "del hogar" realizado por las mujeres, que fue –y continúa siendo– una variable en la regulación del producto bruto interno; es decir, esa tarea propia "del hogar" subsidió las actividades masculinas de manera que ellos no tuvieron necesidad de ocuparse de cocinar su comida, ni de limpiar su vivienda, ni de criar a sus hijos, etc., actividades que les hubiera limitado rotundamente su producción laboral. Si esas ocupaciones hubiesen estado a cargo de ellos se hubiera alterado el producto bruto interno, debido al tiempo que los hombres hubiesen dedicado a esos quehaceres, o debido al pago que hubiera sido necesario aportar para solventar a quienes cumplieran con las tareas domésticas. Mantener salarios extremadamente bajos es una de las ventajas que obtienen las patronales como efecto de este modelo naturalizado que le encarga a las mujeres la tarea doméstica para subsidiar la producción masculina. Esta realidad es historia antigua para los estudios académicos del feminismo, pero se mantiene invisible en la conciencia y en el saber de innumerables hombres y mujeres.
Debido a las transformaciones que la globalización suscita en la construcción de las subjetividades de las mujeres resulta cada vez más riesgoso mantenerse desinformados acerca de los nuevos espacios económicos –desregulación financiera, informalización del mercado de trabajo y precarización– que están asociados con la productividad de las mujeres. El fenómeno no puede leerse desencajado de los padecimientos y victimizaciones crónicas que constituyen el campo de las discriminaciones, de las violaciones y de las múltiples formas de violencia que sobrellevamos.
¿Cómo y dónde contar con información actualizada que nos ponga al día con nuestras realidades sociales, económicas y subjetivantes, y con argumentos sólidos para sostener nuestros principios? (que son los de todos y todas quienes defienden los derechos humanos). Para asumir la difusión y profundización de estos temas acaba de crearse el Primer Portal de las Mujeres con perspectiva de género en Argentina. También el primer portal con estas características en el Mercosur e Hispanoamérica que brinda información en la diversidad, estimulando la interrelación y participación de mujeres de diferentes clases, razas, etnias, regiones, edades, identidades sexuales. Se abre la alternativa de saber que formamos parte de las dinámicas que la globalización precisa para expandirse al costo de precarizaciones –que resultan necesarias como parte de la estructura que mantiene al sistema globalizador– pero que podemos crear autonomías sociopolíticas y familiares como las que, en otros niveles produjeron las Abuelas y las Madres de la Plaza. Las mujeres legitimamos cotidianamente nuestra condición de sujetos políticos y a pesar del apriete económico inauguramos un portal para que la información esclarecedora transite desde lo invisible y silenciado hacia la conciencia alerta de todos y de todas.
La dirección del Portal de las Mujeres es www.agen dadelasmujeres.com