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Compañeras

23 de diciembre del 2003

Sólo el 25% de las artistas logran participar de muestras grupales e individuales, cuando las mujeres somos la mitad del total de los/las estudiantes de arte. De cada 10 artículos escritos por críticos de arte sólo 1 trata de alguna artista
Arte y Mujer

Lorena S.
Contraimagen

Las artistas alcanzan menor reconocimiento internacional que los artistas, el arte realizado por mujeres muchas veces tiende a quedarse dentro de los límites de lo privado, constituyendo parte de las que se consideran cualidades femeninas, y por lo tanto "artes menores" (algo que, por supuesto, sólo tienen derecho a ejercer las mujeres de las clases altas).

Las obras realizadas por mujeres alcanzan menores precios que las realizadas por hombres.

Se invierte mucho menos en artistas mujeres que en artistas varones.

Salvo contadas excepciones no figuran en los libros de historia del arte mujeres artistas, ni se incluyen en las cátedras las discusiones de género y clase.

Sin embargo, el 70% de los desnudos que se representan artísticamente son desnudos de mujeres.

Estas estadísticas dan la pauta de que la opresión de género tiene una base social y política que la determina, condiciona y modifica en el tiempo y de que no es casual ni arbitraria la exclusión de las mujeres en el arte como sujetos mismas de sus obras; la representación de las mujeres en el arte es tarea de los artistas varones que determinan los ideales de belleza y comportamiento para cada época. El hombre como artista- sujeto y propietario del cuerpo de la mujer que no es más que una representación del imaginario masculino, recrea a la mujer y la convierte en objeto cultural. A lo largo de la historia el arte sirvió para darle forma a esa proyección de los deseos del hombre, para imponer roles determinados a mujeres y hombres e ideales de "lo femenino"y "lo masculino". Y siendo éste una disciplina esencialmente practicada y criticada por hombres es que hoy en día nos encontramos con la enorme dificultad de poder apreciar nuestra genealogía y aprehender de ella herramientas para producir nuestras propias imágenes, considerando que los artistas se nutren del trabajo de otros artistas, es casi inexistente la obra de artistas mujeres en los grandes libros de historia del arte, en las grandes cátedras de las más grandes universidades. Esta mirada masculina que tanto pesa sobre nuestros cuerpos a la hora de organizar nuestras vidas, nuestra propia representación, de vernos con nuevos ojos olvidando aquello que nos han enseñado a ver, es la que se ha ido internalizando en la sociedad como parámetro desde donde construir el cuerpo de la mujer y en definitiva a la mujer misma. La fetichización del cuerpo femenino hecha por los hombres los ubica en el lugar privilegiado del mirar. La concepción que hoy tenemos acerca del cuerpo de la mujer no es la misma que hace unos cientos de años, ésta se va modificando, resignificando, revalorizando, a lo largo de la historia y acorde a los ideales en boga en cada período, la imagen de la mujer en la época de la Revolución Francesa por ejemplo, donde los ideales burgueses de Igualdad, Fraternidad y Libertad eran en su mayoría representados en el arte con mujeres (excepto la fraternidad) símbolos del bienestar, la abundancia y el amor que serían conquistados al ponerle fin a las monarquías absolutistas e instalarse la república, esas mujeres de pechos grandes y vivos, de aspecto maternal y amoroso conjugarían el rol que les era asignado a las mujeres con los ideales de belleza del momento. Es importante ver en esta construcción de "lo femenino" qué rasgos se resaltan, qué partes del cuerpo se privilegian y que acciones delimitan. En este sentido es posible también observar como se van construyendo los estereotipos del hombre y la mujer, por ejemplo hablando de las clases subalternas en las representaciones artísticas se puede ver cómo son impuestas maneras de comportarse, acciones para los diferentes géneros, es decir cuando se trata de sujetos de lucha casi siempre se representa a gigantes hombres, de duros gestos, con los puños en alto, gritando o simplemente participando activamente de la lucha, ahora cuando se quiere representar a los objetos de la explotación y la opresión cotidiana, aparecen esas mujeres desarrapadas, con niños a cuestas, amamantando, quietas, esperando alguna solución que ponga fin a la miseria que las aqueja.

La opresión que sufre la mujer se manifiesta de esta manera en la no libertad de poder decidir sobre el propio cuerpo, ya que este es sólo culturalmente una representación del imaginario masculino, en la relación sujeto-objeto entre el artista varón y la mujer, en la enorme dificultad de poder autorepresentarse sin tener el peso de la mirada masculina determinando nuestra propia mirada, en la gran dificultad de acceder a una educación artística que nos permita conocer la historia del arte hecha por mujeres y conectarnos con nosotras mismas como artistas a través de sus obras, en la imposibilidad de gran parte de la sociedad de poder dedicarse al arte cuando se hacen necesarias largas jornadas de trabajo para poder sobrevivir y cuando la mitad de la población está bajo la línea de pobreza y cuando de esos pobres el 70% son mujeres y cuando un embarazo no deseado puede ser causa de muerte para las mujeres pobres debido a abortos mal practicados y cuando las múltiples enfermedades de la pobreza afectan mayormente a mujeres y niños......

Nos planteamos entonces, lo siguiente para abrir el debate

¿es posible la libertad del arte bajo un sistema de opresión y explotación? ¿qué arte queremos? ¿cómo queremos representarnos? ¿qué importancia queremos asignarle a la mirada masculina en nuestra propia representación? ¿de qué sujetos queremos hablar: de los que rompen los estereotipos o de los que los sostienen?

(*) Contraimagen es uno de los grupos que en este momento está organizando el Certamen de Arte y Política "Latinoamerica Arde y el mundo cambia velozmente", en Buenos Aires.