8 de marzo del 2003
Globalización neoliberal y feminización de la pobreza
Rosa Cobo Bedia
Tertulia
En los inicios del siglo XXI la globalización está definida
básicamente en términos económicos, puesto que de todas
las realidades susceptibles de ser globalizadas sólo se detecta un impulso
coordinado en la mundialización económica. Las grandes instituciones
económicas y políticas internacionales (Fondo Monetario Internacional,
Banco Mundial, Grupo de los Siete) se reúnen y toman decisiones orientadas
a globalizar las políticas económicas neoliberales, pero no aparece
en sus agendas la globalización de otras realidades sociales como la
democracia, los derechos humanos o las políticas de bienestar social.
La idea clave de la globalización es la libertad de movimientos de capitales
sin ningún tipo de restricción, así como la libertad de
movimiento de mercancías, sobre todo para los países del primer
mundo.
El origen de la globalización neoliberal se remonta a los años
ochenta. A partir de ese momento se produce una reestructuración del
capitalismo, cuya cara amable es el crecimiento económico y su cruz genocida
es la lógica excluyente. La globalización neoliberal crea grandes
bolsas de pobreza que el sociólogo Manuel Castells denomina "los agujeros
negros del capitalismo informacional". Hay que preguntarse, sin embargo, cómo
se crean esos espacios de pobreza. La respuesta es inequívoca: dejando
que el mercado sea la única herramienta de distribución de recursos
y desactivando o impidiendo la creación de cualquier mecanismo de redistribución
desde el Estado. La globalización neoliberal significa el fin del Estado
como instancia de redistribución económica y el fin de las políticas
sociales. En definitiva, significa la subordinación de la política
a la economía.
Los efectos de los programas neoliberales de ajuste estructural sobre las mujeres
están muy condicionados por la situación de partida de las propias
mujeres. La "lógica excluyente" del capitalismo neoliberal de hoy empobrece
en mayor medida a los más pobres, que, como se sabe, en su mayoría
son mujeres. En el Informe de Desarrollo Humano de 1996 se estima que de cada
diez pobres, entre seis y siete son mujeres. Cualquier política económica
de ajuste afecta más a quienes ocupan una posición más
débil en el aparato productivo o a quienes están excluidos del
mismo, y la mayoría de las mujeres está fuera de la economía
de mercado, pese a que el trabajo gratuito que realizan equivale al 40 por ciento
del Producto Interno Bruto de los países industrializados.
Relaciones asimétricas
Las políticas de ajuste estructural influyen asimétricamente
sobre las relaciones de género. Y es que las mujeres no acceden al mercado
con los mismos recursos y la misma movilidad que los varones y por ello no pueden
competir en igualdad de condiciones. Su acceso al mercado se ve muy condicionado
por lo que la economista feminista Ingrid Palmer denomina "el impuesto reproductivo"
que se realiza en el ámbito doméstico. Este impuesto en trabajo
reproductivo y la asimétrica distribución de recursos colocan
a las mujeres en una posición de desigualdad respecto a los varones.
Los efectos de la globalización neoliberal sobre la vida de las mujeres
son de dos tipos y ambos de largo alcance, pues la eliminación de esta
política económica genocida dejará durante años
surcos muy profundos en las mujeres que han padecido esa política en
términos de salud, de pobreza, de formación y cualificación
profesional o de autonomía personal, entre otras.
En primer lugar, estas políticas recortan el gasto público y este
hecho tiene como efecto el incremento del trabajo gratuito que realizan las
mujeres en el marco familiar. Por el contrario, las políticas que aumentan
el gasto público reducen el trabajo gratuito de las mujeres, al hacerse
cargo el Estado de determinadas tareas reproductivas. Los Estados que aplican
los programas de ajuste estructural redefinen y expanden lo privado para así
invisibilizar los costes de desplazamiento de la economía remunerada
a la no remunerada.
En segundo lugar, la mano de obra femenina juega un papel estratégico
en este proceso de liberalización económica, ya que en todos los
países del mundo representa un segmento de población laboral considerable.
Las maquilas o zonas francas son la nueva palanca para la inserción de
las economías periféricas en el proceso de globalización.
Esas zonas industriales ofrecen nuevas oportunidades de empleo para las mujeres,
pero muy frecuentemente bajo condiciones propias del siglo XIX. En general,
suelen ser empleadas sujetas a contratos temporales, expulsadas cuando no cumplen
con las más altas tasas de productividad y con sueldos en muchos casos
por debajo de la subsistencia.
El mercado mundial de trabajo muestra una creciente diferenciación entre
una capa de trabajadores mayoritariamente varones altamente cualificados con
ingresos altos y una periferia creciente excesivamente representada por mujeres
e inmigrantes con empleos no permanentes, subcontratados, bajo condiciones laborales
precarias y con ingresos bajos e inestables. Los datos estadísticos reflejan
un cambio en la composición de género en el mercado de trabajo.
En definitiva, en casi todas las regiones del mundo la participación
de las mujeres en el mercado de trabajo aumentó, pero las condiciones
bajo las cuales se insertan en ese mercado son crecientemente desfavorables.
Necesario un feminismo crítico
Como conclusión, hay que señalar que la globalización
de las políticas neoliberales, lejos de dejar un saldo positivo para
las mujeres, significa mucho más trabajo gratuito y mucho más
trabajo mal pagado. Todos los datos avalan empíricamente la idea largamente
sostenida por el feminismo de la feminización de la pobreza.
Estos motivos muestran la necesidad de que el feminismo construya un discurso
crítico hacia la globalización económica. Los datos apuntan
a la necesidad de que los argumentos feministas tengan un espacio relevante
en los movimientos antiglobalización, hasta el punto de que las alternativas
que se formulen al neoliberalismo tengan como eje central la desigualdad de
género. Esto requiere que el feminismo se articule críticamente
contra la feminización de la exclusión social, pues si se construyen
alternativas creíbles a la globalización neoliberal y el feminismo
está ausente de su formulación y de su defensa política,
después no podrá obtener ninguno de los beneficios de ese éxito
político.
* Rosa Cobo Bedia es española, profesora de Sociología
Bibliografía
- Castells, Manuel. La era de la información. Madrid, Alianza Editorial,
1999.
- Baker, Isabella. "Dotar de genero a la reforma de la política macroeconómica
en la era de la reestructuración y el ajuste global", en Cristina Carrasco,
Mujeres y Economía. Barcelona, Icaria, 1999.