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Cumbre de Monterrey 2002

Frustración generalizada ante el Consenso de Monterrey
Cuba reclamó la participación de todos
en las decisiones globales

Por JOAQUÍN RIVERY TUR

Monterrey, 20 de marzo.-La Conferencia de Naciones Unidas sobre Financiación del Desarrollo continúa sus sesiones en el Centro Internacional de Negocios (Cinternex) transpirando un ambiente general de inconformidad por la táctica de los países ricos de precocinar los resultados.
Cuba, por su parte, volvió a dejar sentados sus principios a través de Francisco Soberón, ministro-presidente del Banco Central, al reclamar la participación de todos en la toma de decisiones globales.
El Ministro reiteró que "la liberalización económica indiscriminada ha sido incapaz de garantizar el desarrollo de la infraestructura social y los niveles de empleo necesarios para el logro de un crecimiento sostenido".
Soberón advirtió sobre el peligro del aumento de las especulaciones que atraen recursos que dejan de actuar productivamente y, de esa forma "están minando la base más profunda del sistema, a cambio de obtener ganancias parasitarias a corto plazo".
Al referirse al comercio internacional, el Presidente del Banco Central denunció nuevamente el bloqueo a Cuba, "un extremo y bochornoso ejemplo de cómo el comercio puede ser utilizado por un poderoso país para agredir a una pequeña nación."
El Jefe de la delegación cubana planteó la necesidad de privilegiar la solidaridad y la justicia como bases para la relación entre las naciones, abordar la liberalización teniendo en cuenta los diferentes niveles de desarrollo y las características de los pequeños estados, establecer un impuesto a las operaciones especulativas, eliminar la filosofía de la violencia para solucionar conflictos, y otras medidas.
SIN SATISFACCIONES EN LA CONFERENCIA
En esta Conferencia, queda claro que el financiamiento del desarrollo en su estado actual y visible en el futuro no alcanza para nada, además de que hay que cumplir las condiciones impuestas.
De las declaraciones que trascienden no surge ninguna satisfacción, porque el Consenso de Monterrey deja frustrados a muchos asistentes, pero todos emplean la tribuna del encuentro para exponer el descontento, a veces disimuladamente, en idioma diplomático, y siempre poniendo el énfasis en que este es solamente un punto de partida.
Quizás el tono del canciller uruguayo, Didier Opertti, dé una muestra de lo que sucede para algunos gobiernos que aplican recetas neoliberales, cuando expresa: "Yo podría decir, usando una imagen un tanto banal, que de lo que se trata es de buscar para el financiamiento un traje de medida. No hay una fórmula única de financiamiento. Eso depende de las características de cada país receptor y de cada país donante."
Como todo el mundo, el Ministro de Relaciones Exteriores uruguayo no está de acuerdo con mantener la situación presente con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y lo expresa alegando que "los acuerdos de Bretton Woods no han estado en la primera fila de lo que podría ser una propuesta de revisión. Algunos de nosotros llegamos aquí pensando que en Monterrey podría llegar a ser una de las ideas-fuerzas o ideas centrales de la reunión. Pero a los acuerdos de Bretton Woods les está pasando lo mismo que a la Carta de las Naciones Unidas. Son intocables o casi intocables. Intouchable."
Por tanto, Estados Unidos no accede a cambiar nada. No alberga la intención de introducir variaciones en una estructura que a ellos les ha servido magníficamente y les ha permitido dominar las finanzas mundiales.
Por supuesto, no todo el mundo tiene las mismas opiniones.
A los periodistas les llegó un documento del "caucus de las mujeres" para protestar porque "esta reunión sea utilizada para frenar el desarrollo" a la vez que avanzan los objetivos militares norteamericanos con el pretexto de "frenar el terrorismo".
En Estados Unidos, Bush sabe que sus proposiciones no gustan, y lo reconoció en una entrevista que dio a algunos medios hispanos en Washington, a los que señaló: "Hay mucha gente allá en Monterrey que no está dando un aplauso estruendoso. Pero es lo que hay que hacer y no tengo miedo en tomar el liderazgo en este asunto."
De todas formas, las críticas en y fuera de Monterrey parecen haber surtido su efecto, pues la Casa Blanca "aclaró" repentinamente que su aporte de ayuda condicionada a países subdesarrollados será de 15 000 millones de dólares y no 5 000 millones. De todas formas se quedan bien cortos, hacen falta 100 000 millones más de lo que los países desarrollados otorgan. (Tomado del Periódico Granma)

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