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Todos somos piqueteros
Facundo Aznárez
(enviado de "Resumen Latinoamericano" a Buenos Aires)
Bajo una intensa lluvia la bronca de la gente salió el miércoles
a las calles de Buenos Aires para decirle a Duhalde, a la clase política
y principalmente a la Policía que el pueblo no se va a quedar quieta
ante la criminal represión policial.
En un país convulsionado por las medidas políticas, por la asfixia
de la clase media y con una economía de emergencia, gente de diferentes
estratos sociales (cada vez más igualados en la miseria) fueron un solo
grito en solidaridad de los piqueteros en la gran manifestación que transcurrió
desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo. Las cifras no importan, lo importante
es que la Plaza de Mayo se llena todas las semanas. Situaciones que hasta hace
poco menos de dos años eran impensables se ven cotidianamente en cualquier
rincón de la Capital Federal: vecinos humildes, profesionales de la enseñanza,
estudiantes universitarios, secundarios y desocupados hacen de la política
su forma de expresión, y hoy el sentir de la gran mayoría es "Somos
todos piqueteros". La dictadura-económica que implantó el binomio
Menem-Cavallo en 1989, que tuvo su continuación con De la Rua, y que
hoy alcanza su pico más siniestro con el gobierno de Eduardo Duhalde
necesita consolidarse a sangre y fuego, fuego real de las fuerzas represivas
y sangre derramada de los luchadores populares (por supuesto hasta que la tortilla
se vuelva).
Un dato a resaltar, y que fue tapa del diario Clarín en esta misma semana,
que ilustra de forma inequívoca la situación de precariedad económica,
es que en lo que va de año hubo 350.000 despidos, trabajadores que quedaron
en la calle como consecuencia del ajuste económico y de la crisis provocada
por este experimento macabro que es el sistema económico vigente en el
país y que tiene su cara más visible en el Fondo Monetario Internacional.
Y eso sin hablar del famoso corralito, de la exagerada suba de precios (sin
subir un peso los salarios), la falta de insumos, medicamentos, entre muchas
otras cosas.
En este marco, la gente sale a la calle todos los días, habla de política
y poco a poco es consciente de la situación en la que se encuentra por
culpa del corrupto sistema político, y por ello no es normal que el 99
por ciento de los dirigentes, que hasta hace poco se jactaban de "representar
al pueblo" hoy no puedan caminar tranquilos por la calle, por miedo a ser enfrentados
por el ciudadano de a pie, que va acumulando bronca día a día.
Y bronca es lo que se siente en las marchas. Bronca por la situación
en general.
En esta batalla, son los piqueteros los que asumen el enfrentamiento directo
con el poder, que está representado en sus cuerpos represivos (Policia
Federal, Provincial, Gendarmería, Prefectura, etc). Es necesario recordar
que las bases del movimiento piquetero, acordó en un encuentro de 1500
delegados, donde no hay cabezas visibles, la implementación de un plan
de lucha que cuenta con varias fases, y en este sentido la de la semana pasada
que culminó con el asesinato a sangre fría de dos de ellos, era
el primer paso. El verdadero desafío será el próximo 9
de Julio en el que confluirán fuerzas de todos los sectores en una multitudinaria
marcha en la capital y en el que los piqueteros anuncian que acamparán
en la misma Plaza de Mayo hasta ver satisfechos sus reclamos (algo tan básico,
como trabajo, justicia y dignidad). Nadie puede aventurar qué puede pasar,
y a la vez cada vez hay menos que perder.
En la marcha de ayer, se sintió la bronca y cuesta comprender como esa
sensación no se convierte en enfrentamiento directo, como sucedió
en las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre pasado, fechas que
marcaron un antes y un después en el desarrollo de la vida cotidiana
de la mayoría de los argentinos.
Bronca y respeto se siente al ver a la imponentes columnas del Moviento de Trabajadores
Desocupados "Anibal Verón", que gritando hasta quedar afónicos
su canto de guerra, recuerdan a Maxi Kosteki y Darío Santillán,
fusilados por la policía en la ciudad de Avellaneda durante el piquete
de la semana pasada, y que gracias a la presencia de cámaras y fotógrafos,
tiene un culpable inmediato: un comisario y un suboficial de la Policia Bonaerense,
aunque los culpables ideológicos sigan en sus puestos de poder.
Miles y miles de personas llegadas de barrios lejanos, que hacen de las asambleas
su punto máximo de organización cantando:
Y dale alegría, alegría a mi corazón
Vamos a vengar los muertos de la Verón
Y dale alegría alegría a mi corazón
Vamos a llenar de ratis (policías) el paredón.
Ya vas a ver, las balas que nos tiraron van a volver.
Respondidos y apoyados por las columnas de sectores de clase media con un "Esta
noche somos todos piqueteros" , "Se va a acabar, esa costumbre de matar" o el
tantas veces repetido "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo" en alusión
a los dirigentes políticos.
Pero como decía anteriormente, esto es solo el preludio, el gran desafío
es el 9 de Julio, Día de la Independencia Nacional, y hoy más
que nunca, de la dignidad piquetera.
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