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9 de julio del 2002
Pobreza, represión y corrupción
Xavier Caño Tamayo
Centro de Colaboraciones Solidarias
Tres de julio. Treinta mil ciudadanos marchan por el centro de Buenos
Aires hasta la plaza de Mayo. Caminan bajo la lluvia con tiempo frío
y desapacible para condenar la violencia policial que causó la muerte
de los jóvenes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Ambos
fueron abatidos por la policía en la jornada de protesta del 26 de junio
contra el desempleo y el hambre convocada por el Bloque Piquetero Nacional de
desempleados y jubilados, algunos sindicatos y grupos de izquierda. Hubo más
de 160 detenidos y más de cien heridos, algunos fueron llevados a servicios
de urgencias con impactos de bala y tres tuvieron que ser operados de inmediato.
El Gobierno, incapaz de sacar al país de la severa crisis económica,
tras anunciar que "las fuerzas de seguridad prevendrían la violencia",
permitió o alentó que la policía la utilizara desproporcionadamente
durante esa jornada. El diputado Luis Zamora acusó a las fuerzas de seguridad
de haber secuestrado a jóvenes manifestantes que eran atendidos en un
hospital "como en la época de la dictadura" y que furgonetas policiales
persiguieran sañudamente a manifestantes aislados.
Ante la feroz represión con heridos y muertos, Eduardo Duhalde se escabulló
de cualquier responsabilidad: "Nuevamente quienes deben custodiar el orden han
llevado a cabo una atroz cacería". Pero esto lo dijo tres días
después de los hechos, cuando la televisión mostró a la
policía disparando proyectiles de plomo contra manifestantes que huían.
Hasta que hubo pruebas, los responsables de muertos y heridos eran los propios
manifestantes según el gobierno. Tres ministros de Duhalde (los de Exteriores,
Interior y Jefe de Gabinete) pidieron 'mano dura' contra los piqueteros en la
jornada de protesta.
La gravedad de la represión no oculta, sin embargo, la situación
de desesperación social que se incrementa semana a semana. Más
del 40% de ciudadanos argentinos en edad laboral no tiene empleo y ya hay más
de 18 millones de pobres: un 51% de la población. En los últimos
cinco meses, el número de pobres se ha incrementado en casi cuatro millones
más, es decir, 25.000 argentinos pobres más por día. El
INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) considera pobre al
que gana menos de 625 pesos al mes: unos 5 dólares diarios.
Y, entre tanto, el Gobierno de Duhalde suplica al Fondo Monetario Internacional
(FMI) que se demoren pagos de vencimientos de este año y del próximo
por la cantidad de 9.000 millones de dólares; el 16 de julio próximo
vencen ya pagos de 5.000 millones. El FMI, a cambio de su ayuda nada desinteresada,
exige reformas económicas con gravísimas consecuencias sociales,
algunas de las cuales, en el mejor de los casos, perjudican a grandes grupos
de población. La famosa teoría neoliberal de que el pastel ha
de crecer para repartirlo. Lo malo es que siempre hay grandes sectores de la
ciudadanía que nunca llegan a catar ni un trocito de ese famoso pastel.
Sobre lo que busca el FMI con las reformas exigidas, da que pensar que el presidente
Duhalde, cumpliendo las exigencias del Fondo, haya vetado recientemente un artículo
de la Ley de Subversión Económica que imponía de 6 meses
a dos años de prisión a los responsables financieros cómplices
por acción u omisión de la organización o encubrimiento
de fugas de capital. Más de 105.000 millones de dólares de patrimonios
argentinos están fuera del país; esa es una de las causas de la
actual situación, junto con una corrupción galopante y descomunal,
como hemos denunciado en más de una ocasión. El FMI no muestra
demasiado interés por atajar esos problemas y sí por recortes
presupuestarios, sobre todo sociales.
Pero, como no solo de economías desiguales e injustas viven las minorías
dirigentes, Duhalde ha aprovechado la conmoción de los últimos
días para anunciar la anticipación de las elecciones presidenciales
al mes de marzo y ha anunciado la salida del gobierno de los ministros de la
Unión Cívica Radical, que accedieron a la formación de
un ejecutivo de concentración nacional. Sospechan los radicales que su
salida del gobierno pudiera ser para que éste, ya monocolor, pueda apoyar
sin trabas y sin rubor al candidato peronista en las elecciones presidenciales
anticipadas.
Eduardo Camaño, presidente del Congreso de los Diputados, ante tanto
malpensado ha echado un capote a su correligionario Duhalde explicando que,
si ha convocado elecciones anticipadas, es porque "ha cumplido con su palabra;
se está yendo ahora que está resolviéndose la crisis que
vive el país". Al margen de que no se sabe qué datos maneja para
decir que se esta resolviendo una crisis que incorpora diariamente 25.000 pobres
más a la desigualdad nacional. No opina lo mismo la diputada y presidenta
del ARI (Argentinos por una República de Iguales), Elisa Carrió,
que acusa a Duhalde de que la convocatoria de elecciones anticipadas es fruto
del pacto entre él y Menem para, entre otras cosas, asegurar la impunidad
de los nueve magistrados de la Corte Suprema que se enfrentan a un juicio político
por corrupción.
A la vista de todo, cabe temer que Argentina no va a poder salir de la crisis
que hace sufrir a millones de ciudadanos porque los responsables de la bancarrota
del país (anteriores y actuales) continúan malgobernando, mangoneando
y asegurándose los lugares de privilegio.