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Operación Masacre en Avellaneda

Hoy mas que nunca. Todo el poder al pueblo

Las elecciones son una nueva trampa. Si el pueblo que lucha acepta este escenario que plantea el gobierno, las fuerzas acumuladas en este periodo se dilapidarán y la sangre derramada habrá sido en vano.
A lo sumo puede tenerse en cuenta, la propuesta de Zamora con respecto a una asamblea constituyente para discutir y definir un cambio socio económico acorde a las necesidades populares, o sea de carácter anticapitalista. Debate que exigirá como condición necesaria, mas organización, mas compromiso social y mas elevados niveles de lucha, porque nadie puede suponer que de plantearse en ese ámbito un cambio rotundo del modelo, los sectores dominantes nos van aplaudir alborozados.
Lo concreto, lo que la experiencia revolucionaria indica, es que lamentablemente no hay atajos para resolver las necesidades del pueblo. El camino será largo y espinoso. La construcción de un verdadero poder popular, aunque no lo deseemos, solo será en confrontación violenta con las fuerzas represivas del sistema. Debemos ser conscientes de lo complejo del proceso de maduración popular y no enredarnos en los cantos de sirena del reformismo. La historia demuestra que los capitalistas no ceden sus privilegios mansamente, cuentan con sobradas mañas y mucho dinero. Pueden comprar conciencias livianas como las del seudo piquetero D´elia o mandar a sus esbirros a matar a los luchadores que no se doblegan como es el caso del planeado asesinato de Darío.
Participar de las elecciones en el marco de las corruptas instituciones preexistentes, es poner la cabeza en el cadalso del capitalismo, ya que en la remota posibilidad que referentes populares lograran un importante caudal de votos, inmediatamente se pondría en marcha la maquinaria represiva para aniquilarlos. Recuerden, entre otras, la experiencia de de los hermanos chilenos o mas cerca en el tiempo el intento de las FARC-EP con la Unión Patriótica, que tronchó la vida de centenares de dirigentes populares.
Sin duda, que la ingenuidad política, la sobrestimación de la fuerza propia y la soberbia intelectual son la madre de la derrota. Miremos la realidad con los ojos abiertos y observaremos que los poderosos cierran sus filas y afinan su doble discurso, preparándose para la confrontación que saben que vendrá.
Unámonos en la lucha. Desarrollemos las organizaciones de base con horizontalidad y democracia directa. Asentemos el poder en nosotros mismos, sin mediadores ni intermediarios. Las elecciones, participemos o no, nada cambiaran a favor del pueblo. En síntesis, miremos el ejemplo de los compañeros de la Veron que sin soberbia hoy marchan a la vanguardia, no porque hagan alarde teórico o se enreden en incansables debates con periodistas sensacionalistas. Al contrario, hacen el camino de la revolución en su andar silencioso entre el barro, enfrentándose a la represión, enseñando y aprendiendo, sirviendo una copa de leche o amasando pan. No los dejemos solos.
Marcos Mendoza

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