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Cátedra Ernesto Che Guevara
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
"Solidaridad es continuar la resistencia"
Texto completo de la clase pública de la Cátedra Ernesto Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, en solidaridad con los compañeros de la Coordinadora Aníbal Verón, el 28 de Junio de 2002
Néstor Kohan, coordinador de la Cátedra Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Como ustedes saben, teníamos planeado para hoy una charla sobre la filosofía,
el pensamiento filosófico del Che, pero como desde el comienzo pensamos
esta Cátedra vinculada a la realidad, a las luchas sociales - no se puede
seguir estudiando al Che en una burbuja - obviamente, por todo lo que ha pasado
esta semana, nos pareció ineludible postergar la clase que teníamos
prevista, y tener otra clase, donde centralmente hablaran, dialogaran y conversaran
con nosotros las compañeras y compañeros de la Coordinadora Aníbal
Verón, que están hoy presentes, y les agradecemos muchísimo
que hayan venido.
Hoy también están con nosotros Vicente Zito Lema, como ustedes
saben es Director de la Universidad; Gregorio Kazi, coordinador de la carrera
de Sicología Social; y bueno, Claudia (Korol) iba a leer una cosa cortita
en nombre de la Cátedra, y entonces, la idea sería dialogar centralmente
con ellos.
Los nombres de los compañeros de la Aníbal Verón que están
con nosotros son: Valdemar Jara, Andrés Fernández, Luis Salazar
y Carlos Ramírez.
Claudia Korol, coordinadora de la Cátedra Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Llamábamos a este diálogo, a este encuentro, "Solidaridad
es continuar la Resistencia". Solidaridad, es multiplicar la presencia
de Darío y de Maximiliano. Multiplicar sus vidas, multiplicar su ejemplo,
multiplicar su entrega.
Solidaridad hoy, compañeras, compañeros, es hacernos fuertes en
el dolor, en no bajar los brazos; es apretar los puños y continuar, continuar,
continuar... Pensar la rabia, vencer la impotencia, vencer el miedo, vencer
las mentiras, vencer la confusión, vencer al silencio.
Solidaridad es - pensamos - crear nuevas esperanzas de pan y tierra, crear nuevos
espacios en los que florezca justicia y libertad, democracia y dignidad, trabajo,
desde la sangre derramada. Otra vez, sangre derramada por quienes así
quieren frenar la historia.
Esta casa - nuestra casa - , la casa de las Madres, con el corazón de
sus hijos desparramado entre nosotros y nosotras para siempre, es el emblema
de lo imposible de su cometido. Las Madres nos enseñaron muchas cosas,
pero una fundamental: hacer de la ausencia presencias fértiles, memoria
insurgente. Los asesinos pueden lograr - si pueden - aplazar el tiempo de la
alegría compartida. Tal vez puedan, si lo logran, atrasar la marcha,
hacer el camino más largo, más doloroso, pero lo que no pueden
es detenernos.
No lo podrán mientras nuestros sueños sigan siendo soñados.
El mundo nuevo, la Argentina nueva, el hombre y la mujer nuevos, no son consecuencia
de leyes fatales de la historia, serán obra de nuestra propia capacidad
de creación, de nuestra invención, de nuestra imaginación,
de nuestra capacidad de hacer con la rabia rebelión, como el 19 y el
20, de nuestra posibilidad de hacer de nuestra sensibilidad para hacer de cada
acción un espacio para el encuentro con otros luchadores. Se trata tal
vez, de que podamos juntarnos no sólo en el dolor, no sólo en
el recuento de las pérdidas, sino a la hora de la acción. Encontrarnos
en el momento justo de la lucha.
Aníbal Verón es el nombre de la Coordinadora a la que pertenecen
los compañeros, es el nombre que multiplica la vida del compañero
caído en Salta.
Aníbal Verón, Maximiliano, Darío Santillán: sangre
de trabajadores en lucha. Sangre que rehace identidad, sangre que fermenta poder
popular.
Nos preguntábamos para qué una Cátedra del Che en este
día, para qué una Universidad Popular. Y tal vez, decimos, una
Cátedra del Che para abrazar la pelea de Darío y Maximiliano,
una Cátedra del Che para recordar con él la necesidad de "endurecernos
sin perder la ternura jamás" . Una Cátedra del Che, una Universidad
Popular para salir una y otra vez a la calle, para invitar a que los pensamientos
se vuelvan actos, y que los actos puedan engendrar nuevos pensamientos y sentimientos,
para que podamos compartir juntos reflexiones, análisis, y sobre todo
- decía - acciones, para que no haya teoría sin práctica,
para que las prácticas sean desafiantes del pensamiento revolucionario.
Y que nos revolucionen.
¿Para qué una Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo?
Para que las ausencias sigan enseñando, para que la historia continúe
su búsqueda de socialismo, sin retroceder "ni un paso atrás".
Para que ninguna lucha se pierda por abandono, Para que todos los compas sepan
que a la hora de la pelea, a la hora de pensar la pelea, a la hora de continuar
la pelea, ésta es su casa. Para que Darío y Maxi, y sus familiares,
sus amigos, sus compañeros, sepan que ésta también es su
casa.
Para que las Madres sepan, para que las Madres sientan que sus hijos e hijas
vuelven cada día que alguien sale a la calle a pedir justicia y pone
el pecho para jugarse entero.
Ayer, en Plaza de Mayo muchas compañeras, muchos compañeros gritaron
por primera vez "todos somos piqueteros". ¡Que el grito salga
de la garganta! Y se vuelva raíz, y se vuelva viento. Se vuelva, como
Maxi y Darío, compromiso.
¡Que nuestra solidaridad sea, precisamente, continuar la resistencia!
Andrés Fernández, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas tardes, compañeros. Generalmente, en el MTD de Solano, casi como
por costumbre, me suelen designar para traer la voz del Movimiento. Hoy me está
resultando verdaderamente difícil, porque nosotros, más allá
de ese dolor con el que convivimos día a día en nuestros barrios,
cuando vemos a nuestros hijos que se están muriendo, a nuestros abuelos
que están olvidados, y por ellos es que peleamos todos los días,
y luchamos por ellos, para ir resolviendo eso inmediato que nos está
matando. Es un dolor con el que cotidianamente nos acostamos y nos acostamos
de nuevo.
Hoy ese dolor se hace un poco más agudo. Tenemos dos compañeros
que han caído en manos de aquellos que están matando a millones
de argentinos, durante mucho tiempo.
No hay mucho que decir en esta situación difícil que hoy nos toca
a los compañeros de Lanús, de Almirante Brown, de todos los compañeros
de la Aníbal Verón. Solamente tratar de ir buscando un hilo de
reflexión fresca, que pueda evitar que nos invada, desde esta bronca,
desde esta rabia que sentimos, que nos invada esa sed de venganza, sin haber
primero visto bien , y con claridad, este difícil camino que estamos
recorriendo, y ver así los errores que hemos cometido.
Es una tarea donde necesitamos muchísima frialdad, muchísima tranquilidad,
y tal vez sea una tarea que solos no la podamos hacer. Es muy difícil
superar un dolor como la muerte de un compañero, cuando uno está
todos los días, hora a hora, luchando por cambiar esta sociedad que nos
está oprimiendo.
Quería decirles también que los compañeros de la Coordinadora
nos sentimos absolutamente íntegros para continuar la lucha, para no
bajar los brazos jamás, mantenerlos en alto y seguir defendiendo nuestra
dignidad. Gracias.
Luis Salazar, MTD Lanús, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches, yo soy Luis, y por ahí me toca un poco... es bastante
complicado hoy estar frente a ustedes, por dos motivos: uno es el tremendo dolor
que siento por haber perdido un compañero como Darío Santillán
- y obviamente también Maximiliano, aunque no lo conocía tanto,
yo con Darío convivía día a día - otro es porque
Darío se encargaba de este tipo de cuestiones, él venía
siempre acá, a la Casa de las Madres, y a las reuniones que teníamos,
un poco él es el que andaba en el tema de la prensa, de todo eso... Por
eso es doblemente, hoy tengo que suplantarlo a él , cosa que ya me cuesta
mucho, y el otro dolor es saber que hoy él no está acá.
Y yo por ahí, más que contarles, o hacerles una descripción
política de cómo vamos a seguir de acá en adelante, me
limitaría - si ustedes me lo permiten - a contarles un poquito quién
era Darío Santillán.
Darío Santillán era un compañero que trabajaba en un proyecto
de microemprendimiento.
Uno de los tantos que tenemos en el MTD de Lanús, en una bloquera, una
fábrica de bloques de cemento, lo cual nos ha servido para construir
una guardería comunitaria, una biblioteca, una panadería; para
poder ayudar a otros MTD, como los compañeros de Solano. Hemos hecho
bloques también para ellos, algunos pocos, no sé si se habrán
roto, espero que no... Darío era un compañero por demás
solidario, era un compañero que estaba al pie del cañón
en todas las luchas y en cada problema cotidiano que tenía cada persona
del barrio. Y bueno, de hecho, perdió la vida al quedarse a socorrer
a otro compañero.
Por ahí los jodo con esto, pero sentía la necesidad de contarles
un poco primero quién era Darío. No me voy a explayar mucho más,
simplemente les voy a decir lo mismo que les dijo el compañero Andrés;
hoy nosotros estamos más fuertes que nunca.
Más fuertes que nunca, porque hoy nos embarga este dolor, y como aquella
frase de unos cantores populares, sentimos que "el que murió peleando
vive en cada compañero", y eso lo sentimos mucho nosotros. Entonces
lo único que tenemos por delante es que nuestros niños sigan comiendo,
que la panadería comunitaria siga funcionando, que sigamos teniendo los
comedores como los tenemos al mediodía, que sigamos construyendo bloques,
y sigamos peleando, día a día, en la calle y en nuestro puesto
de laburo.
Ese es el mejor homenaje que le podemos rendir a nuestro compañero. ¡Y
no vamos a abandonar la lucha jamás!
Como ya lo hemos hecho en otras oportunidades, agradecemos - pero enormemente
- que nos puedan acoger en esta casa tan hermosa como es la casa de nuestras
queridas Madres. Dicho sea de paso que las amamos mucho y las respetamos grandísimamente.
Muchas gracias, compañeros.
Valdemar Jara, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches a todos. Las veces que nos tocó venir acá, generalmente
vine con Andrés, con Carlitos, siempre fue una cosa tan sencilla para
nosotros, y lo hacíamos con tanta alegría ¿no?, y resultaba
por ahí tan fácil contarles nuestras experiencias...
Hoy, aunque suene reiterativo, a mí también me cuesta hablar.
Yo quiero hacer un balance de lo que nos pasó, un balance personal porque
todavía con los compañeros no nos sentamos a discutir, lo vamos
a hacer mañana - por lo menos en Solano; y disculpen nuestro pesimismo,
pero hasta ahora todo lo que vimos de lo que pasó el miércoles
es negativo; porque muchos van a salir a contabilizar esto de las muertes de
los compañeros, a decir que ahora esto nos sirve, porque tenemos bandera
de lucha. Y para nosotros es muy difícil. Estamos quebrados emocionalmente,
es cierto. Pero no estamos quebrados ideológicamente.
Y repito de nuevo: ¡estamos fuertes! Estamos con ganas de seguir luchando,
en ningún momento pensamos en abandonar esta lucha, pero tengamos en
cuenta esto: los compañeros que nos segaron estos asesinos hijos de mil
puta, son vidas humanas, son compañeros de carne y hueso, no son números
que se puedan contabilizar.
Y sabemos - yo sé - que hay que tener fuerza, hay que retomar todo de
nuevo, mirar hacia atrás y hacernos una profunda, profunda autocrítica.
Ya que si no somos capaces de mirar hacia adentro de nosotros mismos y ver en
qué fallamos, entonces no vamos a poder seguir adelante. Que esto no
nos haga caer tampoco en el pesimismo. Perdimos una batalla más, y la
perdimos bastante feo... Fue bastante doloroso, bastante terrible lo que nos
pasó, y tenemos una gran cuota de responsabilidad las organizaciones
que participamos de esto, vamos a tener que discutirlo, vamos a tener que rever
algunas cuestiones.
Pero no queremos olvidarnos de esa palabra tan hermosa que es la solidaridad.
Es la que nos mueve. La que nos lleva cada día a querer cambiar este
mundo, a querer cambiar, transformar esta sociedad. Los bloques que fabrican
los compañeros de Lanús en la bloquera no se rompieron, con esos
bloques construimos la panadería que funciona en Solano. Eso trata de
pintar la relación profunda de solidaridad que tenemos nosotros con los
compañeros de Lanús, con los compañeros de la Aníbal
Verón, esta relación de hermanos que tenemos entre las distintas
organizaciones.
Bueno, yo es todo lo que puedo decir, en otra oportunidad podría decir
otras cosas, pero ahora no se me ocurre más nada... Quiero pedirles disculpas
por el estado de ánimo mío y de los compañeros, es difícil,
y agradecerles profundamente esta solidaridad de ustedes.
¡Y la lucha la llevamos entre todos, compañeros! Recuerden eso:
no se olviden que el protagonista de esto somos todos, el que está en
la calle peleando, el que está mandando un comunicado de prensa, el que
está preparando la casa para cubrir a los compañeros... y hoy,
más que nunca, debemos estrechar esos lazos de solidaridad y construir
redes de articulación y de coordinación, para que las próximas
no nos agarren como nos agarró esta vez, de alguna manera bastante desorganizados...
Eso sólo quería decirles, muchas gracias, compañeros.
Carlos Ramírez, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches, yo soy Carlos. Como dijo acá el compañero, él no se ha ido, está en nuestro recuerdo, siempre lo recordaremos. Lo que voy a leer es algo que escribí sobre el compañero, porque vivió mucho tiempo al lado nuestro, y mas que nada escribí algo para él. Esto se llama "El día del sanguchito". Le puse "El día del sanguchito" porque cuando estábamos parados contra las fuerzas represivas, por un lado venía el Bloque Piquetero, con sus columnas, por el otro lado estábamos nosotros, entonces los compañeros les gritaban a las fuerzas represivas "sanguchito", porque quedaron entre los dos frentes que venían.
"A los muertos de hoy: Darío y Maxi, de quienes luchamos y no nos rendimos"
La muerte es como uno cuando llega, y no hay modo que te pueda subir.
Yo tuve una pesadilla muy rara, como de lobizones y animales raros, que nunca
había yo visto.
Eran como toros con largos cuernos, y muy duros por dentro que araban los campos.
Luego unos valles grandes de cerros y rocas, con mucha agua adentro, para inundar
las tierras secas que no te puedes imaginar.
Una montaña es tan grande como la cordillera de los Andes.
A mí me parecían hechas para que se bañaran gigantes.
Yo me decía: ¿pues dónde andaré? ¿será
esto Argentina?
Y era Argentina, en Solano, Quilmes. Era Argentina.
Fue entonces cuando estando a nuestro lado no estabas a nuestro lado, y veo
tu imagen en la tele con tus ojos idos.
Pero siempre te recordaremos. Con un amargo dolor supimos de tu fallecimiento.
Compañero Darío: nosotros quisiéramos regalarte algo, algo
simple pero muy nuestro.
Tú sabes que no tenemos muchas cosas, Darío...
De hecho es muy poco lo que tenemos. Lo único que poseemos los compañeros,
en abundancia, aparte del amor por la lucha, es libertad en la memoria y muchos,
muchos recuerdos...
Y con ellos te mandamos estos regalos que tienen la bondad de vida, que no ocuparán
mucho espacio en tu equipaje, y te servirán para reírte de esos
que algunos llaman muerte.
Para traerlos a ustedes cerca nuestro llega este relato con el que también
tratamos de recordar a quienes hoy no están con nosotros, pero que estuvieron
antes, y han hecho posible que hoy estemos nosotros.
Con ellos, Darío y Maxi, es hoy también ustedes, nosotros.
Este día - "sanguchito" - cuatro años después
del día en que te conocí, veintisiete años después,
me acuerdo del día en que te conocí.
La lucha de los desocupados caminaba, pero iba de lado...
Iba a los tumbos, así nomás, sin subirse, sin marcar horizontes,
estaba como en el día en este puente Pueyrredón.
Bueno, estos días todo estaba frío... bueno, no todo. Nosotros
estábamos calientes, como que la sangre, o lo que sea que tenemos dentro
del cuerpo estaba con calentura.
O sea, como cuando la luna llega a lo más alto, o algo así...
Pero estos días no. Mas bien como que se nos iba cayendo...
Nosotros igual avanzamos, yo ya estaba muerto, con un palo y algo más,
pero veía que el sol no estaba caminando, sino como que se iba de costado.
Este día ya estábamos muertos todos, y como que avanzamos, como
que somos o seremos los muertos de cualquier tiempo, ocasión, muriendo
otra vez, pero para vivir...
Cuando menos, nos morimos todos, pues la verdad es difícil esto, pero
este día en que el sol caminaba de costado, ya todos estábamos
muertos. Todos y todas, porque también iban mujeres.
Creo que por eso no nos podían matar, como que está muy difícil
eso de matar a un muerto, pues un muerto no tiene miedo de morirse porque de
por sí ya está muerto.
Este día al mediodía fue una corredera de gente. No sé
si porque empezó la represión o porque vieron tantos muertos,
avanzando, caminando, peleando. Como siempre, sin rostros, sin nombres.
Bueno, primero corría la gente, luego ya no corría y esperaba.
Ya luego se detenía y se embroncaba y se acercaba para oír lo
que decíamos. ¡Qué ocurrencia! Vieron que yo estuviera muerto,
de ninguna manera me iba a acercar a oír lo que dijera un muerto, como
que pienso que los muertos no tienen nada que decir, están muertos, pues...
Como que el trabajo de los muertos es andar espantando y no hablando.
Yo me acuerdo que en mi tierra decían que los muertos que caminan todavía,
es porque algo tienen pendiente, y por eso no se están quietos. En mi
tierra así se decía. Creo que mi tierra se llama Población
Santa Adriana. Pero no me recuerdo. Tampoco me acuerdo bien, porque creo que
me llamo José, Carlos, Juan, o no sé.
Creo que de por sí no importa como se llama un muerto, porque ya está
muerto.
Tal vez cuando uno está vivo, pues sí importa cómo se llama
uno.
Pero ya muerto ¿pa' qué?
Bueno, el caso es que la gente está después de su corredera, se
iba acercando a ver qué le decíamos, y qué nos pasaba a
todos los muertos que éramos. Y entonces, pues, a hablar, así
como de por sí hablamos los muertos, o sea como platicando, así,
sin mucha bulla, como si uno estuviera platicándole algo a alguien y
no estuviera uno muerto sino vivo.
No, tampoco me acuerdo qué platicábamos ante tanto gas y desconcierto.
Bueno, un poco, sí...algo que tenía que ver con eso de que estábamos
muertos y en lucha, pues nos estaban reprimiendo con todo.
Al mediodía habíamos cortado el puente Pueyrredón. Al mediodía
ya estaba preparado todo para la respuesta a nuestras demandas de hambre y miseria.
Yo ya estaba algo alterado al mediodía, al ver tanta mierda represiva
junta. Por eso vi clarito que el sol se iba de costado y vi que hacía
frío.
Vi, pero no sentí. Porque los muertos no sienten, pero sí ven.
Vi que hacía frío, porque el sol estaba de costado, muy apagado,
como si estuviera frío.
Todos estaban como que el ánimo engendraba ira contra estos muertos,
y no ser escuchados. Como que entre la pena del sol que ya se esconde detrás
del puente. Ya cuando el sol se fue a esconder no me dí cuenta, así
como estaba yo, alterado, y enojado, y de costado, sólo podía
mirar hacia el frente y de costado, y para arriba. Por eso vi que el sol no
se iba, sino que se iba de costado, como con pena, con miedo de subirse y ponerse
en el cenit.
Ahorita me acuerdo que pasó tanto humo, tanto tiro, tanta bala. Mis ojos
se cerraron, no sé si por la lacrimógena o por la bronca que tenía.
Pero se abrieron un poquito más, como una rendija. Así como una
herida de cuchillo. Y entonces pude ver el cielo y el sol caminando otra vez
de costado, como este día, como muchos días...
No había muchas nubes y el sol sigue pálido. O sea que está
haciendo frío.
Y entonces me acordé de los días cuando los muertos que somos
empezamos esta lucha para hablar. ¡Si, para hablar!
¿Para qué otra cosa haríamos esta lucha los muertos?
Les decía que al abrir un poquito esta rendija de mis párpados
alcancé a ver el cielo. Vi, sentí y escuché. Vi los asesinos,
sus escudos, sus escopetas, sus balas de goma, sus lacrimógenas. Sentí
sus balas de goma en mi pierna izquierda, y escuché las detonaciones.
Nos atacaron, nos siguieron más de treinta cuadras. Y mi gran pregunta
era que los muertos corrían, ¿y por qué si estamos muertos?
Ellos no lo saben, pero yo los veo. Los veo y los vigilo. También me
río.
Sí, porque al final de cuenta, esos infantes represores estuvieron acá
porque nos tienen miedo. Si, ya sé. De por sí, los muertos no
dan miedo, pero estos represores, con sus armamentos nos tienen miedo, de que
los muertos que somos nos echemos a caminar de nuevo.
Y yo no sé para qué tanto barullo represivo, si de por sí
nada podrán hacer porque ya estamos muertos...
Ni modo que nos maten. Tal vez es porque queremos darnos, quieren darse cuenta
y avisar con tiempo al que los manda, no sé...
Pero sí sé que el miedo se huele, y el olor del miedo del poderoso
es así como de vehículo, como de lacrimógena, como de perro,
como de caballo, como de bala de goma, como de metal, y pólvora y ruido
y, y de miedo...
Si el miedo huele a miedo, y el miedo huele en estos carros de asalto, estos
hidrantes, estos patrulleros, a miedo huele el aire que viene de arriba...
El de abajo no. El aire de abajo, el que estamos plantando en Solano, es precioso.
Como que las cosas cambian, como que todo mejora, y se hace más bueno.
A esperanza, a eso huele el aire de abajo.
Nosotros somos de abajo. Nosotros y muchos como nosotros.
Si, ahí está la cuestión, pues. En este día los
muertos huelen a esperanza.
Todo esto veo por la rendija de mis párpados, y todo esto escucho. Pienso,
y mis compañeros están de acuerdo.
Lo sé, porque ellos me lo han dicho: que no está bien que nos
caigamos de costado.
Y que hay que ponerse derecho, por eso de que nos caigamos de costado, todo
apagado y friolento.
¡Pues no! Como que el trabajo es dar calor y no tener frío.
Y si me dejan y no me apuran, y tienen paciencia, pues les hago el análisis
político.
Miren ustedes, yo digo que el problema de este país es que puras contradicciones
tenemos.
Ahí está pues que caigamos de costado y que estemos fríos,
y la gente viva ve, y deja hacer como si estuviéramos muertos. El criminal
es policía y juez, y las víctimas están en la cárcel.
Y el corrupto mentiroso gobierna. Y la lucha social es perseguida como enfermedad.
Y los luchadores estamos encerrados y los ladrones corruptos están sueltos.
Y el ignorante imparte cátedra, y el sabio es ignorado, y el intolerante
represor cobra un sueldo para reprimir, y el ocioso tiene riquezas, y el que
trabaja nada tiene, y el menos manda, y los más obedecemos, y el que
tiene demasiado tiene más, y el que tiene poco tiene nada, y se premia
al malo y se castiga al bueno. Se da homenaje a la policía represora,
y se pasa desapercibidos a los muertos sociales.
Y no solo. Además aquí los muertos hablan y caminan, y se dan
en sus cosas raras, como tratar de vivir y de andar mejor, y mírenlos...no
más, andamos medio de lado, con muertos sin rostros, y tenemos frío,
y no sabemos cómo llegar a ese punto que nos reviva y nos dé calor.
Bueno, Darío y Maxi: reciban un abrazo de todas y todos nosotros. Y uno
especial de la ventana que ustedes abrieron en la lucha argentina, que les vaya
bien, y no se olviden de nosotros. Siempre habrá para ustedes una abertura
en nuestra memoria."
Gregorio Kazi, docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Bueno, así como los compañeros expresaron, y compartieron con
nosotros su dificultad para hablar hoy, quiero compartir con todos ustedes,
que para mí también va a ser difícil, y sobre todo después
de haber escuchado sus bellas palabras.
Básicamente, lo que me invade es justamente furia y angustia. La furia
propia que Andrés la nombraba, y que había que tratar de analizar
para comprenderla en toda su complejidad, justamente para no generar actitudes
de acciones vengativas, eventualmente planificaciones de lucha.
Nosotros también, compañeros, a partir de lo que nos ocurrió
el miércoles, nos hemos llamado a una reflexión profunda, aunque
aún no hayamos podido discutir en profundidad nuestra falta de coordinación,
nuestra falta de organización, como para poder dar respuestas eficaces
ante la evidente organización y planificación de los represores.
Incluso una de las compañeras, así como Andrés, está
lastimada, muchísimos compañeros también, hay gente de
la Universidad herida, y bueno, uno de los puntos de autocrítica es que
recién llegamos a poder verla, tratar de asistirla, acompañarla
en todas las direcciones de impacto que está padeciendo, muchísimas
horas después. Eso habla también de que así como tenemos
grandes puntos de construcción compartida, de sueños, de intentar
forjar ámbitos de emancipación, de insurgencia, sabemos que en
ese camino tenemos límites, y tenemos que analizarlos para poder trascenderlos
de una buena vez.
Mientras los compañeros hablaban, recordé al menos dos cuestiones.
Una de las cosas que me acompañaban de palabras ante tantas sensaciones
era la frase de un poeta muy querido que decía que "hasta que mis
amigos no mueran, no hablaré de la muerte", así como habló
el compañero, desde una visceralidad tan profunda, es decir desde la
vida, desde un profundo deseo de continuar luchando, de continuar construyendo
esos bloques que construyen otras construcciones - más fraternidades,
más solidaridades -, me parece que es el único modo de poder evocar
y homenajear a los compañeros. Es decir, poder hablar de ellos, sí,
comprendiendo el dolor que produce la muerte, la angustia que produce la muerte,
la bronca que produce esa muerte; al tiempo que comprender esa muerte como una
invitación, más profunda aún, a los senderos de lucha en
los que estamos soñando, embarcados, realizándonos, reflexionando.
Realmente, intentaba pensar - en los momentos en los que pude pensar, mayormente
estuve sintiendo, esto no me pasaba hace rato, sentir y no poder pensar - me
invadía, y por suerte eso me convocó, tal como las Madres siempre
nos invitan, a la acción, a ningún tipo de sensación de
repliegue o de sustracción del compromiso.
Uno de los compañeros hablaba de que sí, como decía al
comienzo, podamos responsabilizarnos de nuestras acciones, nuestros proyectos,
tanto de los alcances como de los límites de los mismos. Pero fundamentalmente,
así como podemos encontrar esta vitalidad, esta poesía puesta
en acto, cotidianamente, en cada una de las luchas que pretenden enfrentar al
sistema social en el que vivimos, tenemos también que responsabilizar
primariamente a la hegemonía corrupta, pervertida, feroz, que desgarra
renovadamente, históricamente, el cuerpo colectivo. Es decir: no han
desgarrado el cuerpo de todos los heridos, no han desgarrado únicamente
con tiros del calibre que fuera y con el arma que fuera el cuerpo individual
de estos compañeros. También estos compañeros individualmente
lo padecieron, pero la pretensión de la hegemonía es el desgarrar,
sepultar, aniquilar, despedazar el cuerpo colectivo, la insurgencia, la adquisición
de conciencia de clase, esta convocatoria permanente al combate transformador,
revolucionario, como nombraban los compañeros. No es otra la pretensión,
y esa es la responsabilidad que le cabe a estas - no se me ocurre otra imagen
- pero sería racional, como hienas feroces e impotentes ante la propia
muerte que les devuelve el espejo del sistema, que ellos producen y reproducen
cotidianamente.
Cuando se encuentran con tanta vitalidad, en esa paradoja profunda que marca
el compañero, cuando se encuentran ante tanto movimiento, ante tanta
indignación llevada al plano de la lucha, de la vida y de la poesía,
se ven invadidos por tanto terror y tanto miedo, que no tienen sino la posibilidad
de apelar a sus fuerzas represivas - estoy hablando de la hegemonía,
disciplinada en el Estado -, a esas hienas feroces, repugnantes, para intentar
enlarvar el cuerpo colectivo, despedazarlo a cualquier precio.
¿Por qué? Porque esa es una traducción. Una traducción,
pero tan obscena, hacen tal grado de ostentación, realmente pervertido
del escenario donde se jactan del cuerpo desgarrado, sangrante del otro, que
uno dice: bueno, eses es el correlato, pero más grotesco y obseno de
lo que efectivamente son las fuerzas productivas, las relaciones sociales de
producción, intercambio y consumo de la sociedad capitalista. Es decir,
necesariamente, para sostener los pedidos y mandatos del capital transnacional
-los 14 puntos del FMI - deben demostrar, con toda su gallardía, con
toda su integridad ética y sacra de la que hablan permanentemente estos
perversos; debían demostrar también que están dispuestos
a hacer el único ajuste que hacen permanentemente: es el ajuste de la
tortura, es el ajuste de la aniquilación bajo cualquier medio. Sea con
plomo, sea matando de hambre, sea vaciando los hospitales, bajo cualquier mecanismo
institucional, ¡que no es ningún exceso!, sino que es cui-da-do-sa-men-te
planificado.
También está cuidadosamente planificada la mentira instrumentada
por boca de esos perversos hechos a la ligera, tanto como de los medios cómplices,
que el primer día - ahora están "furiosos" supuestamente
con la represión despiadada de estos hijos de puta - y ahora realmente
están consternados al ver las fotos que periodistas que seguramente no
trabajan orgánicamente para ellos pudieron registrar. Ahora, ante la
evidencia de la imagen, que rompe todas las preguntas repugnantes que se hacían
el mismo miércoles. Estábamos en el hospital, y veíamos
en el Hospital Fiorito las preguntas del señor Santo Biasatti, las preguntas
de Canal 13, de TN, de Crónica: "estos revoltosos de la Aníbal
Verón", develando de esa manera que estaba todo absolutamente planificado.
Es decir, ante los "revoltosos", ante los "subversivos",
ante los que son un resto, ante los que son muertos en vida, muertos sociales,
evidentemente el recorte ha llegado ahora bajo la escala concreta de la aniquilación.
Ya no hay ningún tipo de posibilidad de que ese cuerpo colectivo se entre
a poner en juego y en movimiento por la calle: deberá taparse, deverá
velarse, enterrarse. Al mismo tiempo, velando su propia condición miserable,
que es la única miseria real de espíritu que existe en la Argentina.
La miseria material, queda más que claro, que nos atraviesa transversalmente,
medularmente, es la miseria que produce el sistema capitalista. Es un sistema
de producción de muerte, de intercambio de despojos, de consumo de tortura.
No se lo puede comprender sino en esas dimensiones.
Como bien decía Marx: no hay intercambio en el proceso de producción
entre objetos, sino entre sujetos histórico-sociales, entre personas.
Ahora, cuando ese sistema social, para fundamentarse, para encontrar sus propias
condiciones de existencia, aniquila, ¿cómo sostiene esa verdad?
Su verdad, supuestamente vital, se sustenta en la muerte colectiva. Y sólo
si podemos comprender que efectivamente, a lo que asistimos el otro día
es la vitalidad versus la muerte, es la poesía versus la mentira y el
engaño perverso. Es el combate digno, ético, contra la putrefacción
del alma, del espíritu, de los cuerpos; de quien oprime, de quien reprime
para legitimar un sistema jurídico, económico, cultural, absolutamente
enlarvado. Putrefacto.
Por ello, necesitan justamente enfermar al otro. ¿Enfermar con qué?
Enfermar con su propia muerte. Es decir, el otro es el que transgrede la vida,
no ellos que son quienes literalmente la despedazan.
Es el otro - que somos nosotros - en nuestra condición de tener sobre
nuestro cuerpo, con toda dignidad, nuestra vitalidad social histórica
y todas las vitalidades sociales históricas que hayan estado comprometidas
en la transformación social. Por más que haya cuerpos ausentes.
No nos interesa en este momento la ausencia del cuerpo. Porque tenemos muchos
más cuerpos sociales históricos, no nuestro cuerpo como identidad
privada individual, no nos interesa en este punto nuestra identidad privada
individual. No nos interesa la propiedad privada tampoco.
Deseamos apropiarnos de lo público, de lo colectivo. Ejercer la solidaridad,
esto NO lo van a permitir. Nosotros estamos dispuestos a desarrollar un proyecto
de vida, no se trata de otra cosa...
Un proyecto de poner palabras en el cuerpo, los cuerpos de palabra en lo colectivo,
la producción de vitalidades, la producción de emancipaciones.
"Oíd mortales", justamente, cuando del poder nos dicen "oíd
mortales", es porque nos están disparando. Ustedes son los mortales,
y los voy a llenar de agujeros. Nosotros no, nosotros somos inmortales...La
historia se ha acabado, han muerto todas las ideologías.
Para nosotros no, la historia continúa, las ideologías no han
muerto, la lucha de clases existe, la conciencia objetiva de clase existe y
se forja en el compromiso concreto y cotidiano, en esa lucha enfrentando a aquellos
que efectivamente desean despedazar aquello que tenga que ver con la belleza,
la emancipación, la pureza, la real igualdad, la verdadera fraternidad.
Estamos dispuestos a continuar en ese sendero, estamos dispuestos a celebrar
- no en mi caso, y respeto a quien lo haga - liturgias eclesiásticas,
rituales por los compañeros que han caído, pero sí celebrarlos
en cada acción de lucha en la que continuaremos todos los días.
Gracias.
Vicente Zito Lema, director académico de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Quiero agradecer a los compañeros docentes, que incluso levantaron hoy
sus horas de cátedra par asistir al acto, y permitir que los compañeros
estudiantes también estén aquí.
A los que no son habituales a nuestra Universidad, bienvenidos. Esta es la casa
de todos.
Intentaré reflejar el sentimiento de los compañeros docentes,
de los compañeros estudiantes de la Universidad, y también, y
en especial las Madres, nuestras queridas Madres, me han pedido también
que sea la voz de ellas. Desde lo personal, no puedo dejar de recordar por lo
menos para mí, el comienzo de estos actos. Como que la historia se obstina
en ponernos otra vez en aquel lugar en que pensábamos ya no volveríamos.
Me tocó despedir a los compañeros fusilados en Trelew. Han pasado
casi treinta años, y nos toca hacernos cargo de hablar, porque los seres
humanos hablamos para que las ideas sean compartidas, y al menos el corazón
tenga un poquitito de espacio para dejar salir el dolor y la angustia hacia
afuera.
La reflexión política le corresponde básicamente a los
compañeros de la Verón. El dolor y la historia nos corresponde
a todos.
Maximiliano y Darío: nos hacemos cargo de sus nombres. Otra vez nuestra
lista de muertos incorpora dos compañeros. Y nadie que mire con un mínimo
de rigor intelectual esta historia se animaría a decir por desgracia
que este es el fin de la tragedia.
Maximiliano y Darío. De Maximiliano sé lo que contó su
madre. Las madres siempre hablan con amor. Pero hay un pequeño detalle
que me animo a traer aquí, lo aportó su maestra de dibujo. Un
militante, que aparte de entregar lo mejor de su tiempo en la causa en la que
creía, dibujaba y pintaba. No son cosas menores. Allí donde el
sistema pretende animalizar a la criatura humana, ahí cuando parece que
la pobreza impuesta como manera diaria de vida tiene el efecto devastador de
anular la sensibilidad, la criatura humana, esta vez de la mano de Maximiliano,
nos demostró una antigua verdad: la belleza está al alcance de
todos, y es muy difícil que la belleza verdadera no vaya de la mano con
la ética, no vaya de la mano con el compromiso por la vida. No conozco
los dibujos de Maximiliano. Su último dibujo fue su propio cuerpo.
Darío nos replantea el problema de la ética, la conducta del bien
¿Qué es el bien? ¿De qué lado está? ¿Existe
el bien en estos tiempos de la muerte?
Los compañeros lo conocieron a Darío. Estuvo aquí más
de una vez, en lo de Madres, pero yo voy a hablar de él a partir de sus
últimos gestos.
Cuando las aguas se dividen, mentir está de más, y el cuerpo rinde
cuenta ante la vida.
Maximiliano herido, cuentan los compañeros que él pidió
a los demás que se fueran, que protegieran a las compañeras y
a los niños. Y él se quedó para ayudar al herido. Ahí
la policía lo asesinó. Más todavía: lo ultrajó.
Hemos visto fotos, hemos visto videos, ahí está la policía
tomando a un cuerpo lastimado, indefenso, provocando más dolor sobre
el dolor, más injusticia sobre la injusticia; planteándonos incluso
el sentido de cual es, para qué, dónde comienza la vida y donde
comienza la muerte; qué es lo perverso... ¿Es el hombre un ser
perverso por naturaleza? ¿O es esta práctica cotidiana y concreta
del capitalismo que hace a la criatura humana un ser perverso, animal, dañino,
capaz no sólo de matar, sino de sonreírse, de gozar ante la muerte
del otro; y de convertir al hombre herido, al cuerpo herido, a este chico herido,
en algo que había que ultrajarlo más?
¿Por qué ultrajar todavía más a ese cuerpo herido?
¡Qué envidia, qué prejuicio, que incapacidad que expresaron
esos policías, que no sólo hablaban por ellos, sino que también
hablaban por un sector social de este país!
¡Por respeto a los muertos, aquí no hay que mentirse! Aquí
las aguas otra vez se dividen, y hay gente que salió a decir que estaban
bien los muertos. Hay gente que en el fondo piensa que eso está bien
para que los piqueteros no sigan dañando, amenazando, provocando temor
por esa sagrada propiedad privada, que al menos en este país, se obstinan
en valorar por encima del cuerpo y del alma humana.
¡Aquí está en juego la propiedad privada! Aquí está
lleno de gente que siente miedo por su propiedad privada. Que vió en
Darío, en Maximiliano, como a ángeles del fuego que amenazaban
su propiedad privada. Y nos quieren decir que nos se van a quedar quietitos
mientras los revoltosos, los subversivos, los que nunca están conformes
con nada, los pobres de toda pobreza que no aceptan el destino que tiene el
poder para ellos: morirse en silencio y en soledad como los elefantes. ¡No!
Que no vengan a molestar, que no vengan a decir que están vivos, y que
reclaman, y que protestan, y que pelean, y que no aceptan ser sacados de la
vida como si ya estuvieran muertos.
El compañero, con palabra bella y justa, hablaba del muerto que el poder
ve en los pobres de este país. Y en aquellos que quizás tengan
algún bien, pero que hacen suya, por una cuestión de dignidad,
por una cuestión de amor, por una cuestión de fraternidad, por
una cuestión de ética, la lucha de los compañeros con menos
bienes, con más dolor, con más enseñanza de la dureza sobre
el cuerpo.
Se abrió una vez más la línea separadora en nuestro país.
Seguramente vendrán por más. La historia enseña que detrás
de los liberales que proclaman la democracia y las elecciones y todo eso, cuando
viene el miedo, viene también la voracidad por el cuerpo del que cree
su enemigo.
No estamos para el miedo, sí estamos para la reflexión, para hablar
de Maximiliano, para hablar de Darío, para hablar de los compañeros
de la Verón. Para reconocer que podrá haber errores o no, pero
que la sociedad otra vez necesitada de símbolos, deposita en los frágiles
hombros de los más desposeídos la verdadera condición humana.
¿Y los medios de comunicación, qué? Otra vez mostrando
lo que son, que no hay libertad de prensa en el capitalismo, que hay libertad
de empresa, y que hay quienes juegan para un lado o para el otro. Y buena parte
juega para el enemigo de nuestro país, de nuestra clase, de nuestros
sueños.
No vamos a dejar solos a los piqueteros. No es por ellos, es por nosotros mismos.
Nos quedaríamos demasiado solos y sin sueños en el mundo.
Maximiliano: ¡que sigas apostando a la belleza!
Darío: ¡que sigas apostando a la bondad!
¡Sólo está muerto el que entierra sus sueños!
¡Darío y Maximiliano están vivos con nosotros!
Tota, en nombre de las Madres:
Bueno, después de todas las palabras que dijeron los compañeros,
es imposible decir algo más.
Solamente quiero decirle a todos que Maxi y Darío están junto
con los 30000, en cada uno de ustedes, en cada uno de ellos que luchan, y que
siempre decimos:
¡No se fueron! ¡Están acá! Y van a estar siempre con
nosotras, siempre con los compañeros, siempre con la familia, y sobre
todo con las Madres.
¡Allí estamos nosotras con ellos, y ellos con nosotras!