|
26 de marzo del 2002
Plaza de Mayo, desbordada por la manifestacion del aniversario del golpe militar
Victoria Ginzberg, Página 12
Miles y miles marcharon por el Nunca Más Fue masivo y envolvente:
asambleas barriales, organizaciones de derechos humanos, piqueteros, partidos,
sindicatos y mucha, mucha gente suelta colmaron la Plaza y Avenida de Mayo para
repudiar la dictadura militar. Una gigantesca bandera con los rostros de cuatro
mil desaparecidos
"¡Nunca más, nunca más!" El grito acompañó
la entrada en la Plaza de Mayo de las imágenes de casi cuatro mil desaparecidos,
que representaban a los treinta mil. Sus rostros en blanco y negro, sus nombres,
fueron la principal bandera de la multitudinaria marcha por el 26 aniversario
del golpe militar del 24 de marzo de 1976. La plaza desbordada superó
las expectativas de los organizadores y demostró que la actual crisis
social e institucional renovó la exigencia de Justicia. Y que la lucha
contra la impunidad del pasado se actualizó en un repudio a todo intento
golpista o de represión.
La bandera con las caras de los desaparecidos estaba extendida sobre la Avenida
de Mayo. Ocupaba más de dos cuadras. Hombres y mujeres se detenían
en silencio y miraban hacia el suelo en búsqueda de una fotografía
conocida, de un nombre familiar.
"¿Cuántos son?" preguntó conmovida Morena, de diez años.
Su mamá intentó explicarle que todas esas personas eran poco más
de un diez por ciento de los desaparecidos durante la última dictadura,
y después de hablarle de los niños secuestrados, le dijo que también
"los seguimos encontrando"-. Le contó, entonces, del último reencuentro,
el número 73, el de Simón Riquelo y su mamá Sara Méndez,
ocurrido hace diez días.
Poco después de las seis de la tarde, la tela con las fotos fue levantada
por miembros de organismos de derechos humanos -como Tati Almeida, de Madres
de Plaza de Mayo, Línea Fundadora; Laura Conte, del Centro de Estudios
Legales y Sociales, y Rosa Roisinblit, de Abuelas de Plaza de Mayo- y cientos
de personas que se sumaron para llevarla hasta la Plaza. La movilización
arrancó al paso lento de las mujeres que la encabezaban. Detrás,
marchó el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que aglutinó a
más de cien organizaciones bajo la consigna "Cárcel para todos
los genocidas y represores de ayer y hoy, los golpistas, los hambreadores, los
entreguistas y los corruptos, que no quede ni uno solo"-. Luego, los Ex Detenidos
Desaparecidos, HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido
y el Silencio), las múltiples asambleas barriales, la Central de Trabajadores
Argentinos (CTA), los piqueteros y los partidos políticos. También
estaban los familiares de las víctimas de la represión en democracia,
los asesinados por el gatillo fácil y por los escuadrones de la muerte
de la policía bonaerense.
Tras una bandera con fotos de desaparecidos de origen japonés y la columna
de la comunidad uruguaya en Argentina "que avanzaba al ritmo de sus tambores",
Vito y Alejo marchaban en sus cochecitos bajo la tela que anunciaba: HIJOS.
Los dos "nietos" de un año y de nueve meses, respectivamente, eran empujados
por sus madres que llevaban, por las dudas y por experiencia, una bolsa con
gajos de limón para protegerse de eventuales gases lacrimógenos,
que afortunadamente faltaron en la marcha. Las chicas de la murga "La Chilinga"
bailaban de rojo y negro y los miembros del colectivo de artistas Etcétera,
que se disfrazaron de guerreros con escudos y mallas metálicas, se abrían
paso por Rivadavia al grito de "a comer"-, "a comer"-. Los precedía una
cacerola gigante que contenía una gomera de iguales proporciones. Una
postal sobre el deseo de unidad de los piqueteros y los asambleístas.
"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo".- La consigna madre de los caceroleros
se escuchó desde la nutrida columna de las asambleas que se colocó
detrás del sindicato de los motoqueros. Diez jóvenes montados
a sus motocicletas que hicieron sonar sus bocinas al llegar a la 9 de julio,
fueron recibidos por el aplauso de la "gente suelta" -, tras haberse convertido
en símbolos de la represión del 19 y 20 de diciembre.
Junto con el "que se vayan todos"- y "el que no salta es un militar"-, los caceroleros
cantaban: "Se creían que nos habían cagado, porque estábamos
desorganizados, pero ahora con lucha y con paciencia se ha formado la nueva
resistencia"-. Las asambleas vecinales lograron encolumnar tras sus banderas
a habituales asistentes a las marchas del 24 de marzo que antes se encontraban
sin espacio de representación pero también sumaron a porteños
que nunca habían participado de una protesta de este tipo. "La asamblea
me abrió la cabeza. Antes miraba este tema de afuera pero ahora me sirve
para decirle a mi familia y compañeros de trabajo que no tengan miedo"-,
aseguró Juan Manuel, de 30 años y vecino del Cid Campeador, quien
asistió ayer por primera vez a una marcha de repudio al golpe de Estado
de 1976.
Un par de cuadras antes de entrar a la Plaza de Mayo, la movilización
se topó con otra, que venía en sentido contrario. La Asociación
de Madres de Plaza de Mayo encabezada por Hebe de Bonafini volvía de
la protesta que realizó por separado (ver aparte). No hubo encontronazos.
Por el contrario, Bonafini fue aplaudida por los manifestantes que acompañaban
al resto de los organismos de derechos humanos.
Ya en la plaza, desde el palco, se leyeron dos documentos. Una carta de compromiso
de Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH),
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Familiares de Desaparecidos y
Detenidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo -Línea
Fundadora, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y Servicio
Paz y Justicia (Serpaj) y una declaración del Encuentro Memoria, Verdad
y Justicia. "Hoy, como producto de las políticas de ajuste y la profundización
de la exclusión social, el universo de las víctimas se ha ampliado
a casi toda la población. Mientras, las caras visibles y los beneficiarios
de este modelo gozan de impunidad. Una impunidad que comenzó con las
leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los Indultos para los represores.
Y sentó las bases para la impunidad de los promotores, autores directos,
cómplices y encubridores del exterminio económico"-, leyó
la cantante Cecilia Rosetto como parte del documento de los organismos de derechos
humanos.