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MASIVA PRESENCIA DE LAS ASAMBLEAS EN EL ACTO POR EL ANIVERSARIO
DEL GOLPE
"Juicio y castigo, y no más hambrientos" Uniendo consignas
y con un aire de fiesta, los autoconvocados ocuparon tres cuadras compactas
de la Avenida. Desde temprano, hicieron homenajes a los desaparecidos en los
barrios y un acto frente a la Iglesia de la Santa Cruz, escena de un secuestro
en 1977. El fantasma de un golpe.
La presencia de las asambleas barriales fue realmente masiva. Hubo bombos, cacerolas
y murgas.
Por Laura Vales
Las asambleas barriales participaron de forma masiva en la marcha. A lo largo
de la Avenida de Mayo hubo más de tres cuadras compactas de autoconvocados
que salieron a la calle con pancartas, cacerolas, bombos, murgas, carteles con
los nombres de los desaparecidos. Muchos asambleístas, como Ana, del
Cid Campeador, participaban por primera vez de una marcha del 24 de marzo: "Vine
para decir a los demás, a mi familia y a mis compañeros de trabajo,
que no tengan miedo". En la larga columna de los autoconvocados ayer había
un aire de fiesta. El fantasma del golpe estaba presente, pero también
la idea de que es posible enfrentarlo.
Los vecinos se movilizaron con consignas que unieron el repudio al golpe del
‘76 con el reclamo por trabajo. "Juicio y castigo, y no más hambrientos",
escribió sobre una cartulina blanca, que paseó con los brazos
en alto, un marchante del barrio de Congreso.
Por encima de cualquier diferencia interna, en las asambleas existe una lectura
compartida en cuanto a que esta situación de despojo es efecto de un
proceso con fecha de inicio en 1976. En parte por esta certeza común,
y en parte porque el encuentro cara a cara de los vecinos en las asambleas sacó
del baúl episodios presenciados o sufridos en los años de la dictadura
por los propios asambleístas, durante el fin de semana decenas de grupos
realizaron actividades vinculando el 24 de marzo con la historia del barrio.
Se trató de homenajes caseros con actividades como pintar siluetas en
los lugares donde la dictadura secuestró a alguna de sus víctimas
o rebautizar calles con sus nombres.
En San Cristóbal, los vecinos se reunieron dos horas antes del inicio
de la marcha en Urquiza y Estados Unidos. En la esquina de la Parroquia Santa
Cruz, donde en 1977 secuestraron a un grupo de familiares, entre ellos la fundadora
de Madres, Azucena Villaflor.
La idea de la Multisectorial fue generar un espacio de debate sobre lo nuevo
de este aniversario del golpe. Ayer, entre los que se juntaron en esa esquina
estaba Adolfo Mango, quien 25 años atrás había sido testigo
del operativo de secuestro realizado por las patotas de la ESMA.
Los organizadores pegaron en la ochava afiches con los nombres de las víctimas
de la dictadura e instalaron el equipo de sonido: un micrófono y un parlante
montado sobre un carrito de supermercado. Alrededor se acomodó el vecindario.
Había la misma cantidad de hombres que de mujeres, y muchos adolescentes
de las escuelas cercanas, algunos acompañados por sus padres. También
un grupo de trabajadores del Hospital Ramos Mejía, docentes, monjas y
sacerdotes.
A medida que fueron llegando, hubo vecinos que agregaron otros nombres al listado
de desaparecidos y contaron lo que sabían sobre ellos. Ocurre algo muy
fuerte cuando la imagen de un desaparecido, hasta entonces una foto en un libro
o un afiche, se liga al lugar de donde se lo llevaron. Tal vez por eso, más
que un acto tradicional, el homenaje terminó destinando la mayor parte
de su tiempo a avanzar con la mecánica de la asamblea y se invitó
a quien quisiera a usar el micrófono. La primera en hablar fue María
Díaz.
"A mí me llevaron un familiar; tenía 27 años, lo secuestraron
en el ‘76 y hasta el día de hoy no sabemos nada de él", empezó
la mujer. Y ya no pudo seguir hablando. Con el micrófono en la mano,
María respiró profundo intentando poner la emoción bajo
control. "Vamos, fuerza", la alentó otra vecina desde la rueda.
"Sólo quiero decir que deseo que seamos muchos y que nos unamos",
cerró la asambleísta.
Otra de las personas presentes leyó un poema. Ricardo Laskowski contó
que había pasado 10 años en el exilio. "La dictadura nos
sacó nuestros mejores luchadores", consideró. El sacerdote
Bernardo Hughes, que lleva casi tres décadas en el barrio, recordó
el clima previo al golpe: "en esos días tenía la sensación
de que nos deslizábamos inexorablemente al abismo", contó.
"Los partidos políticos apostaban sólo a llegar a laselecciones,
aunque fuera gateando, incapaces de buscar una respuesta ante la emergencia.
Me gustaría que ahora nos cuidáramos unos a otros, porque sólo
hombres y mujeres nuevos harán una política nueva, que construya
un país para todos".
A las cinco de la tarde los vecinos comenzaron su marcha hacia el Congreso para
encontrarse con las otras asambleas. Eran más de doscientos y decidieron
por unanimidad pasar por el Hospital Ramos Mejía y por Brukman, la fábrica
textil tomada por los trabajadores y puesta a producir luego de que los empresarios
la abandonaran al borde de la quiebra.
Ya en Brukman había otra veintena de asambleas, agrupaciones y partidos
políticos. A las seis de la tarde, mezclados en una sucesión de
carteles de autoconvocados y murgas barriales, los de San Cristóbal llegaban
a Entre Ríos y Rivadavia. Faltaban aún dos horas para entrar a
la Plaza de Mayo y sólo el conjunto de asambleístas se extendía
a lo largo de más de trescientos metros.