24 de Marzo
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Dos homenajes a la memoria
Por Luis Bruschtein
El acto en Plaza de Mayo por el 24 de marzo fue uno de los más grandes de los últimos meses. |
La emotividad del acto en la ESMA y la importancia
que tuvo para el movimiento de derechos humanos llevó a miles de personas.
Y muchas de ellas participaron luego en la multitudinaria concentración de
Plaza de Mayo.
Aunque fue menor que la de la tarde, la asistencia al acto de la ESMA fue
muy numerosa pese al día laborable, la hora y el lugar a trasmano. En el acto
que hicieron los organismos de derechos humanos a las 11 de la mañana, hubo
algunas discusiones porque varios de los manifestantes querían que el acto
se hiciera dentro de las instalaciones de la ex ESMA. Finalmente se hizo del
lado exterior de la reja que da a Figueroa Alcorta y luego se marchó hacia
la calle lateral donde se había montado el escenario. La gente llegaba en
forma permanente hasta sumar varios miles de personas, sobre todo jóvenes.
Estaba la gente que convocan los organismos de derechos humanos, muchas familias
y grupos dispersos y agrupaciones piqueteras como la FTV, Barrios de Pie,
MTD Resistir y Vencer, MTD Evita y Peronismo Militante, MVP y MP20 así como
un cartel del Partido de la Liberación.
La presencia lúgubre del edificio donde funcionó uno de los mayores centros
clandestinos de la dictadura –junto con el de Campo de Mayo– se hacía sentir
en el ánimo de la multitud. Pese a la música que aportaron Gieco, Heredia
y Serrat bajo el sol implacable del mediodía, no fue un acto festivo; la emoción
era una masa compacta suspendida en el aire, como si todo el mundo sintiera
la presencia de los desaparecidos de la ESMA. Estaban esas voces en el silencio
que provenían de los edificios y que creaban una sensación de irrealidad o
perplejidad por algo que nunca podría haber llegado a suceder. Hubo lágrimas,
ojos cerrados capturando recuerdos, un apretón de manos por historias compartidas,
miradas al piso para ocultar un ramalazo de dolor. Fue un ejercicio puro de
la memoria.
El Presidente y hasta el último manifestante fueron inundados por ese clima,
no hubo actuación. De un lado estaba la ESMA y del otro, las tribunas de Defensores
de Belgrano con un gran cartel con los colores del club, que decía “Somos
la semilla del Pato Zucker”, uno de los miles de desaparecidos. Para el movimiento
de derechos humanos el acto fue un hito importante en su historia. “Como Presidente
quiero pedir perdón por el ocultamiento por parte del Estado en estos veinte
años de democracia”, dijo Kirchner en su discurso en un gesto institucional
que asumió como propias las banderas del movimiento. El radicalismo reaccionó
ofendido por esa frase y recordó los juicios a los ex comandantes. Pero Kirchner
no se puso por fuera de esa afirmación, la pronunció como parte y jefe de
ese Estado y tampoco fue un análisis histórico, sino el simple enunciado de
una realidad y el hecho de asumir la responsabilidad que implica.
La discusión y algunas protestas sobre si el acto debía hacerse dentro o fuera
del predio quedaron en la nada, porque cuando terminaron de cantar Gieco,
Heredia y Serrat, las puertas de la ESMA estaban abiertas. Nadie lo anunció,
no se vio a nadie que lo ordenara, no hubo movimientos de seguridad, simplemente
las puertas laterales estaban abiertas. Y la gente que ya se estaba retirando
empezó a entrar, tímidamente, y cada vez fueron más y de repente todo estaba
invadido, miles de personas caminaban en silencio por los senderos arbolados
del que fuera un campo de concentración. No había desmanes ni corridas ni
gritos. Era un paseo extraño, como una reafirmación respetuosa de su posesión.
Varios cientos se congregaron en el amplio salón de actos y cantaron consignas.
Alguien denunció luego que en una oficina rompieron vidrios y sillas. Pero
la gran mayoría realizó ese paseo como un rito de toma de posesión y memoria.
El acto en la Plaza de Mayo fue multitudinario, más grande aún que el del
20 de diciembre pasado. El movimiento piquetero, sobre todo las columnas del
Bloque Piquetero Nacional aportaron la mayoría de la asistencia, pero, a diferencia
del 20 de diciembre pasado, había una gran cantidad de personas no encolumnadas
y muchas de ellas ingresaron a la Plaza con los organismos de derechos humanos.
Quizá por casualidad, la primera consigna con que entraron los manifestantes
a la Plaza fue la misma que cantaron los manifestantes cuando terminó el acto
de la ESMA: “Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a
buscar”.
Muchos de los que llegaron a la Plaza, sobre todo entre los espontáneos y
los que marcharon con los organismos de derechos humanos, habían estado también
en el acto de la ESMA. Aunque en las discusiones previas a la concentración
en Plaza de Mayo hubo posiciones que planteaban a los actos como antagónicos,
la mayoría de esta gente no lo entendía así, lo cual generaba algunas discusiones.
Estaba el que planteaba la duda de que el Gobierno estuviera haciendo buena
letra en los derechos humanos para ocultar la problemática de la miseria y
el desempleo. “Son cosas distintas, ¿desde cuándo los derechos humanos ocultan
el tema social?”, le respondía el que había estado en los dos actos. “Es como
la gata Flora –agregaba–, una vez que logramos algo, no podemos aceptarlo.”
En otro grupo, un hombre relataba la emotividad y la importancia que había
tenido el acto en la ESMA. Otro reflexionó entonces sobre la importancia de
mantener una actitud crítica. Las agrupaciones que marcharon a Plaza de Mayo
acordaron un documento único que incluye la no criminalización de la protesta
social, una amnistía para todos los luchadores sociales, el no pago de la
deuda externa, no al ALCA, repudio a la invasión de Irak, entre otros. Esos
puntos fueron leídos varias veces por los altoparlantes en la Plaza sin que
los manifestantes les prestaran demasiada atención. Lo extraño del asunto
es que esos mismos puntos fueron seguidos con mucha atención, en cambio, por
el público en la ESMA y por el Presidente y sus ministros, ya que figuraban
en el discurso que leyó con mucha energía la representante de la agrupación
HIJOS. Esos contrastes dan la impresión de que la situación es mucho más rica
y compleja de lo que plantean quienes quieren reducirla a un posicionamiento
simplista entre oposición y oficialismo.