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24 de Marzo


UN DOLOR QUE NO CESA

Hugo Presman
ARGENPRESS.info*

La imagen impacta por su fuerza. Desde el Juicio a las Juntas y su memorable sentencia nada había sido tan rotundo en su significación emblemática. El Presidente de la Nación ingresó al mayor campo de concentración de la Argentina, la ESMA, acompañado de los sobrevivientes. Debieron pasar casi tres décadas del período más criminal y devastador de la historia argentina para que la firme decisión presidencial protagonizara este hecho histórico. Ahí, en ese ámbito siniestro recorrieron los laberintos del horror. Capucha, capuchita, el pañol, la pecera. Un argot para identificar con palabras la geografía inexplicable. Un descenso al infierno. Poblado de ausencias. Un escenario impensable en la por entonces más culta e integrada sociedad latinoamericana. Entre esas paredes, mujeres jóvenes adolescentes tuvieron a sus hijos encadenadas. En medio de las torturas y los llantos se escribieron poemas de esperanza. La vida se negaba a morir en medio de la degradación cotidiana. La picana, el submarino, los simulacros de fusilamiento, el lanzamiento de los prisioneros al mar, eran prácticas corrientes. Los montoneros 'recuperados' debían servir para el proyecto político de la siniestra figura del ex Almirante Emilio Nicolás Massera. Ahí estaba el Presidente. Protagonizando un hecho histórico. Que debió suceder muchos años antes. Pero lo que debe ser común no es frecuente en la Argentina. Por eso el asombro está vinculado a hechos que deberían haber sido normales. Y que la complicidad y la cobardía han postergado al punto de parecer imposibles. Ahí están los sobrevivientes. Los que volvieron del infierno con moretones en el alma. Los que siempre continuarán sintiendo en su corazón las ausencias. Los que quedaron para dar testimonio. Los que tuvieron que enancar sobre sus sufrimiento aquel mandato bíblico:

'Justicia, justicia perseguirás.' Ahí, en ese edificio blanco, la sangre aún no se ha secado. Por eso las heridas no cierran. Y el dolor no cesa. Aunque se atenúa cuando se dan pasos, como éste, en el sentido correcto.

Noche y niebla

En las primeras horas de aquel trágico 24 de marzo de 1976, se cumplían los 90 días de plazo que el General Videla dio, desde Tucumán, al agónico gobierno de Isabel Perón. Las TRES A, que había creado el siniestro cabo y aspirante a brujo José López Rega, como organismo parapolicial, se transformarían en la TRIPLE A del proceso (las tres Fuerzas Armadas) como Estado criminal. La ceguera y cobardía de la mayoría de la dirigencia política, las falsas expectativas que alentaba la clase media sobre el orden que establecerían las armas, la indiferencia de los sectores populares ante un gobierno en muchísimos aspectos indefendible, dieron el marco para que el golpe se recibiera como la caída de un fruto maduro. Nadie, medianamente informado, podía desconocer que en la Argentina, de producirse el golpe, largamente anunciado, se reproducirían los métodos criminales que Pinochet venía practicando en Chile desde el 11 de septiembre de 1973, a pesar del repudio internacional.

Como esos tragos amargos que la historia propone, había que sostener el deplorable gobierno de Isabel, como la soga al ahorcado. Los que no se engañaban eran los grupos económicos que mientras saboteaban los últimos atisbos democráticos del gobierno constitucional, se preparaban para ayudar al genocidio, alentando la represión, actuando posteriormente como delatores de los delegados de fábrica, accediendo a la instalación de centros de detención en las propias instalaciones fabriles como en la Ford, Mercedes Benz y el Ingenio Ledesma entre otros. Esos grupos se enriquecerían luego con la patria contratista, dejando anémico al Estado, y luego se quedarían con sus restos cuando fue desguazado. El proyecto criminal tenia entonces un correlato económico y como objetivo una reestructuración profunda de la sociedad. Había que aniquilar toda resistencia política y transmitir y propagar el horror. El miedo pasó a ser un compañero cotidiano. El horror no tuvo limites. El infierno adquirió nacionalidad argentina. Mujeres embarazadas, adolescentes, niños, bebes, nadie quedaba excluido de asesinos vesánicos como Suárez Mason, Menéndez, Bussi, Acosta, Verplatsen, Camps, Chamorro entre tantos otros, en cumplimiento de un plan criminal orquestado por las Fuerzas Armadas representadas por Videla, Massera y Agosti. Torturas, violaciones, secuestros, prisioneros arrojados desde aviones al río o al mar, reparto de bebes y apropiación de los bienes de los desaparecidos como botín de una presunta guerra. Una historia de ignominia en la sociedad más culta de América Latina. Como en Europa bajo el nazismo, Dachau, Auschwitz, Bergen Belsen, o Treblinka en Argentina se llaman La Esma, El Olimpo, La Perla, o El Vesubio, apenas cuatro de los trescientos cincuenta campos de concentración distribuidos sobre una geografía ensangrentada. Todo esto con el pretexto de exterminar un terrorismo agonizante y aislado políticamente Veintidós años mas tarde esta afirmación fue compartida por Wayne Smith agregado de la Embajada Norteamericana en nuestro país en aquellos años, quien sostuvo 'La embajada jamás considero que había una gran amenaza terrorista. Los militares argentinos eran quienes pensaban que estaban librando la primera batalla de la tercera guerra mundial. Para mi eso siempre fue una tontería'. Había infames que cometían asesinatos en nombre del Estado, y miserables que pegaban calcomanías con aquel slogan tristemente inolvidable 'los argentinos somos derechos y humanos'. Un intento de economía de mercado y apertura económica basado en la tracción a sangre generosamente derramada, que lamentablemente tendría su continuidad en democracia con sucesivos gobiernos, tributarios del desmantelamiento del modelo de sustitución de importaciones, los que siguieron levantando los dogmas neoliberales, continuidad ideológica de Martínez de Hoz. El dólar barato, traducido en el deme dos, era un anestésico que acentuaba la ceguera. Si fuera necesario rescatar una imagen paradigmática de la crueldad sin límites de aquella época de locura habría que recordar a una joven embarazada, con sus ojos vendados, sus manos engrilladas, sus piernas atadas a la cama, debatiéndose entre el miedo y la incertidumbre, mientras se retuerce entre los dolores del parto, consciente que el nacimiento de su hijo coincidía con su sentencia de muerte. La duda de la joven madre, si su hijo sería criado por sus asesinos, después de haberlo tomado como botín de guerra. El horror sin límites ni parangón, de matar y apropiarse de la descendencia. En esa noche sin estrellas, en la profundidad de la oscuridad, unas mujeres sin historia publica, sólo armadas con el coraje de la desesperación, relegaron sus tareas domésticas y se precipitaron hacia la Plaza de Mayo, que desde entonces y para siempre le dio ubicación geográfica a su dolor y a sus esperanzas. Esas mujeres, caminando en círculos, gastando las suelas y el alma, arrastrando las piernas cansadas de golpear puertas sumidas en la indiferencia, perforaron la coraza de un poder amurallado y todopoderoso, al tiempo que protagonizaban una de las gestas civiles más notables del siglo pasado, portando como único titulo su condición de Madres y Abuelas y la legitimidad moral de sus reclamos. En sus pañuelos blancos está presente la dignidad de la resistencia Una lección en medio de la muerte. Sin venganzas. Sin justicia por mano propia. Con la vida como estandarte. Y la memoria como enseñanza.

Disidencias parciales con la iniciativa

Me parece bien que la ESMA sea convertida en Museo. Disiento con el nombre: ' Museo de la Memoria'. Cuando uno visita Auschwitz o Dachau está explicado lo que sucedió en ese campo de concentración. No es un museo del régimen nazi ni de la segunda guerra mundial, pero dialécticamente también lo es, en la medida que es un muestrario de algo mucho más amplio. A nadie se le ocurrió llamarlo museo del nazismo o de la segunda guerra mundial. Creo que el debería decir: ESMA Principal Campo de Concentración de la dictadura criminal 1976-1983 MUSEO.

Posiblemente en los próximos años sea necesario fundar un museo donde se de cabida a los testimonios y acontecimientos de todo lo sucedido en la década del setenta. Con sus grandezas y miserias. Contemplado en el complejo entramado de esa realidad. Sin visiones maniqueístas.

El otro tema de disidencia es el retiro de los retratos de Videla y Bignone del Colegio Militar, del que fueron directores. Deben quedar ahí con una leyenda que diga: Jorge Rafael Videla, ex presidente de facto, asaltante institucional nocturno, asesino, condenado por delitos de lesa humanidad. Reynaldo Benito Bignone, ex presidente de facto, imputado de crímenes de lesa humanidad, permitió que alumnos bajo su responsabilidad fueran secuestrados y posteriormente desaparecidos. La historia es una totalidad y ella ha ocurrido con prescindencia de que se pongan o saquen retratos. Lo que importa es el texto que está debajo de la foto. Es decir la mirada histórica.

Un lugar para las Fuerzas Armadas

Las Fuerzas Armadas han sido en reiteradas oportunidades el instrumento ejecutor de sectores económicos minoritarios que derrotados sistemáticamente en las urnas, acompañados por franjas importantes de clase media produjeron los golpes de 1930, 1955, 1966 y 1976. También actuaron como uno de los sostenes de un gobierno nacionalista y redistribuidor progresivo del ingreso como sucedió de 1945 a 1955.

Es necesario que la autocrítica de las Fuerzas Armadas sea real, que surja de una mirada realmente crítica sobre un pasado en que actuaron como si se tratara de un ejército de ocupación. Que no sea una postura para un reacomodamiento oportunista. Que los planes de estudio de los Colegios Militares sean puestos al servicio de una formación nacional y democrática. Que las carreras se cursen en la Universidad Pública. Y que en consecuencia las nuevas Fuerzas Armadas sean reintegradas a la sociedad. Dejando de lado algunos sectarismos comprensibles desde el dolor pero no desde la perspectiva de iniciar una etapa superadora.

El dolor que no cesa

La imagen impacta por su fuerza. El Presidente de la Nación y un grupo de sobrevivientes visitan el principal Campo de Concentración a punto de convertirse en Museo. Mucha incomprensión ha desfilado por los crueles años argentinos. Los sectores económicos que fueron los mentores ideológicos del vaciamiento, demolición y remate del modelo de sustitución de importaciones y del Estado de Bienestar, con su consecuencia, un inmenso ejército de pobres e indigentes permanecen impunes y haciendo negocios con los sucesivos gobiernos. Presidentes ausentes, cómplices, o indultadores. Sociedad anestesiada por coyunturas económicas. El intento absurdo de la reconciliación dejando los delitos sin castigo. Mucho tiempo para que se haga justicia. Por eso el dolor no cesa. Pero va encontrando en algunos casos un cauce de esperanza. El inmenso daño ya está causado. Ha llegado el tiempo de la reparación definitiva. Es complejamente sencillo: se llama justicia.


* Hugo Presman es periodista.