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ESPECIAL: SALIDA AL MAR DE BOLIVIA

Servicio Informativo "alai-amlatina"
Conflictos Santiago-La Paz:
Bolivia, Chile: Marcado racismo en la historiografía chilena

Hernán Uribe *
Servicio Informativo "alai-amlatina"

Con el desprecio hacia el "cholo" y la glorificación del belicismo se pretende justificar la guerra de 1879
El diálogo entre los vicecancilleres de Bolivia y Chile efectuado en Santiago a mediados de febrero en coincidencia con el 125 aniversario del inicio de la guerra de 1879 es caracterizado como un sedante de escasa potencia que está lejos de calmar, menos solucionar, el problema de fondo de una salida al mar planteado con énfasis por Bolivia y al cual se ha agregado ahora su protesta por la privatización del puerto de Arica.
Aunque algunos sean optimistas en ambas naciones, en Chile, una definición positiva para Bolivia, tendrá que traspasar la difícil barrera del odio hacia los vencidos sembrado por la "historia oficial" y que se cosecha hoy claramente vía las declaraciones de políticos y en la información interesada de los órganos de comunicación.
Expliquemos, en primer término, que los historiadores chilenos confirman que Bolivia siempre tuvo litoral, que la zona de Antofagasta era regida por funcionarios bolivianos, mas luego aceptan, sin fundamente moral, el derecho a ocupar territorios ajenos, planteando así tesis idénticas a las utilizadas por los colonialistas de antaño y del presente.
Luis Galdames, cuyos libros fueron textos escolares en la primera mitad del siglo XX, escribe: "No gustó a Bolivia que los chilenos le poblaran y le hicieran producir su desierto. Pueblo todavía inculto, encerrado entre montañas y llanuras casi intransitables, detestaba al extranjero.(...) Por eso odiaba a los chilenos de la pampa y a Chile". Y esta es la forma en que trata a los gobernantes vecinos: "Después de una revolución -como tantas otras- se apoderó del gobierno de Bolivia un general inculto, tipo de aventurero, llamado Hilarión Daza" (l)
La ocupación militar de Antofagasta el l4 de febrero de 1879, dio comienzo a la guerra. El día l7 desde los balcones del palacio presidencial en la Paz, Daza denunciaba la agresión: "El día l4 de los corrientes, dos vapores de guerra chilenos con 800 hombres de desembarco y apoyados por un considerable número de gentes depravadas por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo, se han apoderado por sorpresa de nuestros indefensos puertos de Antofagasta y Mejillones".
¿Godos o chilenos?
Francisco Antonio Encina (l874-1965) el más famoso historiador chileno, quien fue también, empresario, hacendado y alto funcionario gubernamental, es francamente racista. En referencia al periodo de los años pre guerra y al tratado de l874 con Bolivia, apunta : "Hacía ya muchos años que regía los destinos de Bolivia el cholo, cuya duplicidad inspiró a Sarmiento esta célebre salida: "A los bolivianos es necesario saludar en plural, para que no se resientan el diablo y la mentira que están detrás. El tratado de 1874 no podía durar sino lo que el gobierno del anciano presidente Frías, destello póstumo de una moral sepultada por el cholo: la del hidalgo castellano" (2).
Pero hay más. En un capítulo que llama "Impulso expansivo del pueblo chileno", intenta explicar esa tendencia: "La mayor cantidad de sangre goda que circulaba por las venas del pueblo chileno, en relación con sus hermanos, y la mayor abundancia de energía vital acumulada(...) lo impulsaron hacia las aventuras lejanas.
Agrega: "La naturaleza física del territorio, admirablemente adecuada para la vida del blanco pero que nada brindaba espontáneamente , actuó en el mismo sentido de la tendencia racial" (subrayados nuestros).
Rememoremos que para ocupar Checoslovaquia, Hitler utilizó el pretexto de que en una zona del país, los Sudetes, parte de la población era de origen alemán. Encina ofrece el mismo argumento para justificar que Chile se apoderara de territorio boliviano. Leámoslo: "En una palabra, hacia 1874- 1879 todo, población, brazos, capitales y empresarios, excepto la soberanía era chileno en Antofagasta. La población chilena, por impulso espontáneo de la sangre, tenía que rebelarse contra la soberanía artificial de Bolivia y tender hacia cualesquiera que fueran la prudencia y la honradez de los funcionarios bolivianos." (subrayados nuestros) ¿No observa usted estas palabras como una arenga política en vez de un relato histórico?
Continúa nuestro historicista . "Por otro lado, aguardar seguridad, justicia y respeto por parte de las autoridades bolivianas del litoral, era sencillamente una candidez. El cholo-dice Arguedas- desde que consigue al éxito "ofrece el espectáculo de un tipo dominador, generalmente propenso al abuso y a la arbitrariedad" y remata con frase antológica: "El odio al boliviano cobarde y cruel, se extendió de Copiapó a Chiloe". (3) (Aquí, Encina tal vez sin advertirlo, habla de los límites norte y sur reales del Chile de entonces).
Soberbia
Oficialmente, Chile se ha opuesto con soberbia más que con razones a una salida de Bolivia al Pacífico. Recuerda el político y colega boliviano Andrés Soliz Rada, que el 13 de agosto de 1900, el Ministro Plenipotenciario de Chile, Abraham Köning, entregó al gobierno de La Paz una nota oficial en que dice: "Es un error muy esparcido opinar que Bolivia tiene derecho a exigir un puerto en compensación de su litoral. No hay tal cosa. Chile ha ocupado el litoral y se ha apoderado de él, con el mismo título conque Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones". (4)
A modo de comentario de lo leído que, en rigor, contiene la médula ideológica de un fascismo que soportaríamos medio siglo después, he aquí dos citas:
a) "Mussolini glorificaba la guerra como una fuerza de purificación para un pueblo que aspiraba a la prepotencia";
b) "El hitlerismo fue antisemítico, porque el prejuicio racial era el camino más corto para destruir los modos racionales de pensar". (5)
Colofón
Antaño y hogaño ha habido chilenos que se han opuesto a las sinrazones arriba expuestas y han propiciado soluciones y fomentado relaciones cordiales con Bolivia. El actual presidente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Juan Somavía, manifestaba: "Chile y Bolivia deben encontrar un acuerdo mutuamente aceptable por el bien de ambas naciones.(...) En el Altiplano debemos tener un socio y no un adversario" (Diario La Epoca, 31-5-87).
En los tiempos que corren, Gonzalo Martner, presidente del Partido Socialista (de la coalición gubernamental) fue claro al expresar que un arreglo con La Paz es obligatorio y otro tanto hicieron el diputado por Arica, Iván Paredes y el ex senador y actual ministro de Educación, Sergio Bitar. El Partido Comunista ha expuesto con franqueza su postura proclive a un acuerdo para terminar con el mediterraneidad de Bolivia y esa actitud se extiende asimismo a círculos intelectuales y a historiadores como el profesor Pedro Godoy, director del Centro de Estadios Chilenos (CEDECH).
Con ocasión de la reunión entre los vicecancilleres Jorge Gumucio (Bolivia) y Cristián Barros (Chile), el influyente cotidiano El Mercurio tituló en portada: "Chile logra triunfo ante Bolivia" (l8-2-04). Al día siguiente se vio obligado a publicar una rectificación-comentario del senador democristiano Gabriel Valdés. En referencia directa a la nota mercurial, opina Valdés que "le parece una actitud de prepotencia que en el campo internacional es repudiable, (y) que no corresponde a la verdad porque no hubo ni triunfadores ni perdedores y muchos países pueden confirmar (por causa del diario) que Chile desprecia a otra nación."
"De una vez por todas, agrega el parlamentario miembro de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado, no debemos usar ni actitudes ni frases deportivas para tratar un tema tan delicado como son las relaciones con Bolivia, país al cual debemos respeto y fraterna consideración".
* Hernán Uribe: periodista y escritor chileno
(1) Galdames, Luis. Estudio de la historia de Chile, Imprenta Universitaria,1925
(2) Encina, Francisco. Historia de Chile, s/f
(3) Op.cit
(4) Soliz, Andrés. Chile: la diplomacia incrédula.
(5) Thomson, David. Historia Mundial (1914-1968) Santiago,20-2-04 Fondo de Cultura Económica, 1990