"La Plaza tiene una dimensión que tal vez nunca lleguemos a tomar conciencia"
Marcha del jueves 1º de septiembre de 2005. Hebe de Bonafini
Compañeros, estos días de lluvia nos marcan cada vez más a los que tenemos la convicción de que la Plaza es nuestra, de que la habitan nuestros hijos y nosotras. La Plaza es nuestra, quiero decir de todos los que somos capaces de venir todos los jueves, aunque llueva; que no medimos si nos mojamos, que no medimos si hace frío. Y hablo de esto porque hay dos compañeras de las que estamos orgullosas, ese orgullo de militante y de madre. Una es la compañera Beatriz, que es discapacitada motora, que no falta ni un solo jueves aunque llueva; que tiene desaparecidos a nuestros hijos, no a los hijos de ella. Ella dice que son sus hijos y que por eso viene. Y también a una compañera que es discapacitada visual, que viene junto con otra compañera que la acompaña todos los jueves. Esas compañeras nos dan un orgullo y certifican y afirman cómo se habita una Plaza, cómo se la gana.
Anoche, un grupo de compañeros pintó los pañuelos sobre las baldosas; cuando nosotras no estamos está la presencia del pañuelo blanco tan pintado y tan sentido, como anoche. Un grupo de compañeros compró la pintura y vino a pintar muy tarde, a la noche, para que hoy estuvieran los pañuelos mientras marchamos y que para la noche, cuando no estamos, estemos. Eso es la Plaza.
La Plaza es los que venimos aunque llueva, que no medimos si hay más o menos personas; los que sentimos que habitar la Plaza es tomar conciencia que venimos por nuestros hijos, porque no los abandonamos, porque no los olvidamos, porque los queremos, porque los amamos. Y quiénes son nuestros hijos: los treinta mil y los cincuenta mil de Latinoamérica, los compañeros cubanos que están presos en las cárceles de Estados Unidos; quiénes son nuestros hijos: los compañeros que luchan, que luchan por trabajo, por dignidad, los compañeros que no abandonan la lucha. Esos son nuestros hijos y por eso nosotros, los que venimos cada jueves, sin calcular si somos pocos o muchos, tenemos la fuerza y la contundencia de que esta Plaza es nuestra, que la hemos ocupado y que la habitamos cada jueves junto con nuestros hijos y con los que a lo mejor están muy lejos, como los compañeros de Misiones, a quienes les arrasaron las chozas, como los compañeros que fueron golpeados el otro día.
Esos compañeros fueron golpeados y las Madres hicimos un comunicado muy duro, (dirigido) al ministro del Interior. Me habló el Presidente a mi casa y me dijo que la Policía que golpeó estaba siendo sancionada y los que se tengan que volver a sus casas se van a tener que volver por haber golpeado a los compañeros. O sea, que lo que las Madres decimos es escuchado. Gracias señor Presidente, por escuchar a las Madres y ojalá y así sea y se cumpla, que estos milicos estén en la cárcel y no que estén en la cárcel los que piden trabajo, para que no sea éste el mundo del revés.
Por otra parte, estamos en contra de Bush, que no venga. ¡Fuera Bush de la Argentina! Es una campaña de las Madres. Y hemos dicho sí a la campaña por los presos cubanos, y le hemos dicho sí a la campaña de los compañeros venezolanos, en contra de este pastor que dijo que había que matar a Chávez. Quiénes son los terroristas, adónde están los terroristas.
Por eso, la Plaza tiene un valor incalculable, una dimensión que tal vez nunca lleguemos a tomar conciencia. Aquí hay compañeros cubanos filmando, hay compañeros de Cine Insurgente filmando, hay compañeros de Venezuela y de Brasil filmando. Gracias a los compañeros que no olvidan, a las tres y media, a las Madres y a nuestros hijos, no sólo de Argentina. Somos Madres de todos los latinoamericanos y del Tercer Mundo desaparecidos y golpeados y torturados y sometidos por este Bush que no queremos que venga. Queremos que venga Fidel. ¡Fuera Bush de la Argentina!