La Fogata con las Madres
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Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 25/03/2004
La gota que cavó la piedra
24 de marzo de l976. Crimen tortura, desapariciones, muerte, secuestro de niños, libros quemados, traiciones, robo, saqueo, deuda externa, complicidades, alambre de púas rodeando toda expresión de vida.
El crimen de la dictadura militar quedará grabado para siempre en la historia argentina porque su marca violenta está impresa en la quiebra del país.
El genocidio de la dictadura tiene también sus responsables civiles; sus mandantes, la gran burguesía nacional que engordó a la sombra del genocidio y el imperialismo norteamericano.
El dinero que las carroñeras clases dirigentes argentinas tienen depositados en el exterior, el producto de su maridaje con el FMI, está amasado con sangre. Aún continúan extendiendo el amasijo.
También sigue sin ser considerada la responsabilidad de los grandes partidos nacionales.
Sus gobiernos en la post-dictadura trabajaron para la impunidad, para la confusión, el olvido, y significativamente, continuaron la política económica de la dictadura.
Los hechos ocurridos ayer, tan conmovedores, hacen parte de la derrota "cultural" de la dictadura. La verdad histórica se ha impuesto en el tiempo, inexorablemente.
Las fuerzas armadas son hoy un desecho institucional, sin objeto ni moral "intrínseca". Las políticas que las encuadran continúan siendo determinadas por las necesidades económicas y geopolíticas de EE.UU., subordinadas al Comando Sur norteamericano.
El pueblo argentino cambia, dolorosamente.
Los efectos devastadores de la política económica de la dictadura están a la vista; pero, desde Cutral-Có, desde el 19 y 20 de diciembre de 2001, la ideología que la sustentaba no para de agrietarse.
El Presidente de la Nación, en una actitud de gran valor simbólico, histórico, retiró del Colegio Militar los cuadros de los asesinos Videla y Bignone, (dicen que los militares se robaron los cuadros originales. Se autocalificaron). Y también expropió la ESMA, con el propósito de llevar adelante diversos proyectos, que transformarán este edificio para un destino absolutamente opuesto al que le otorgara la dictadura.
Los dos hechos son muy importantes en términos morales, históricos, culturales.
Sin menoscabar la importancia de la decisión presidencial, los hechos sucedidos este 24 de marzo ponen en evidencia la importancia histórica del discurso de las Madres.
Mucho de la derrota "cultural" de la dictadura, que por lo sucedido ayer y el discurso del Presidente confirman, es obra de la lucha incansable de las Madres; comenzó el 30 de abril de 1977 cuando iniciaron su marcha en la Plaza de Mayo.
Quién puede negar hoy, casi 27 años después que (en soledad la más de las veces) fueron las Madres quienes destruyeran paso a paso, con inmensas dificultades, la política de impunidad y olvido llevada adelante por los dos partidos mayoritarios.
Quién sino ellas, batalladoras incansables contra ese engendro intelectual perverso del alfonsinismo, la llamada "teoría de los dos demonios", pueden sentirse felices, tranquilas de verla caer pulverizada por las palabras presidenciales.
Como una gota horadando la piedra, ha sido la lucha de las Madres.
La política de impunidad de Alfonsín y Menem se va derrumbando, el discurso que las ha sostenido hasta ahora pugna por quedarse, pero inconsistente se erosiona implacablemente.
"Si derribamos la deuda, derribamos al capitalismo", dicen las Madres, y en ese camino están. Ese será el gran acto de justicia para el pueblo ofendido.
En el acto de lectura de las sentencias a las juntas militares, los fiscales Moreno Ocampo y Strassera le pidieron a Hebe, presente en la sala, que se quitara el pañuelo. Lo hicieron crispados, insistentemente, conteniendo apenas la furia. Hebe les respondió que les molestaba el pañuelo porque esa sería la única condena en el juicio, y se retiró con el pañuelo en la cabeza hacia la calle, desde donde las Madres construyen, también paso a paso, su camino, inexorablemente.
Hebe no se equivocó aquel día, por eso el pañuelo blanco de las Madres ocupa en el pueblo el lugar de la dignidad, tan escasa por cierto en esta tierra, y abre caminos.