Rasgar las jaulas de la realidad, pájaros hacer con sus garrotes
I
En virtud de un reciente decreto del Poder Ejecutivo nacional, la Asociación Madres de Plaza de Mayo ha decidido promover la conversión de la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada en una Escuela de Arte Popular. Como con la poesía y la revolución, las Madres pretenden con este proyecto dislocar la realidad, herirla de salud, sosegarla con un nuevo combate que la intranquilice absolutamente. Convertir en vida, en futuro, en conmoción el pasado de horror de esos terrenos. Provocar. Abrir las ventanas de la muerte, los postigos de los oscuros pabellones, para que entre el sol de la rebeldía, de la rabia, de la razón de los pueblos cuando luchan. Duras ternuras sin fondo que defienden al mundo contra la última vez.
Las Madres, que inicialmente salieron a la calle a luchar y más tarde se organizaron, entienden el arte igual que la política. Cultura de la acción. Escuela donde el aprendizaje y la enseñanza no se realizan ni antes ni después de una "clase" o "conferencia" de arte, sino durante, mientras, en tanto que, el hecho creador. Ese mismo espíritu insurrecto, inquisidor, parió la Universidad Popular.
Las Madres de Plaza de Mayo, con 27 años de lucha bajo la piel de sus zapatos, saben perfectamente que esta escuela de arte no mitigará la impunidad para los genocidas militares y sus cómplices civiles, tan asesinos como ellos. El castigo que la "Justicia" encubridora exceptuó, no habrá de compensarlo esta escuela. Pero servirá para que las futuras generaciones experimenten emoción y no espanto, se conmuevan y nunca se paralicen, adquieran conciencia crítica pero jamás memoria estéril, ante el genocidio más impresionante sufrido por el pueblo del país durante los años setenta. Será una búsqueda liberadora más, como la plaza emancipada de cada jueves a las tres y media de la tarde. II
El arte, las manifestaciones de cultura popular, no son un pasatiempo escapista sino la manera de ser de los pueblos, su desgarrada alegría. Reflexión apasionada. Sirven para abreviar las distancias que se abren entre el hombre y el mundo. Devuelven al hombre esa distancia como desafío y al mundo como creación de sí mismo. Con la poesía, la música, la plástica, la danza, el teatro, pueden nombrarse los sueños, las pasiones, los dolores que le ocurren a la humanidad todos los días y no constan, sin embargo, en las crónicas de la historia oficial. Como la teoría, el arte también educa. Ciencia con pies de barro donde los pueblos tienen razón.
Por otra parte, que siempre queden márgenes, trechos que el arte no alcance a nominar, precisamente agranda su éxito. Por más que se quede hasta tarde practicando la puntería, el ojo de la palabra literaria siempre será chicato o miope. No obstante, su carencia abunda en sabiduría: conoce a fondo sus limitaciones y de sus miserias crecen riquezas hondas como el sol. Todo lo que la palabra se calla la boca queda a criterio o decisión de la poesía, que no es lo mismo que "los poetas". Entre la poesía y los poetas hay zonas de sombra maravillosa y frustración que ninguno puede adjudicarse para sí. La poesía trabaja el tiempo de descuento de la palabra, el intervalo entre lo que nombra y lo que es. Igual sucede con el hiato irremediable entre el movimiento y el baile; el color y la obra pictórica; una canción y la ensoñación, la euforia, que produce. III
Pero el arte no es neutral ni es el hermano inocente o bobo de una familia ambiciosa y voraz. Como todo lo que está vivo y forma parte de la realidad concreta, en el seno del arte también se libra una lucha sin cuartel entre clases sociales contrapuestas, que lo desangra y a la vez lo dinamiza. Hay palabras, colores, estéticas, que adquieren significado según quién los esté empleando. Que lo hagan los poderosos o el pueblo define su validez. Poesía para sí. Ejemplo: la palabra violencia en boca de los periodistas a sueldo de las multinacionales no dice lo mismo que en letra de los condenados de la tierra. Una habla a favor de la muerte, la otra en representación de la paz verdadera. El redoblante militar es igual al tambor de los corsos de las esquinas, pero uno marca el paso de la guerra y el otro dirige el ritmo de los bailes doloridos de protesta popular.
Conscientes de ello, las Madres se pronuncian enteramente por la belleza de los pueblos, la ternura de los trabajadores, la gracia y la solidaridad de los ofendidos por el capitalismo enajenante. Como en su concepción clasista de los derechos humanos, ellas optan abiertamente por el combate frontal a los explotadores del actual sistema económico y social, también desde el hecho artístico. Una lírica desde lo popular, que no por ello deba vulgarizar sus cualidades estéticas; un arte que sea político, de resistencia, pero no por lo que resulte de la decodificación de su sistema simbólico sino por su permanente replanteo del mundo, que incida críticamente sobre la realidad.
También, un arte que potencie expresiones de cultura popular desestimadas por la academia oficial. El cuadro y la escultura sí, pero también el afiche. El verso irreductible del doble nudo del pañuelo blanco atado a la altura de la garganta en la tarde de cada jueves del país. Música de cámara, coplas sin nombre, ejecutadas por manos campesinas. La silueta sobre los muros de la ciudad para denunciar la desaparición, el drama inconcluso de tantas presencias no físicas. La danza que bailan los cuerpos en movimiento durante una movilización. Un arte vital, no encerrado en sí mismo, que comunique, que conmueva, que interrogue. Arte de la praxis que ponga al descubierto las contradicciones de un sistema social injusto y perverso, que opte por acreditar –y combatir- mediante su eficacia estética la fetichización del dinero y la cosificación de las relaciones sociales. Las luchas populares como vanguardia artística. IV
La poesía no pregunta a sus interlocutores sorprendidos, protagonistas de su belleza, por sus conocimientos estilísticos previos. Los desbarata, los desconcierta, y punto. El artista no es un semidiós; apenas es un hombre –o mujer, tornero o costurera, estudiante o doctor, ferroviaria o bancario- que posee una sensibilidad radical, esa soledad picante deseosa de ser compartida. Las Madres saben que todo creador verdadero se ha nutrido de la realidad de su pueblo, al que ha ofrecido esa misma realidad, estéticamente elaborada, en un intento de influir sobre ese pueblo, de despertar la conciencia dormida que de sí mismo posee. El arte nace del hombre y regresa nuevamente a él. Por eso mismo nada de lo humano le es indiferente ni ajeno.
Una vez más, en el país del genocidio y la hecatombe económica y moral, es posible, sin embargo, la poesía. Mientras la clase trabajadora no ejerza el poder político, serán el gozo de las buenas canciones, la justicia popular de una pieza teatral conmovedora, las que legitimen a los pueblos en sus cruentas luchas concretas, cotidianas, permanentes. Las Madres de Plaza de Mayo, siempre tercas, invictas, nos invitan ahora a continuar la revolución en la suave violencia del arte popular. Dulces mujeres vestidas de etiqueta, descalzas, convocándonos a nuevas osadías: la historia. Justo cuando tías viejas, solteronas, nos ordenan siesta, hacer la digestión, ellas –las Madres- nos tocan el timbre para ir a jugar. ¿Vamos? Demetrio Iramain
Febrero de 2004 Posdata/apéndice/poema al pie: El poeta no sabe si es/ un intelectual o poeta únicamente./ Duda, desespera a la mitad/ de un verso en la tarde./ Le ocurre que está amando a una mujer/ y pardos ruidos que vienen como de atrás de todo,/ yéndose,/ le rompen la caricia: ¿y el compromiso?/ Peor el intelectual,/ que pregunta a su reputación si/ es intelectual solamente y además hombre/ Por su parte las Madres de Plaza de Mayo/ (de profesión mujer,/ estado civil: embarazadas para siempre/ por hijos de presencia no física)/ escuetamente luchan./ Tercas de amor son como/ su escándalo en la historia./ Cuando llueve y están tristes/ no soportan ver al arbolito de la puerta de su casa/ mojándose./ Ponen una bolsa de nylon en/ la ramita más alta./ Respuestas sin red para dar al hombre/ otra oportunidad o vez sobre la tierra/