La Fogata con las Madres
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Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 04-03-2004
Mucho se debate acerca de si el imperialismo norteamericano está en franca retirada o más bien todo lo contrario. En cualquier caso, la revolución y el socialismo que lo sucedan aún tienen mucho que construir entre los pueblos del mundo. Por otra parte, el imperialismo en crisis –definitiva o transitoria- también resulta peligroso, igual de prepotente, infinitamente más agresivo. Ejemplo: América latina.
El imperialismo ha vuelto a actuar. Recientemente su mano militar ha llegado hasta las costas de Haití, por donde han ingresado centenares de marines con la excusa de proteger la embajada norteamericana en aquel país, pero con el obvio propósito de controlar la revuelta política, conducirla según sus intereses, y procurar el provecho de las riquezas naturales de la nación caribeña. Otros van más allá y afirman directamente que fue Estados Unidos quien organizó la crisis de violencia política que desencadenó un "Golpe de Estado", como denuncian. De movida, entre los beneficios yanquis obtenidos durante el conflicto en Haití puede nombrarse la reinserción por la ventana de Estados Unidos en el contexto de la diplomacia internacional, que había abandonado cuando el mundo entero –excepto España, Italia y Gran Bretaña- condenó la invasión a Irak: Francia –otrora el gran impugnador de la masacre en Bagdad- ha sido el fiel compañero de Bush en el desenlace de la crisis haitiana.
No por nada Chávez razonó públicamente el fin de semana pasado que él no es Aristide. Probablemente Venezuela sea el objetivo del imperialismo a mediano plazo y para más adelante Cuba. Y Bolivia, si fuera necesario, y además ahondar la intervención en Colombia, y así indefinidamente como rebeldías salgan al sol del continente.
En Venezuela, por caso, la embajada norteamericana y sus jefes en Washington se han pronunciado públicamente, sin dobles lecturas, injiriéndose impúdicamente en los asuntos internos de una nación soberana, contra el proceso bolivariano y exigido a Chávez cambios políticos, elecciones anticipadas, referéndum, renuncia o las dos a la vez, y volver atrás en todos las medidas de indisciplina ante el imperialismo. Ni más ni menos. O sea, renegar del proceso popular bolivariano y trocarlo por otro neoliberal, hambreador, pro imperialista, a imagen y semejanza de los anhelos financieros.
El nuevo mecanismo golpista, triunfante aquel 11 de abril de 2002 pero derrotado al día siguiente, consiste en impulsar un "referéndum revocatorio", previa recolección de firmas que avalen la medida. En el caso de Venezuela, la campaña a favor del referéndum ha sido una maniobra tan grosera, falaz y carente de toda legalidad, que la convierte –por lo burdo de la jugada- en una provocación golpista, pergeñada precisamente para provocar violencia en las calles y justificar una futura intromisión extranjera en el conflicto, como en Haití últimamente.
Tal vez los hechos en Venezuela y Haití pretendan ser una "medida ejemplificadora" por parte del imperialismo norteamericano ante los ojos de los demás gobiernos latinoamericanos, entre ellos Argentina y también Brasil. Por qué no. La deuda externa es la amenaza actual y concreta en la que se manifiesta el rigor del imperialismo en estos dos países, pero cumple el mismo rol disciplinador que la presencia militar yanqui y su consecuente preparación y financiamiento de sangrientas revueltas populares, o asonadas militares, que casi siempre terminan en golpes de Estado oligárquicos, de estilo "cívico-militar". Por eso, también es alentadora e interesante –aunque aún muy incipiente e irresoluta- la conformación de un bloque regional que negocie conjuntamente, más firmemente, con el Fondo Monetario, es decir, contra él.
Nunca hay dos hechos políticos exactamente iguales, pero entre ellos siempre pueden escrutarse generalidades, procesos que se emparentan, causas y consecuencias. Aristide asumió como el curita de los pobres que traería justicia y prosperidad a los hambreados y perseguidos negros haitianos, pero después se convirtió en tirano. No vaya a ser que digan lo mismo de Hugo Chávez Frías –ya lo están diciendo- y legitimen así un nuevo golpe de Estado –o como le llamen-, otro más.