Amanece que no es poco
Editorial de Ni un paso atrás.
Programa de radio de las Madres de Plaza de Mayo 22-1-04
La realidad suele enunciarse
de forma tramposa u ocultarse mediante técnicas elaboradas. Sin embargo, la marca de la injusticia y la opresión
se descubre, aún en las cuestiones
domésticas, cotidianas.
Detrás de múltiples máscaras, buena
parte de la pequeña burguesía
intelectual nos habla hasta el cansancio de democracia, resignación
y sacrificio frente a la crisis.
Vendiéndose a sí mismos en sus
autorrepresentaciones, en su prosternación mercantil, los dueños de
una parte de los dones de la sociedad
capitalista, encubren su disonancia
ensordecedora, sus paradojas kafkianas.
Disfrazan con eufemismos un mundo en el
que el afán por los objetos lo
prostituye todo, el ser humano es un mero apéndice de las cosas.
Pero las guerras "finitas" e
infinitas, el FMI, la invasión a Irak, el
misticismo nazi de Bush, nos revelan la falsedad de la supuesta
racionalidad del mundo capitalista.
La extenuante sobrecarga de mitos e
ilusiones, decididamente irracionales,
hacen parte también del deterioro del sistema.
El capitalismo es un crimen; con sus
dictaduras latinoamericanas, sus
multinacionales, la CIA, el Pentágono, sus asesinatos selectivos, sus
bancos lavadores, sus "paraísos
fiscales"(¡!), el consenso de Washington, Menem, Cavallo y el FMI, con el imperialismo, el capitalismo, alcanza
dimensiones monstruosas.
En nuestros desaparecidos, en el
trabajo, la producción, la riqueza y el
horizonte social también desaparecidos, los sufrimos y los conocemos
muy bien.
El desarrollo tecnológico y científico,
el relativo bienestar de las
metrópolis, es soportado sobre el hambre, la muerte, la violencia, de
la mayor parte del planeta.
El camino transcurrido de Hitler a Bush
muestra que la civilización capitalista
incluye inseparablemente la barbarie.
Cuando amanece, e inmersos en el mundo,
intentamos comprender la "metáfora"
de la vida, armar la respuesta a sus interrogantes, nos tocamos con
la violencia de la injusticia, la falta
de techo y cobijo, trabajo. La
muerte...
Toda América, la misma historia, las
mismas penas y los mismos traidores.
Los pueblos del sur estamos en una
crisis en la que, por habernos sido
arrancado todo, necesitamos recuperarlo todo: nuestro pasado, el árbol y
el río y la sonrisa del niño; todo, y
junto al hermano, el compañero, crear
nuestra historia y futuro.
El secreto consabido es que tenemos
tiempo, y es "nuestro tiempo".
Ellos, los poderosos, se reúnen en sus
foros y convenciones, a pelearse por el
botín, a hablar de la inseguridad..., su inseguridad. Luego, regresan a sus barrios cerrados, medievales; su reloj
va hacia atrás, el nuestro hacia
delante, indefectiblemente.
Puede que el tiempo sea una metáfora
ilusoria, pero intentar detenerlo lo es
más.