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La Fogata con las Madres

Que la tortilla se vuelva

Editorial de "¡Ni un paso atrás!" – Programa del 13/02/03.

En la ciudad de la lluvia, son los pobres quienes se inundan pero también los que deben pinchar caños de red pública para darse agua potable de tomar. (A propósito, ¿será cierto que en Bolivia prohibieron por ley juntar agua caída en las tormentas, en beneficio de las empresas que se quedaron con el negocio de la privatización? Esta injusticia, pero más que eso: esta barbaridad o disparate, ¿sugiere una explicación ante los hechos producidos ayer en la ciudad capital La Paz? ¿Ayuda a comprender en algo el alcance o profundidad de las contradicciones de clase existentes en aquel país de selva y altiplano?)
Los hijos de esos pobres de Argentina y de Bolivia, igualmente pobres e hijos de la ancha madre tierra del sur, están presos por robar para comer y sobreviven en cuchas carcelarias, sin colchones, amuchados como cucarachas, mientras los militares culpables del genocidio argentino y su consecuencia en devastación económica y social, gozan de libertad y cargos políticos, y en el peor de los casos prisión domiciliaria en casaquintas cinco estrellas.
Es que en el capitalismo, la injusticia es ley no escrita y los garantes del orden burgués tiene premio en la impunidad.
Bajo el mismo techo del mundo o cielo, el gobierno más terrorista del universo, blindado con los arsenales más sofisticados y destructivos del planeta, les ordena a los países enemigos desarmarse, y si no los amenaza con desatar sobre ellos guerras de lluvia ácida, lluvia de bombas nucleares, pobreza eterna de uranio empobrecido y el maleficio permanente de las siete pestes y el hambre.
El mismo sol sale por el este de la tierra, pero algunos pocos veranean y otros muchos duermen en las calles, apretando las manos contra las piernas apretadas, masticando diente contra diente para contener el frío de la misma noche dormida en pasillos del subterráneo o cómodos somier, según la pertenencia a una u otra clase social.
En tiempos de "la crisis del sujeto", "el fin del trabajo" y "la muerte de las ideologías", son trabajadores desocupados y obreros de fábricas tomadas los únicos que labran el suelo del país: a contragolpe del patrón y el Estado superan todos los días, de manera sorprendente, los alcances de sus organizaciones, sus planteos políticos e ideológicos, afilando drásticamente su puntería como sujeto de cambio revolucionario.
Esto pasa todos los días y sus consiguientes madrugadas, justo a la misma hora en que los políticos serviles y corruptos discuten cómo mantenerse en el poder, si con elecciones o dictaduras, parlamento o cuartel; si prometiendo zanahorias o repartiendo garrotes.
Sin embargo, y mientras esto sucede, el pueblo desespera y sufre, ama y sueña, viene y va de los partidos del domingo al trabajo o la ruta rota, abierta, por piquetes, con esperanzas dobladitas bajo el brazo y nostalgias del día que todo va a cambiar. En el camino, la estrella de la revolución sube por detrás del cielo y alumbra el paso lento, desgarbado, de las mujeres y hombres que añoran dar vuelta el sufrimiento, mirar la desdicha del lado del revés y que los ricos coman mierda, mierda.
Conducción: Luis Iramain
Columnistas: Oscar Palacios, Demetrio Iramain, Inés Vázquez, Marisa Gallego
Producción: Gerardo Nielsen