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La Fogata con las Madres

27 de octubre del 2002

"Yo no he perdido hijos, los he ganado en cada lucha"

Entrevista a Hebe de Bonafini, de Madres de Plaza de Mayo
Ricardo Martínez Martínez

Rebelión

A todas las madres que se desvelan por el mañana
"Yo no he perdido hijos, los he ganado en cada lucha", afirmó en entrevista Hebe de Bonafini, integrante de las Madres de Plaza de Mayo.
Mirada firme y combativa, sonrisa esperanzadora y vitalidad desbordante, son algunas de las características que Hebe devela en su rostro bordeado por la histórica pañoleta blanca.
Con el tiempo encima porque hay mucho que pelear y construir, la dirigente de Madres advierte sobre la existencia de muchos fuegos que encienden a América Latina. En un pequeño cuarto de la Universidad Popular, Hebe de Bonafini mira un cuadro que representa los 25 años de la lucha por la justicia; hace una pausa y dice: "los fuegos pequeños encienden otros fuegos".
¿Qué importancia tiene la memoria histórica para las Madres?
-Las Madres le damos muchísima importancia a la memoria fértil. La memoria histórica casi siempre se le relaciona con la muerte y nosotros decimos que tiene que ser la memoria fértil la que produzca, reproduzca, crezca, convenza, trabaje, luche, se mueva, construya la historia. En ese aspecto, por lo de nuestros hijos, creemos en la memoria que los recuerde por lo que hicieron. La gente tiene que tratar de recuperar todo lo que ellos dieron, todo su trabajo político, todo su trabajo de alfabetización, todo su trabajo en los sindicatos, por la salud. Esa es la memoria por la que las Madres trabajamos, no la de los museos, no la de la muerte.
¿Cómo considera el trabajo legal para alcanzar la justicia universal? ¿Es posible que por esta vía se alcance la justicia y se castigue a los criminales de lesa humanidad?
-No, yo no lo creo. Lo que se hace es difundirlo, pero castigarlos no. Todos los gobiernos han tenido responsabilidades en la dictaduras, todos los gobiernos han tenido una pequeña parte en la responsabilidad sobre todo los gobiernos del primer mundo. No sólo Estados Unidos, sino también Francia que ha tenido su brazo ejecutor. Nosotros estamos convencidos de que la responsabilidad política de las dictaduras, de la represión, del horror y de la muerte nunca va a hacer condenada como los pueblos queremos, porque en realidad la responsabilidad fue muy grande. No sólo lo hicieron los militares, no sólo Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, sino también muchos políticos cómplices de lo que estaba pasando. No creo en los tribunales internacionales, en las Naciones Unidas, creo que se puede buscar, decir y hablar, pero no para condenar, creo que son tribunales que en definitiva, hasta te va a parecer muy duro lo que te digo, pero certifican la impunidad porque el represor hizo lo que hizo, pero nadie lo condena.
En manos de quiénes está alcanzar la justicia?
En la de los pueblos...
¿De qué forma?
Yo creo que los pueblos lo estamos demostrando. Lo que pasó en Venezuela lo ejemplifica. El pueblo está apoyando lo que eligió, lo que quiere. Los bolivarianos están muy fuertes. Creo que los pueblos alcanzarán la justicia con su fuerza organizada, con asambleas, con piqueteros como los de Argentina, con los trabajos de las organizaciones de los defensores de la vida y de la libertad. Quiero hablar del grito de justicia aunque los jueces sean corruptos, quiero decir que la justicia existe, está en un lugar y los pueblos tenemos la obligación de buscarla, de encontrarla y de tenerla, no esperando en los tribunales, los pueblos nunca esperamos en los tribunales, ni en los parlamentos, solucionamos en las calles, cuando nos juntamos, cuando hacemos fuertes grupos.
Pero falta consolidar una alternativa que pueda juzgar y castigar a los responsables de crímenes y genocidio...
Yo lo que creo es que las Madres no paramos de hablar, de escribir, de editar. Tenemos el archivo más grande de Latinoamérica en cuanto a los que han sido los campos de concentración y represión. Hacemos desde hace 25 años todos los jueves una marcha exigiendo justicia. La corrupción de los jueces es clarísima, son traidores y corruptos, pero la política es la única que libera, entonces justicia y política tiene que ver con la ética, con los principios, el amor, la moral y por allí empieza la alternativa.
Hace dos años detuvieron en México a un represor de la dictadura que estuvo en la Escuela de Mecánica de la Armada argentina y de nombre Ricardo Miguel Cavallo, alías Sérpico ¿Cree que, en cierto sentido, se debe a la exigencia de justicia por parte de las organizaciones como la ustedes?
Yo creo que Cavallo como tiene mucha plata en algún momento va a comprar a algún juez mexicano, argentino o al que le toque y no va a estar más en la prisión. Ellos saben manejarse muy bien, el dinero es poderoso. Lo bueno es que el mundo ya supo que ese señor es un tramposo, un criminal, un cómplice y eso es lo bueno que el mundo sepa lo que son unos genocidas, que se les haga un vacío, que no puedan andar tranquilos por las calles porque la gente los repudia. Eso es la condena, la condena popular.
Muchos militares represores en la década de los 70 y 80 en el Cono Sur se han convertido en empresarios como Cavallo ¿Qué relación tiene el poder económico con las fuerzas armadas?
Esa es la recompensa que hace el poder. Creo que los militares se convirtieron en empresarios porque son las castas sociales que dominan a nuestros pueblos. Sabemos que un militar se casa con los hija de una gran empresario, en la familia siempre hay un juez, un cura y un militar y ellos nos dominan... dicen que nos dominan. Nosotros somos felices porque los pueblos luchamos, salimos a las calles y ellos no lo pueden hacer. El poder sigue estando en las manos de los que tienen dinero.
Luego de este resultado ¿Qué alternativa hay entonces?
La revolución, es la única liberación y yo creo que hoy estamos con muchos fuegos encendidos como dice Galeano. Allí están los compañeros zapatistas, los Sin Tierra de Brasil, los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Todos estamos en la gran pelea, en el Perú y me parece que en México no sólo los zapatistas, sino gran cantidad de compañeros también están luchando desde todos los puntos porque no sólo los problemas los viven los indígenas, hay hambre en todas partes.
Sobre el territorio de América deambula la sombra del horror del pasado y del terror de Estado. Washington intenta implementar el ALCA y aplica medidas unilaterales de seguridad ¿Qué retos enfrentan los pueblos latinoamericanos?
Yo creo que hoy tenemos expectativas muy fuertes. Lo de Venezuela nos dio una gran esperanza, dos millones de personas en las calles, los pueblos tomados, las radios populares, las alternativas. Tenemos gran esperanza con Lula en el Brasil que aunque a moderado su discurso, la base popular está exigiendo permanentemente la reforma agraria. Así que me parece que hay unos tantos fuegos encendidos en Latinoamérica; los campesinos paraguayos que muy en silencio están trabajando y los cocaleros bolivianos. Los fuegos pequeños encienden otros fuegos.
Parece que Estados Unidos apuesta todo a mantener bajo control su espacio vital...
Siempre existe eso. Los gobiernos siempre nos acusan de terroristas, pero el único terrorista es el Estado. Los pueblos nunca somos terroristas, los pueblos nos levantamos cuando tenemos la obligación de defendernos.
¿Existen posibilidades de una reactivación de mecanismos de represión como la Operación Cóndor?
Yo creo que el plan Cóndor nunca se desarmó, siempre ha estado armado y bien preparado. La represión siempre está bien armada. También porque los gobiernos se sostienen amenazando con militares represivos, policías corruptos y se sostiene así y no de otra forma. Sabemos a lo que nos oponemos y así damos la lucha.
¿Cuál es el mensaje que envía a los pueblos latinoamericanos, y vale decir al pueblo mexicano?
El pueblo de México es un pueblo muy luchador, muy peleador que tiene la suerte de tener grupos muy reconocidos en el mundo como los zapatistas que han trabajado muchísimo, muchas organizaciones de compañeros que luchan y pelean en muy distintas regiones y lugares. Yo he recorrido bastante muchas zonas y es una zona muy caliente, pero a uno le da muchas ganas de estar. Uno ve que ni siquiera para dormir descansan los compañeros. Eso compañeros no descansan, no esperan y yo les diría que no paren de pelear que las luchas de los pueblos son las únicas que nos liberan, que yo estuve en el Zócalo –la plaza pública más importante del país por su historia y por ser el centro político de las expresiones populares- cuando llegaron en la Caravana los zapatistas y que me pareció muy emocionante ver como la gente convergía en ese lugar. No me gustaron los discursos de los europeos que hablaban mucho de la paz y del perdón y de la pacificación y de la tolerancia. Creo que los pueblos latinoamericanos hemos tolerado demasiando.
Para las Madres siempre es mucha emoción que haya compañeros de otras partes del mundo, porque eso significa que no estamos solos y somos millones, que cada hombre que cae, que deja su vida en la revolución o en la prerrevolución como pasó acá con Darío -joven piquetero asesinado-, con los pibes de la villas que mataron, pero que ya tenían el germen revolucionario y los mataron por eso. Mi deseo es que esa sangre se reproduce en miles y millones, que nunca la sangre de los pueblos es inútil y que caeremos los que seamos necesarios, pero no dejaremos que Estados Unidos nos domine, es un gran imperio el que quiere dominar al mundo, son muy cobardes...
Yo creo que uno aprende que cuando un compañero cae y nunca muere siempre se sabe que lucha y que pelea. Yo siempre estoy pensando que mis hijos están en otros que pelean que luchan, que no están muertos, que sus ilusiones y deseos viven en una cantidad enorme de pibes y por eso peleamos las Madres para que vuelvan a florecer. Yo no he perdido hijos, los he ganado en cada lucha.
Tienes mucha esperanza Hebe...
Siempre la esperanza. Si no tuviéramos esperanza no estaríamos luchando. Tenemos entre 70 y 90 años, somos mujeres viejas que tenemos muchas ganas de pelear, que tenemos sueños y muchas esperanzas que son las de nuestros hijos, de esos hijos que nos parieron en nuestra lucha, de esos hijos que nos parieron en la revolución, que la revolución no es salir a echar tiros a la calle, sino poner toda su vida en el otro, dar la vida por el otro y eso es lo que hacemos ahora las Madres.
Buenos Aires