"Estamos seguras que vamos a derrotar a todos estos cobardes y asesinos"
Al finalizar la marcha del jueves 20 de noviembre de 2003, habló Mercedes de Meroño (Porota)
La visita de Bush a Londres nos parece la demostración más notable de lo que es vivir hablando de poder: mandar aviones cargados de hombres para matar niños, hombres y mujeres. Decir que todavía tienen que invadir sesenta países, en fin, tener amenazados al mundo entero con su poderío, como dije, mandar a otros a la guerra, a morir y matar, pero él, el poderoso macho, vive muerto de miedo y para salir de sus refugios norteamericanos, para visitar a sus cómplices piratas de Europa, sacaron a las calles de Londres a catorce mil oficiales para hacer guardias y cachear a las personas, a los pacifistas que quieren manifestar, que ya son más de cien mil y a quienes no dejan ni arrimarse. El operativo para cuidar al gallina de Bush, les cuesta ocho millones de dólares, o sea seis dólares a cada habitante de Londres. Muchos londinenses dicen que ellos los hubieran pagado gustosos para que no fuera.
Yo me pregunto: żestos son los dueños del mundo? Estos se hacen blindar los coches por arriba, por abajo, por el medio, las puertas cubiertas. Lo único que nos sabemos si lleva puesta una coraza anti-bombas bajo la ropa; eso sí, no me cabe duda que si a alguien se le ocurre explotar un cohete a pesar de todas estas medidas de seguridad, a Bush van a tener que cambiarle los calzoncillos, porque este cobarde, por cuya culpa muere tanta gente, se caga de miedo.
Pobre tipo, tanto poder y tanta cobardía.
Qué suerte tenemos nosotros que ponemos el corazón y el cuerpo en todo lo que hacemos, porque no tenemos miedo, porque queremos lo que hacemos, porque amamos al otro y porque estamos seguras que vamos a derrotar a todos estos cobardes y asesinos que pululan en el universo.
Ahora les quiero hablar del Segundo Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos, que terminó el domingo. Estamos todos felices, porque las dos mil personas que vinieron, también estuvieron y se fueron felices, hablaron de la atención de todos los compañeros desde que entraban por la puerta, de la organización, del afecto, en fin, de todo. Y les preguntábamos: żalguna queja? Y coincidieron en decir sí, que habiendo tantas mesas buenas para elegir y teniendo que decidirse por una, eso sí les resultó difícil. Les damos nuestra palabra que todo fue así. Estamos seguras que nuestros hijos estaban por ahí, mirando, disfrutando y diciendo: bien, compañeros, esto es lo que nosotros queremos.
Hasta el jueves que viene.