Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 27/11/2003
Pepino Fernández, piquetero, de Mosconi, tiene más de sesenta causas judiciales iniciadas a partir de su lucha exigiendo trabajo y condiciones de vida digna para sus compañeros desocupados, apresados en la miseria desde la privatización de YPF, la empresa estatal en la que trabajaba la mayoría.
Algunos "periodistas estrella", a quienes suele gustarles denominarse "independientes", no pocas veces han aludido a lucha piquetera, calificándola de violenta. En el caso de los salteños, llegaron a insinuar la presencia de francotiradores en los cortes.
Sugestivamente difundían también que "habrían" entrado por la frontera norte, elementos "supuestamente" pertenecientes a la guerrilla colombiana, o de Sendero Luminoso.
La muerte cayó sobre los piquetes salteños, los gendarmes reprimieron hasta en el interior de las casas populares, ni la virgen se salvó del fuego de la milicada.
Filmaciones posteriores permitieron verificar que los "francotiradores" eran gendarmes. Así, la información sobre los "elementos peligrosos" que trasponían la frontera se diluyó en su caldo absurdo. Prensa canalla.
Los piqueteros que pretendían ser aislados por la prensa recibieron sin embargo el apoyo de sus compueblanos.
Una vez y otra la prensa volvió con sus campañas, toda vez que la represión se lanzó sobre la protesta. Hebe viajó a Mosconi para marchar con los vecinos en defensa de Pepino y otros compañeros metidos al monte, que escapaban de la caza de la gendarmería.
Mosconi es el paradigma de la tragedia socioeconómica argentina. Síntesis cabal del resultado de la política de privatizaciones del FMI.
Entre 1989 y 1995, las empresas públicas privatizadas dejaron en la calle 535.000 trabajadores. Miles fueron despedidos después por las gerencias privadas. Las condiciones salariales y del trabajo bajaron en picada, los piqueteros salteños son parte de esa crisis.
No existe experiencia en el mundo donde se halla transferido tanto patrimonio nacional y poder económico y en tan breve tiempo a manos privadas, como en la Argentina. Cirugía sin anestesia del peronismo de los noventa.
La mayor parte de la prensa abrió sus espacios al chantaje y el macaneo de los políticos entreguistas y las ONG pagadas por el imperialismo para impulsar ideológicamente la transformación estructural del país.
Se instrumentó el descrédito funcional de las empresas públicas y, minada la voluntad de los trabajadores, la resistencia a las privatizaciones resultó muy débil, sólo unos pocos lucharon en soledad y fueron derrotados.
Si usted no acepta las nuevas tendencias, condiciones de acumulación que hacen rentable la subsistencia de la sociedad capitalista, el imperativo de la rentabilidad privada, entonces no habrá inversión, ergo no habrá trabajo, ergo usted no sobrevivirá. Este era el mensaje de los medios.
El 50 por ciento de los argentinos hoy es pobre.
Los medios "descubren" niños desnutridos, hambre, muerte prematura. ¿Qué nos pasó?, dicen, como si hubiéramos sido presas de una peste y no del FMI y el imperialismo; jamás establecen estas relaciones.
La calle está llena de cartoneros, mendigantes, los umbrales del país se convirtieron en dormitorios populares.
Cutral-Có, Mosconi, el conurbano bonaerense se llenan de piqueteros; el país de organizaciones populares nuevas; los trabajadores dejan de creer en espejitos de colores, ocupan fábricas; las clases medias pauperizadas, humilladas abollan cacerolas, las calles arden.
La lucha de clases nunca se suspende, tiene matices, pero siempre existe. Las sienes de la burguesía laten encendidamente, y las de su prensa, también.
Demoniza, estigmatiza piqueteros: "el gobierno no debería recibirlos, son tipos violentos", expresan con los carrillos crispados.
Agitan peligrosamente, como lo hicieran antes de los asesinatos del puente Pueyrredón. Y después sucede lo de Neuquén…
El destinatario ahora es Pepino Fernández. Un hombre sencillo, de gran nobleza y dignidad que intenta organizar a sus compañeros. Desde su sabiduría popular les ofrece una esperanza, un sentido para sus vidas y un horizonte social, que se conquista con lucha.
Arreglaron escuelas, plantas recicladoras de envases, proyectan redes de agua para sus planes de huertas y frutales.
Pepino y sus compañeros son seres humanos éticos, infinitamente más dignos que los periodistas lenguaraces de la burguesía, cuyo único proyecto es su "éxito" personal, ese podrido y pobre valor de la burguesía.