Editorial de ¡Ni un paso atrás!
Programa del 3 de abril de 2003
Encrucijada
Pura metáfora de Argentina la fábrica Sassetru: ruina perdida en el yuyaral, 20 años deshaciéndose en el olvido sin que nadie reparara en ella. Pero bastó que un grupo de desocupados se decidiera a ocuparla para hacerla producir, para que jueces, políticos, patrones, milicos, gendarmes, decidieran armarse hasta los dientes para sacarlos.
¿Pretendían hacerla producir, matar su hambre, el de su familia y compañeros?
¡Acá se hace solamente aquello que indica el dedo chamuscado del amo Bush! ¡Acá se produce cuando lo indica el FMI!
La justicia ha ordenado el desalojo de Zanón, fábrica tomada por los trabajadores y produciendo bajo control obrero (la patronal abandonó la fábrica luego de su quiebra fraudulenta).
El ordenamiento represivo de la patronal capitalista ya no existe. Es la solidaridad el método de los obreros ceramistas de Zanón; los trabajadores conocen cada aspecto del complejo proceso de producción de la fábrica, a partir de su "nuevo" trabajo han terminado con la alienación a que eran sometidos por el sistema. No hay división entre actividad manual e intelectual, ni sueldos diferenciados, todos expresan a fondo su creatividad, son "dueños" de su producción.
Todas afrentas revolucionarias que pulverizan el deteriorado paño del sistema capitalista, y lo reemplazan por una trama atravesada por la solidaridad, por eso la burguesía expresa su visceral odio de clase ante la ocupación de fábricas.
Nada temen más que el resurgimiento de aquella racionalidad política, emotiva y solidaria, que era práctica de nuestros treinta mil desaparecidos
El sueño del socialismo brilla como un diamante, aunque lo escondan bajo el barro del palabrerío inútil de tanto charlatán del sistema.
La gran crisis del imperialismo ha obligado a EE.UU. a expresarse descarnadamente, el repudio a la brutal violencia norteamericana es mundial.
La invasión a Iraq se ha estancado en un sin fin de crímenes y contradicciones militares y políticas. El comando de la coalición, los rostros crispados, intenta disimular su confusión mental. Advierten inquietud en las tropas iraníes, "el mundo árabe amigo" está convulsionado, el conflicto se ha diseminado por todo oriente medio.
El imperialismo está siendo derrotado políticamente, los duros golpes de la resistencia iraquí lo paralizan, han convertido la invasión en un fracaso.
Los resultados militares que obtengan no garantizan ya a EE.UU. la reorganización unilateral del planeta. Todo hace prever en realidad un agravamiento de sus problemas. La guerra esencial y sanguinaria a la que ha sido empujado EE.UU. por su crisis económica, amenaza convertirse en conflagración mundial por exacerbación de las contradicciones intercapitalistas.
Aquí en el sur, periféricos, la inercia fondomonetarista de nuestras dirigencias políticas nos ubica en el otro aspecto de la violencia imperialista: el que mata de hambre, pero ambos afluyen por una vertiente cuyo signo es siempre muerte.
Nuestra vertiente, la de las Madres, incluye fábricas ocupadas, piqueteros, asambleas barriales; más allá los Sin Tierra, organizaciones indígenas, la insurrección colombiana; todavía más lejos palestinos, iraquíes y todos los que repudian la prepotencia imperial.
Las imágenes del mundo nos enfrentan cada día con mayor contundencia a una encrucijada definitiva: ya, la cuestión es elegir entre el camino hacia el socialismo o la barbarie capitalista sin fin.