VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La Fogata con las Madres

31 de julio del 2003

Jornadas "Che Guevara para el siglo 21"
Conferencia en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

Orlando Borrego
Madres de Plaza de Mayo
Viernes 13 de junio de 2003
Queridos hermanos argentinos

Hace dos años nos reunimos en esta misma Universidad para reflexionar sobre el pensamiento del Che. Había pasado tan sólo un mes del acto terrorista de las Torres Gemelas de Nueva York.

El último día de mi estancia en esta ciudad, cuando nos encontrábamos en la presentación de mi libro Che: El camino del fuego, en el Salón Blanco de la Legislatura, recibimos la noticia del ataque de Estados Unidos a Afganistán. Comenzaba de esa forma la llamada guerra infinita de Bush contra el terrorismo. Recuerdo que estaba el compañero Néstor Kohan haciendo uso de la palabra en aquellos momentos.

También recuerdo que a partir del momento en que recibimos aquella noticia, me era muy difícil concentrarme en la presentación del libro. Fue precisamente Néstor, el que sin saberlo logró que me concentrara, ya que expresó algunas palabras en las que no coincidíamos totalmente y me despertó de mi letargo.

Y ustedes se preguntarán żY porqué perder la concentración?. Pues les voy a explicar. Desde el triunfo de nuestra Revolución padezco de un síndrome, que consiste en no adaptarme a permanecer en el extranjero cuando nos encontramos en medio de grandes conflictos con los Yankis. Y no es que sea chovinista, porque pienso que se puede combatir en cualquier lugar donde uno se encuentre, y si se trata de la Argentina, pues con más razón. Pero no sería honesto si les ocultara mi padecimiento. Es un problema de reflejos condicionados que no siempre puedo evitar.

Les contaré una anécdota de algo que me ocurrió cuando la famosa crisis de los balseros en Cuba; uno de los tantos conflictos provocados por la aplicación de la Ley Asesina de Ajuste Cubano, dictada por el Gobierno Norteamericano.

Me encontraba en la ciudad de Toronto, negociando unos contratos de turismo, cuando surgió la crisis. La información que me llegaba a través de los conocidos medios, manipulados por los Estados Unidos era alarmante. Tal parecía que estaban a punto de invadirnos. Trate de comunicarme con Cuba y era imposible porque habían cortado las comunicaciones telefónicas con la isla. En nuestra embajada en Ottawa también reinaba la preocupación. Y se me ocurrió una idea salvadora. Salí a la calle a comprar un radio de onda corta para escuchar las noticias por Radio Habana Cuba. Era el único medio en el cual podía confiar.

Pero voy a confesarle algo muy particular: Nosotros los cubanos viajamos siempre con muy poco dinero, y además yo padezco de otro síndrome, que consiste en no gastar un centavo en el exterior si no es imprescindible. Por consiguiente, la otra gran preocupación en ese momento era cuánto me podía costar el radio de onda corta. Decidí entonces buscar un rastro o tienda con venta de objetos viejos, en Canadá hay muchos de este tipo, le llaman garage.

Después de intensa búsqueda encontré el ansiado establecimiento. Le pregunté al tendero por el artilugio de mi interés y a los pocos minutos me ofreció un añoso radio profesional lleno de herrumbre y polvo, por el módico precio de 10 dólares.

Conectamos el aparato y en pocos segundos estaba escuchando a Radio Habana Cuba con toda nitidez. Así pude informarme de todos los detalles de lo que estaba sucediendo en la isla, que por supuesto no tenía nada que ver con lo que salía en los periódicos y en la televisión.

Ahora comprenderán mejor las razones de mis dos síndromes, tan típicos de nuestro socialismo caribeño. Tan acorde con los principios del Sistema Presupuestario del Che y con otros rasgos de nuestra peculiar economía de periodo especial.

Pues bien, después de lo de Afganistán con sus miles de muertos y heridos, y sin que apareciera Bin Laden ni el Mhula Omar, el Sr. Bush, tal como lo había anunciado o dictado a nombre de Dios, debía continuar su guerra infinita contra el terrorismo. Pero para ello tenía que buscar una justificación prioritaria, dentro del listado de los países, que ya él había calificado de terroristas. Por supuesto que de la primera prioridad emanaba un intenso olor a petróleo. Pero esto último no se podía decir y tendría que hablarse de armas de destrucción masiva y de otras amenazas para los Estados Unidos.

Hechos todos los preparativos y movilizados todos los recursos militares para el Medio Oriente, comenzó la guerra de Irak.

Simultáneamente el Fuher debía desarrollar otras acciones colaterales contra otro de los países incluido en su lista de "estados terroristas". Le tocaría su turno a Cuba. Para ello le dictaría instrucciones a uno de sus cónsules goebelianos, el Jefe de la Oficina de Intereses en Cuba, para que armando el cuartel conspirativo en sus propias oficinas y en su residencia, pusiera a trabajar a sus periodistas independientes, que no tenían nada de periodistas ni de independientes, para armar la gran campaña difamatoria y estimular la realización de 29 actos de terrorismo dentro de la isla, de los cuales solo pudieron llevar a cabo 3 ( dos secuestros de aeronaves y uno de una embarcación de pasajeros de aguas interiores). Un cuarto secuestro de avión fue neutralizado y no pudieron realizarlo.

De nuevo la isla volvió a verse amenazada, pero decidida ha enfrentarse, como siempre, al adversario del norte. El pueblo se movilizó, se pusieron en acción los mecanismos de defensa y en pocas horas fueron apresados los principales cabecillas contrarrevolucionarios, enjuiciados los terroristas, ajusticiados los más peligrosos y con peores antecedentes delictivos y paralizadas las acciones estimuladas por el señor W. Todo fue muy rápido, como tenía que ser, cuando lo que peligra es la vida del pueblo y de sus conquistas.

Inmediatamente se desató otra guerra, la de los medios, auxiliar imprescindible y mascaron de proa de la guerra preventiva contra los países amenazados. De carne de cañón propagandístico sirvieron un grupo de intelectuales desinformados o bien informados y mejor financiados, que se prestaron para poner en función sus atributos semánticos como para calificar a los terroristas de disidentes y victimas de la represión castrista.

Para ellos un terrorista secuestrador de aviones y armado con pistolas, cuchillos y granadas es un disidente. Había que ser benevolente, el pueblo cubano debía bajar los brazos y atender a sus llamados poéticos y novelescos, bien pronunciados desde sus mansiones y poltronas de cómodos intelectuales alejados de las masas, olvidados de las mujeres, niños y ancianos secuestrados y amenazados de muerte por los secuestradores.

Los intelectuales y artistas cubanos se alzaron de inmediato contra la campaña medíatica y junto a ellos se empezaron a escuchar las voces de otros intelectuales, de hombres y mujeres de toda Latinoamérica y de otros lugares del mundo, solidarizándose con la revolución cubana. Fidel hablaría el 1 de mayo en la Plaza de la Revolución desenmascarando a los traidores y poniendo en su justo lugar a los confundidos o desinformados. Lo hizo sin ofensas para estos últimos, incluyendo a aquellos que dijeron hasta aquí llegamos con la revolución cubana porque nos cansamos de apoyarla.

La voz de la razón se impuso y nuestros enemigos no pudieron llevar a cabo sus planes agresivos en esta oportunidad.

Todo esto sucedía cuando se acercaban las elecciones presidenciales en la Argentina y todos los cubanos nos manteníamos expectantes sobre este acontecimiento en la patria del Che.

Se produjo la primera vuelta de las elecciones y como en una película de suspenso todos estábamos a la espera de lo que sucedería en la segunda vuelta.

Luego los medios nos harían llegar las riojanas declaraciones conocidas por todos ustedes. Néstor Kirschner sería el presidente de los argentinos. Pocos días después el anuncio de que Fidel estaría presente en la toma de posesión del nuevo presidente. Los cubanos pegados a los televisores seguíamos los acontecimientos.

Fidel arribó a Buenos Aires y llegó la noche de su discurso en la escuela de derecho de la universidad. El entusiasmo revolucionario sin límites, junto a las esperanzas de nuestros hermanos argentinos, ocupó nuestras mentes y nuestros corazones.

A lo largo de cuarenta años de revolución hemos vivido momentos cruciales y dolorosos, como los de Playa Girón y la crisis de octubre, como los del sabotaje al vapor La Coubre o el acto terrorista contra el avión de Barbados, donde murieron cientos de compatriotas. Sufrimos la muerte del Che y el estrepitoso derrumbe del campo socialista junto al recrudecimiento del bloqueo económico y los sufrimientos y las escaceses del periodo especial; como lo expresa la carta de una profesora cubana, que recientemente circulara en Internet en respuesta a los intelectuales disidentosos: sin medicinas, con pocos alimentos, con pocas ropas y menos zapatos, casi sin transporte para trasladarnos, pero con mucha vergüenza y mayor dignidad.

Pero también hemos vividos momentos grandiosos, llenos de júbilo y alegría al disfrutar los logros alcanzados por la revolución y las derrotas infringidas a nuestros enemigos.

Como internacionalistas que somos disfrutamos el fin del Apartheid en África, el triunfo de la guerra en Angola y el regreso del niño Elián a la patria después de meses de secuestro en los Estados Unidos. Ello ha compensado en parte el dolor sufrido por la muerte de miles de internacionalistas cubanos que han ofrendado sus vidas por la liberación de otros pueblos del mundo.

No les miento si les digo que en los últimos días hemos disfrutado tanto como ustedes lo que viene sucediendo en la Argentina. Se ha dicho repetidamente que se esperan nuevos tiempos de esperanza y de promisorias expectativas para este pueblo hermano, para los compatriotas del Che y para las madres de nuestros inolvidables desaparecidos. Luchemos unidos para que así sea. Seamos optimistas y previsores.

Las muestras extraordinarias de cariño a Fidel en Buenos Aires y las expresiones de solidaridad con nuestro pueblo, en estos momentos difíciles para Cuba, nos han llenado de confianza y nos han inyectado nuevos bríos para continuar nuestra lucha por el triunfo definitivo del socialismo en nuestra patria. ˇQue mejor regalo póstumo al Che en el 75 Aniversario de su nacimiento!

Como confesión personal debo decirles honestamente, que desde el triunfo de la revolución hasta hoy, creo haber escuchado todos los discursos de Fidel, y cuando no he podido escucharlos por determinadas razones, los he leído y estudiado posteriormente. Además ya es un hábito para nosotros los militantes revolucionarios, el estudiar y analizar esos discursos en nuestras reuniones del Partido. Todo por que consideramos a Fidel, el educador por excelencia de todos nosotros.

Todo esto se los digo en un día como hoy, porque pocas veces hemos visto a Fidel tan pleno de entusiasmo tan emocionado y tan feliz como lo hemos visto en estos días en la Argentina. Creo sinceramente que ustedes también le han hecho a él un magnifico regalo en sus 76 años y que nunca lo olvidará en los años que le quedan por vivir, que ojalá sean muchos más.

Muchos compañeros en Cuba hemos escuchado más de una vez el discurso pronunciado en la facultad de derecho de la Universidad, además de leerlo cuando fue publicado en Granma. Personalmente lo he guardado como una reliquia histórica y como un precioso recuerdo del 75 aniversario del nacimiento del Che. Porqué como él decía, nosotros los revolucionarios también tenemos nuestro corazoncito, aunque los enemigos digan lo contrario. Si de clases magistrales de ideas revolucionarias se trata, creo que ese discurso se convertirá en un clásico para las actuales y futuras generaciones de argentinos, de cubanos y de latinoamericanos.

La querida compañera Claudia Korol escribió algo muy bello en su artículo Fidel en la Argentina: palabras que nombran actos. En una parte de ese trabajo ella expresa:

La ovación fue cerrada, por parte de los miles de personas allí agolpados, que no sintieron el frío ni el cansancio, sino la convicción de que estaban en la encrucijada de muchos sueños.

Creo por otra parte que ese discurso viene muy a bien con el trabajo que han coordinado los compañeros Néstor Kohan y Claudia como guia de estudios para del pensamiento marxista de la Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara. En una parte de ese trabajo se dice que la propuesta no está escrita pensando ni en el juicio de especialistas encerrados en las telas de araña de la Academia ni en su típico lenguaje, cada día más críptico y oscuro. Tampoco pretende seguir "el último grito" teórico que viene de Paris o la última moda filosófica al uso en las universidades norteamericanas.

Creo que estarán acorde conmigo, en que nadie escucho nada críptico ni oscuro en el discurso de Fidel en la Universidad de Buenos Aires. Ese es su estilo y por eso lo entiende todo el mundo, desde el más encumbrado intelectual hasta el más humilde de los obreros.

Tengo un entrañable amigo y compañero nicaragüense, conocido seguramente por muchos de ustedes, el Padre Fernando Cardenal, que una noche en la Habana, conversando en mi casa me decía que Fidel había sido y era el gran educador del pueblo cubano y que ello constituía lo más valioso de toda su obra revolucionaria. Me confesaba Fernando Cardenal que él sea había estudiado todos los discursos de Fidel, comenzando por el primero que pronunció en Santiago de Cuba el día del triunfo de la Revolución.

Como sacerdote conocedor de los valores de la oratoria significaba la forma didáctica y educativa con que Fidel era capaz de comunicarse con las masas. Eso que el Che luego llamaría el diapasón vibrante de intercomunicación entre Fidel y el pueblo. Y eso es lo que hemos tenido el privilegio de escuchar en su discurso en la Universidad de Buenos Aires.

Creo, por otra parte, que los argentinos y los cubanos han dado muestras en estos días, de cuan sólidas, estrechas e indestructibles son las relaciones entre nuestros dos pueblos, y sobre todo la identidad de ideales que se ha fraguado a través de la lucha revolucionaria en los últimos años. Como bien se ha repetido estos son tiempos de esperanzas que no podemos dejarnos arrebatar ante una coyuntura tan promisoria para la Argentina y para América Latina. Con Argentina, Brasil, Venezuela y Cuba, luchando juntos, hombro con hombro, se puede hacer mucho por nuestros pueblos.

Por todo esto, cuando recibí la invitación para esta nueva visita mía a la Argentina, desaparecieron todos los síndromes de ausencia de que padezco y que ya les he contado. Sin embargo, tenía otra preocupación. Me preguntaba żY ahora, después del discurso de Fidel, qué le puede decir a los argentinos este modesto alumno de Fidel y del Che?

Pero nosotros hemos aprendido a ser un tanto atrevidos, también es cierto que en parte lo hemos aprendido de nuestros jefes. Es por ello que me he atrevido a pronunciar estas pocas palabras ante ustedes. De lo que sí pueden estar seguros es que lo he hecho con todo el corazón, quizás un poco emocionado por todo lo escuchado tan recientemente y que les ha llegado tan hondo a la mayoría de los argentinos, compatriotas del Che Guevara.

Felicidades hermanos, que el futuro del pueblo argentino sea para el bien de todos y por un mundo mejor, como dijera Fidel, con todo el entusiasmo y el optimismo que lo caracteriza.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.