COMUNICADO DE PRENSA
Buenos Aires, 25 de julio de 2003
Dos noticias invadieron nuestros corazones y nuestras cabezas: el Presidente Kirchner derogó el decreto de De La Rúa que impedía las extradiciones y la detención de Astiz.
Sería bueno que en este país hubiera habido jueces que castigaran y condenaran con todo el peso de la ley a los genocidas. Pero por lo menos, que sea donde fuere, se los condene.
En 1977, Astiz se infiltró en la Asociación Madres de Plaza de Mayo como una rata. Hizo un trabajo de inteligencia que le permitió identificar a nuestras tres mejores Madres, a las que más sabían: Azucena Villaflor de De Vicenti, que venía de una familia peronista y luchadora; Esther Balestrino de Careaga, que llegó a la Argentina huyendo de la dictadura paraguaya; y a Mary Ponce, que estaba integrada a la Iglesia del Tercer Mundo.
El 8 de diciembre de 1977, en la Iglesia de Santa Cruz, secuestraron a Esther y a Mary, diciendo que era un operativo por drogas. Y luego, el 10 de diciembre de ese mismo año, en la Av. Mitre en Avellaneda, cuando iba a comprar el periódico con la solicitada, fue secuestrada Azucena Villaflor.La llevaron en un Ford Falcon verde, arrastrándola por varias cuadras, hasta que lograron finalmente introducirla en el auto.
Ya en la Escuela de Mecánica de la Armada, las torturaron y las asesinaron. Dicen, tirándolas al río.
Eso es Astiz: asesino, genocida y torturador. Está detenido. Esperemos que le llegue la prisión por toda la vida.
Las Madres de Plaza de Mayo esperamos también que los corruptos jueces menemistas no invaliden este gesto de dignidad del Presidente ni destruyan esta esperanza de justicia para toda la humanidad.
Hebe de Bonafini
Presidenta