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La Fogata con las Madres

La voz de Hebe Bonafini en “Desde el pie”
El capitalismo tiembla, mientras el osobuco militante se sigue cocinando en las fábricas retomadas por sus obreros

Elio Brat
Rebelión Casa de las Madres de Plaza de Mayo
Buenos Aires, 23 de octubre de 2003.

"Bueno, ¿cómo están? Hola, qué dicen amigos. Otro día que nos encontramos, ya estoy mejor (de la pierna quebrada), ya falta poco. Hoy quería hablarles de lo que vivimos esta semana las Madres. Cada semana estamos recorriendo una nueva fábrica ocupada en producción. Y esta semana fuimos a Fordja, una fábrica que hace autopartes para todos los vehículos. Una de las más grandes del país. También cerrada, abandonada, vaciada casi, tomada por los Compañeros, por los trabajadores, ya listos para empezar a producir.

Les llevaron todo, hasta el acero. Los síndicos con no sé que excusa de tener que pagar no se qué cosa, les robaron el acero. Pero como hay solidaridad, hay Compañeros que les regalaron 10 toneladas de acero para que comiencen a hacer ese pedido, ese primer pedido tan ansiado en esta fábrica que va a empezar a producir una pequeña parte para un coche Ford.

Están entusiasmados. Ya consiguieron la luz, el agua, están en la pelea por el gas, el agua. Un pequeño subsidio, muy pequeñito. Son 30 Compañeros que van a empezar. Con 100 la fábrica funcionaría muy bien. Tienen pedidos, tienen ánimo, tienen garra, tienen ganas. Y es otra fábrica más que le sacamos al capitalismo.

El imperialismo y el capitalismo se asustan cuando ven que los trabajadores se adueñan de lo que es de ellos. Mejor dicho, toman posesión de lo que es de ellos. Porque siempre nos dicen que la fábrica es de los patrones. Los patrones que nos mandan, que nos explotan, que nos exprimen, que nos gobiernan. Y hoy la fábrica es de ellos.

La van a hacer producir con mucho amor, con muchas ganas, con mucha fuerza.

Y cuando estábamos ahí nos enteramos que los Compañeros de Adidas también habían tomado una parte de la fábrica porque van a cerrar Adidas. La fábrica que hace zapatillas, que hace buzos. No le conviene más estar aquí.

El capitalismo como una víbora, como una fiera voraz busca lugares donde los trabajadores trabajan por nada. Donde de trabajadores pasan a ser esclavos. Y ellos, los poderosos, los que como Adidas le deben 500 millones de dólares al país y le estaban dando 25 pesos por semana a cada trabajador. La miseria total. Se van, dejan, no pagan, no les importa.

Nadie les dice nada: 4500 trabajadores más en la calle. Pero los Compañeros que ya aprendieron que la fábrica es nuestra, que ya aprendieron que la fábrica es de ellos. Que ya aprendieron de otros: de Zanón, de Grisinópolis, de Fordja ahora, de Pavicor, de todos los Compañeros que están tomando y haciendo producir a las fábricas, aprendieron que hay que poner el cuerpo, que hay que quedarse, que hay que ganarles la pulseada.

Y tenemos un pequeño inconveniente: las cooperativas funcionan pero hay que cambiar. Hay que cambiar algunas leyes. Y vamos a pelearle al gobierno para que el gobierno las cambie.

Si el gobierno dice que quiere ayudar a los trabajadores, tiene que ayudar a las fábricas ocupadas en producción.

Si quiere de verdad que haya trabajo tiene que ayudar a los que ya están trabajando. Y ayudar a los que ya están trabajando es ayudar a las fábricas en producción. Ocupadas en producción.

Hay muchas: 164 por un lado, 20 por otro, en todo el país. Frigoríficos, fábricas de pan, supermercados.

Todo es anticapitalista. Es lo más socialista que existe lo que están haciendo los Compañeros.

El capitalismo tiembla. El imperialismo tiembla. No le gusta que haya otro proyecto. Ellos quieren ser los dueños de todo. Por eso estos actos revolucionarios de tomar las fábricas, ocuparlas y ponerlas a producir, las Madres estamos ahí, porque es lo que querían nuestros Hijos: la fábrica en manos de los trabajadores.

Y nosotras estamos ahí con el cuerpo, diciéndole aquí estamos, para lo que manden, para lo que nos necesiten.

Así que estamos contentas. Una o dos fábricas por semana, visitándolas, acompañándolos. Aún con la pierna rota y con dolores de huesos de otras Madres y con bastón, pero estamos.

¡No sabe lo que se pierde la burocracia sindical! La CGT, la CTA, que miran para otro lado. Que están en otro planeta. ¡Cuánto que se pierden! Y claro, ellos están con la socialdemocracia. Y bueno, que sigan por ahí.

Pero yo para seguir alimentando estas ganas de las fábricas y para que los Compañeros también aprendan no sólo como socializar un pollo, sino una recetita que me dio una alemana, que lo hacían en la guerra.

Y yo después se la pasé a mis hijos: Osobuco militante.

El osobuco es la parte más económica de la vaca. Es un hueso con un montón de carne y un caracú en el centro. Y esta alemana me contó como lo preparaban, para hacerla mejor. Para hacerle creer a sus Compañeros que no comían siempre el puchero hervido, la carne hervida.

Le puso un poco de harina, un poco de pimentón. La rebozó bien rebozada. La salteó en una sartén. Y después le agregó todo lo que tenía en la casa, lo poquito que tenía en la casa. Hasta le diría que un poquito de pastito, tipo achicoria, que tenía en el campito de enfrente.

Y unas florcitas amarillas, que hoy dicen algunos que también se empiezan a comer. Pero que ella en aquel momento no sabía que se comían. Pero las probó y tenían rico gusto. Daban un rico aroma. Ahí en Neuquén hay muchas florcitas en el campo que se le puede poner.

Y se cocina, lentamente, en el horno o en la sartén. Se le pone todo lo que uno tiene más el amor para hacerlo.

Osobuco militante. Me lo dio una alemana que lo hacía en la guerra. Yo se lo enseñé a mis hijos. Tuvimos la posibilidad, también, de ponerle papas, si hay. O arroz, si hay. O fideos si hay.

Lo que hay. El osobuco es militante porque se hace con lo que hay.

Gracias compañeros. Hasta la próxima.