Editorial del Programa del 20/11/2003
En la empresa familiar fueron fabricadas las botas que el presidente Fox de México le regalara a Bush Jr. para halagarlo en su primer encuentro; juntos acordarían después el ingreso de México al "libre comercio" con EE.UU.
El presidente mexicano no podía imaginar que la vida le brindaría la más espectacular metáfora de los resultados del NAFTA. La fábrica de botas familiar debió bajar las persianas, por la crisis en que sumió al país de los aztecas la "integración" de México a la economía norteamericana.
El edificio de la fábrica de la familia Fox es ahora un depósito de la emblemática compañía Coca Cola.
El país de las antiguas culturas del maíz importa granos transgénicos de los EE.UU.
El dorado cereal de las culturas Maya y Azteca, no existe ni siquiera para sembrar.
Todos los gobernantes latinoamericanos debieran leer esta metáfora de la historia.
La Iglesia argentina dio a conocer un documento en el que manifiesta su contrariedad frente al ALCA.
Los obispos no rechazan el tratado, como hiciera la Iglesia brasileña; el suyo es un documento de "cejas levantadas". En sus esfuerzos obsesivos por no rozar los intereses de ningún poderoso la Iglesia de Argentina se expresa, en relación con el ALCA, con una conceptualidad... prismática.
Sin embargo, no seamos injustos, recomiendan al Congreso Nacional no asumir el tratado como la "deuda externa irresponsablemente contraída con desconocimiento de la sociedad".
¡Ellos, los cómplices de la dictadura que cargó sobre las espaldas de los trabajadores argentinos la escandalosamente aumentada deuda, que nada dijeron frente a los secuestros y la tortura de miles de hombres, mujeres y niños en este país, que ampararon el vaciamiento total de su economía sin protesta alguna, se han vuelto ahora morales, súbitamente críticos!
Guardiana impertérrita del statu quo, la Iglesia debe temer que el ahondamiento de la crisis desesperante que vive el país amenace seriamente en algún momento los cimientos mismos de la "civilización occidental y cristiana". Teme Bolivia.
Es que EE.UU. no cede ni ante las intimaciones de sus propios organismos. La Organización Mundial de Comercio bajo presiones de Europa se pronunció contra las sobretasas, dumping, subsidios y otras trampas proteccionistas yanquis.
Pero Bush sólo escucha a su propia burguesía. Ellos le dicen que las importaciones chinas han dejado trescientos mil trabajadores en la calle.
EE.UU. no aceptará ningún mecanismo de compensación, dicen sus funcionarios en Miami.
Para aleccionar a los "algo" díscolos, los yanquis firman acuerdos bilaterales con Chile, México, Canadá y está en "serias" conversaciones con Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador.
El MERCOSUR ofreció un camino conciliador: negociar los temas "conflictivos" por separado. Y los yanquis aceptaron, claro.
Pero los parientes pobres ya subordinados protestaron. A ellos no se les permitió tal ventaja.
Como si negociar por separado con el amo del norte no fuera una sonriente condena más que una gracia.
EE.UU. se sienta a la mesa sólo para ganar, todo.
El ex presidente Duhalde, nuestro futuro representante en el MERCOSUR, dijo en un reportaje el pasado 19 de noviembre, que el ALCA es "determinante" y que Argentina y Brasil están decididos a "tirar juntos" (en relación con la negociación con EE.UU.)
Sólo hay declaraciones crípticas, elípticas.
El gobierno de Menem con su política de libre mercado terminó el trabajo de la dictadura. Destruyó el aparato productivo del país. El cementerio de fábricas se llenó de containers con productos fabricados en el exterior por las grandes multinacionales.
De la voluntad de lucha de nuestros pueblos dependerá que el cielo de América no se convierta en un mero trágico tinglado para los productos norteamericanos. Como en la metáfora mexicana.