Cuando
la revolución pasa de grado
Con un acto político muy convencido y conciente,
aunque no por ello menos emotivo o cálido, dio comienzo el nuevo
ciclo lectivo en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Además,
se entregaron los diplomas a los primeros egresados, formados junto a
las Madres en la ética revolucionaria, los principios de la solidaridad
y las teorías de todo el poder al pueblo.
(Al pie de la página, los discursos completos
del acto)
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Los noticieros de la noche no lo dijeron, pero el lunes 7 de abril a la
hora de las primeras sombras, se produjo en Buenos Aires un hecho político
y cultural formidable y esperanzador, doblemente significativo debido
a las tristes horas que asolan a los pueblos del mundo por la infame guerra
imperialista contra Iraq.
Sin embargo, y como ya es habitual, ningún medio de comunicación
destacó en sus toneladas de tinta y palabras el acto de inicio
del ciclo lectivo 2003 en la Universidad Popular de las Madres, donde,
además - y no tan pequeño detalle - fueron entregados los
diplomas a los primeros egresados de esa casa de altos estudios.
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Hubo quienes
se comprometieron por "los desaparecidos"; otros alzaron el brazo izquierdo
en dirección del sol en nombre de "la unión del campo popular
y las fuerzas de izquierda"; no faltaron aquellos compañeros que
sólo juraron por "la patria" y hasta quienes prefirieron evitar
esa mínima solemnidad y sólo recibieron el diploma sin lectura
previa de ningún compromiso ni juramento ni nada, acaso convencidos
que la responsabilidad verdadera y definitiva con el pueblo se sella cada
día, todos los días, en la firme voluntad de no negociar
las banderas de emancipación ni los sueños revolucionarios,
continuando hasta el último suspiro la gesta de los desaparecidos.
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Además de las Madres estuvieron presentes Osvaldo Bayer, quien
leyó un vibrante relato entre poético y político,
o las dos cosas juntas; el cuerpo docente a pleno de la Universidad Popular,
los compañeros de siempre, los nuevos estudiantes, y los familiares
de los egresados. Asimismo, intervinieron el venezolano Oscar Acosta,
presidente de la bolivariana FUNDARTE; y Roberto Martino y Juan Cruz Dafuncchio,
por los piqueteros del MTR y los MTD Aníbal Verón, respectivamente,
quienes fueron concurrentes al remarcar la importancia de la formación
política e ideológica en la batalla contra el capital.
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También fueron leídas algunas adhesiones, entre ellas la
de James Petras, presidente del Consejo Académico Internacional;
otra enviada desde Cuba por Fernando Kirchmar, del Grupo de Cine
Insurgente y a la vez docente de la carrera de Periodismo de la Universidad
Popular de las Madres; la del intelectual brasileño Michel Lowy;
de Emir Sader, director de la Revista América Libre; del
CEPIS de Brasil; y la de los obreros ceramistas de Zanón,
que si bien habían comprometido su asistencia al acto, no pudieron
hacerlo ante la amenaza latente de desalojarlos de su lugar de trabajo.
En la locución, brilló la voz potente y suave, de aguardiente
con vainillas, de Liliana Daunes.
Una vez
descendidos del escenario, los egresados, algunos visiblemente emocionados,
mostraron orgullosos sus sencillos diplomas, hechos por las manos laboriosas
y compañeras de las propias Madres de Plaza de Mayo. "Quisimos
que cada uno sea distinto al otro, que ninguno sea igual, para que todos
tengan uno diferente en su propia historia de vida", fundamentó
luego Hebe de Bonafini en su discurso. Según lo explicado por Daunes,
los pergaminos fueron coloreados por las Madres en los entretiempos de
la lucha, al volver de una marcha frente a la embajada yanqui que terminó
con gases lanzados por la policía, o descansando de un agotador
viaje a la patagónica Zanón, o turnándose para que
algunas puedan ir a los tribunales de Comodoro Py a manifestarse a favor
de la libertad a los luchadores revolucionarios, pero otras no dejen ni
por un momento de pintar los diplomas.
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Al tiempo que sirvió para inaugurar el nuevo ciclo de clases en
la Universidad de las Madres, que comenzaron a partir del martes 8 de
abril, y entregar los certificados a los graduados en Economía
Política, Escritura, Periodismo o Educación Popular, entre
otras carreras, la palabra de la presidenta de las Madres convirtió
al acto no en mera formalidad, sino en una encendida trinchera contra
el imperialismo y a favor de los trabajadores de Zanón Bajo Control
Obrero, en lucha por mantener su fuente de trabajo ante las intimidaciones
por parte de los síndicos y una jueza neuquina. "Zanón es
de todos nosotros", exclamó Hebe entre grandes aplausos, destacando
aquella alta experiencia de control obrero de la producción.
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