Fernando Pessoa,
Poemas
de Alberto Caeiro en:
Fernando Pessoa, Poesias (org.) por Sueli Barros Casal
(Porto Alegre: L& PM, 1999) p. 94-95
De la más alta ventana de mi casa
Con un pañuelo blanco digo adiós
A mis versos que parten hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ese es el destino de los versos.
Los escribí y debo mostrarlos a todos.
Porque no puedo hacer lo contrario
Como la flor no puede esconder el color
Ni el río esconder que corre,
Ni el árbol esconder que da fruto.
He aquí que ya van lejos como que en la diligencia
Y yo sin querer siento pena
Como un dolor en el cuerpo.
¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?
Flor, me cogió mi destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedar en mí.
Me someto y me siento casi alegre,
Casi alegre como quien se cansa de estar triste.
¡Id, id de mí!
Pasa el árbol y queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es la que siempre fue suya.
Paso y quedo, como el universo.