3 de octubre de 2003
Vivimos dentro de un capitalismo de ficción que no tiene como objetivo la producción de bienes, sino la producción de realidad. Una "segunda realidad" basada en la distracción, en la felicidad, en la imagen... Nada es lo que parece.
Entrevista a Vicente Verdú, escritor y periodista, sobre su última obra, "El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción"
Mariló Hidalgo
Revista Fusión
Vicente Verdú ha dedicado cuatro años de su vida a explorar esta realidad de ficción y nos lo ha contado -a través de mil ejemplos- en su último libro, "El estilo del mundo" (Anagrama)
Sin duda, Verdú ha realizado un buen trabajo de investigación. Este escritor y periodista ha viajado a las profundidades de la sociedad contemporánea y desde ahí ha observado sus reacciones. A muchos, sus conclusiones les conducirán a una reflexión profunda.
-Empiezas el libro explicando cómo el capitalismo al principio estaba encaminado a proporcionar bienestar social y ahora se esfuerza en ofrecernos bienestar psíquico, produciendo esa realidad que tú llamas de ficción. ¿Qué hay tras ese escaparate y qué papel juega el individuo? -Al quedarse como el sistema absoluto, el capitalismo se ha convertido en la sociedad, en el sistema, en el mundo por antonomasia y desde ese poder omnímodo desarrolla con más capacidad y eficacia sus trabajos de manipulación y explotación. Antes eran más visibles al contrastarlo con otros ideales ahora ya desaparecidos. ¿Qué papel desempeña el individuo? Pues se encuentra en una situación de más individualismo que nunca y lo que busca es salvarse en solitario, y eso precisamente favorece el poder del sistema. Porque la falta de fuerza de las organizaciones tradicionales como los sindicatos u otros partidos con ideología, la debilidad de todas estas asociaciones hacen que el sistema tenga más poder frente a las oposiciones y, por supuesto, gane cuando se trate de enfrentamientos individuales.
-¿Qué papel juega el consumo en este capitalismo de ficción? -El discurso actual gira en torno al consumo, a hacer imprescindibles los objetos que nos proporciona. A que el individuo no se sienta manada, sino único. El capitalismo de ficción procura alimentar a cada persona la impresión de ser alguien. No se preocupa tanto por la mercancía como sí por la idea que ésta aporta. No se valora su utilidad sino lo que significa. El artículo es el que habla y dice cómo eres.
-Comentas que el sistema fomenta el individualismo y no obstante dices que todo tiende hacia una homogeneización.
-Todo tiende hacia la homogeneización porque ahora mismo el mercado es planetario y para ello hay que buscar producciones que sean rentables a esa gran escala. Y no sólo las producciones en sí, sino digamos los gustos, estilos de vida, valores, etc. Todo tiene que hacerse planetario para que circulen mercancías, capitales, ofertas, mensajes publicitarios, y proporcionen beneficios.
-Dices que este capitalismo de ficción no es consecuencia de las leyes de economía como sería de suponer, sino que es una creación política para asegurar el control.
-Ésa es una idea que ya expone Pierre Bourdieu. Esta globalización que se ha producido no es una globalización espontánea y fatal. Ha seguido las guías de unos intereses económicos concretos. Las normas y reglas que impone el Banco Mundial a un determinado país para ayudarle a una financiación, aplazarle la deuda o simplemente para aceptarlo en la comunidad internacional tienen que ver con unos intereses de las multinacionales. No es por tanto un fenómeno natural que por sí solo se regule. La clase de interrelación que se establece y que está dominando el mundo, obedece a unos intereses políticos y económicos y están representados en esos organismos internacionales.
-Parte activa en este montaje lo tiene EEUU, un país que aseguras está viviendo uno de sus momentos más regresivos. ¿A qué está recurriendo EEUU ahora para mantener su liderazgo en el mundo?
-EEUU está atravesando una crisis de imagen importante y hoy eso de la imagen es la cristalización de un valor, de un proyecto y de una función de liderazgo. Justo ahora se encuentra en regresión pero creo que será episódica porque pronto habrá un cambio con otro presidente capaz de restaurar la imagen perdida.
-Siguiendo con las imágenes, hablemos de otra contradicción. En la historia nunca han existido tantos países que se denominen democráticos y nunca han estado los valores democráticos tan pisoteados. ¿Nos encontramos también ante una democracia de ficción?
-Sí, y pienso que eso ocurre igual que con la cultura o el arte, a cualquier cosa llaman arte. Hoy en día se aceptan nuevas democracias, no porque cumplan con la Declaración de Derechos Humanos, sino porque han sido designadas por el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Y en ello, EEUU ha adoptado por su cuenta el papel de instaurar democracias allí donde le conviene. Por ejemplo en Irak, con dos palos y un sombrajo ya pretenden que exista una democracia.
-Otra de las cosas con las que juega este capitalismo de ficción es con la felicidad: hacernos alegres y felices como si fuésemos niños. El ocio, la moda, parece que van dirigidos a mentes infantiles, ¿nunca ha estado la sociedad tan puerilizada como ahora?
-Una sociedad que elimina la tragedia de su vida porque le molesta y en cambio apoya el optimismo como un valor para sentirse bien, al final acaba instalándose en un estado de felicidad permanente que corresponde a una mentalidad infantil. No tiene en su mente los graves problemas que asolan al mundo, las contradicciones, etc. A ello también contribuye la cultura, que en vez de ir dirigida a la reflexión profunda, es una cultura de distracción que es lo que a los niños se les ofrece.
-¿A alguien le importa lo que la gente piense, reflexione o critique?
-Ten en cuenta que todo esto se ofrece en relación a una demanda. Los norteamericanos han estado desde la Segunda Guerra Mundial produciendo entretenimiento, que es la cultura número uno en EEUU. No es que ellos hagan una manipulación de la conciencia, y que en ese vacío infundan la distracción, sino que atienden el lado más sensible del individuo para buscar apartarle de los problemas. Esto llevado a los extremos hace que lo más importante en nuestras vidas sea la diversión: divertirse hasta morir.
-¿Y crees que sacar la cabeza de este montaje -que explicas con todo detalle en el libro-, es la necesidad de la gran mayoría?
-No. Creo que una creciente minoría está dándose cuenta de que vivimos esta ficción y quiere sacudirse este mundo de mentiras, falsedades y trivialidad. Y lo quiere hacer porque cree que esto está contribuyendo a arruinar su dignidad como ser humano. ¿Cómo hacer para resolver la situación? Ahí radica el problema. El mundo del otro lado está en manos de un poder hoy por hoy incombatible. Antes cuando estaba el comunismo, había una alternativa y uno incluso lo utilizaba para acentuar las contradicciones del capitalismo y luchar por ello. Pero ahora es una lucha desoladora porque hay manifestaciones contra la guerra, el Prestige, pero luego eso se apaga porque no hay nada que hacer después. No se trata de decir solamente "no", sino de ofrecer alternativas. Otro mundo es posible pero no sabemos cuál. Es necesaria una nueva utopía.
-Dices que "el mundo está pendiente de un proyecto histórico que reúna realmente a los seres humanos".¿Qué valores debería de incluir este proyecto?
-Una de las cosas que ha hecho a la especie progresar es la cooperación. Frente a todo este individualismo, la cooperación aportaría muchos más beneficios desde el punto de vista humano. Ya lo dicen los estudios, somos más felices en relación directa a nuestro grado de relación con los demás. Contacto, diálogo. Valores que antes eran exclusivos de las mujeres como la afectividad, comunicación, se extiendan y formen una red eficaz para sembrar la sensibilidad. Hacen falta otros aspectos que están vivos en la mujer -y ahí no quiero pecar de feminista-. Lamentablemente, el sistema está muy inclinado hacia el beneficio económico, en detrimento de otros valores como la cultura. La sociedad se podría apoyar en otros pilares más dentro del ser humano, que no sean tan superficiales como los que nos ofrecen cada día.
-¿Qué papel juega la cultura como arma?
-Este sistema nos induce a comprar cosas, amueblar la casa, etc. Pero si vas a ver, lo que nos hace ser felices no es amueblar la casa sino amueblarnos nosotros. La cultura no es un asunto ornamental, es un arma, es el alimento a partir del cual uno tiene la sensibilidad más acentuada, alertas más despiertas, capacidad de interpretación y reflexión. La cultura está desprestigiada porque cultura no da más dinero. Llegará un momento donde la sociedad, hastiada de bienes, tomará estos derroteros. En Europa hay personas que aceptan una bajada de salario a cambio de más tiempo libre.
-Mantienes una postura bastante pesimista sobre el tema.
-Si me preguntas cómo veo el futuro inmediato te diría que ese modelo americano está aún en fase de expansión y que la ley del dinero es todavía un modelo imperante con mucho recorrido.
-¿Cómo mira al mundo cada mañana alguien que es consciente de esta ficción?
-Vivimos como ésos de la película de Matrix. Llega un punto en que no sabes que existe otra realidad y vives ésta como si lo fuera, porque las claves para sobrevivir están dentro de ese lenguaje de ficción. Por ejemplo, miras la guerra de Irak y ves que todo fue montado en base a una ficción: ni tienen armas de destrucción masiva, ni eran un peligro terrorista... Todo esto te demuestra que el mundo se está infectando de ficción por todas partes. ?
Otras obras del autor: "El planeta americano", "Días sin fumar" y "Héroes y villanos" de Anagrama, "China Superstar" de Aguilar, "Señoras y señores" de Espasa. Vicente Verdú escribe regularmente en El País.