19 de diciembre del 2003
Releer a Gramsci
Néstor Kohan y Miguel Bologna
Muchos revolucionarios han sido prisioneros a lo largo de la historia. Junto con el largo cautiverio del líder negro Nelson Mandela, la prisión que el régimen fascista de Benito Mussolini impuso a Antonio Gramsci [1891-1937] constituye una de las más célebres en todo el mundo.
Pese a estar protegido por la inmunidad parlamentaria que poseía por ser diputado comunista de Venecia, Gramsci fue detenido el 8 de noviembre de 1926 (tenía 35 años). Durante el juicio que se realizó en Roma en 1928, el fiscal fascista Michele Isgrò fue terminante: "Durante veinte años debemos impedir funcionar a este cerebro". Gramsci fue condenado a 20 años, 4 meses y 5 días de reclusión.
Ni bien cayó preso solicitó que lo dejen escribir, pero el permiso le fue denegado. Lo trasladaron de prisión en prisión a lo largo de Italia. Cada vez que podía incursionaba en las bibliotecas carcelarias. En 1927, por ejemplo, pidió a sus amigos las obras de Maquiavelo.
Recién en enero de 1929, después de dos años y cuatro meses, obtuvo permiso para escribir. El primer cuaderno lo comienza el 8 de febrero de 1929. A esa fecha corresponde su primer plan de redacción. Vuelve sobre este plan en una carta de ese año a su cuñada Tatiana Schucht (quien lo cuidaría durante todo su cautiverio).
Desde 1910 hasta 1926 la producción teórica de Gramsci (mayormente periodística), aunque de largo aliento, respondió mayormente a necesidades políticas coyunturales. Pero cuatro meses después de su detención, el 19 de marzo de 1927, le describió a Tatiana, con una expresión que pertenece a Goethe, su idea de escribir "para la eternidad". Esa carta marca la génesis de una escritura que en los Cuadernos de la cárcel retoma los análisis y las experiencias previas a la prisión pero desarrolla una reflexión política estratégica y de largo plazo sobre la revolución en Occidente, parcialmente independiente y relativamente autónoma de la coyuntura inmediata de la Italia fascista.
A pesar de todas las adversidades, Gramsci contó con una pequeña ventaja. Antes de ser capturado estaba escribiendo acerca de "La cuestión meridional". El problema del sur de Italia, subdesarrollado y periférico, lo obsesionaba. Allí adelantaba gran parte de los temas de los Cuadernos: los intelectuales, la cultura y la ideología, la crítica del marxismo economicista y la ortodoxia determinista, la historia de Italia, el papel de Benedetto Croce (como teórico de la revolución pasiva destinada a neutralizar la influencia del marxismo) y el eje de todos los Cuadernos: la hegemonía. En la prisión comenzó retomando esa reflexión.
Gramsci no escribía cómodo en un gabinete ni disfrutaba de la tranquilidad de una biblioteca. Estaba gravemente enfermo: ¡en 1928 ya había perdido 12 dientes!. En 1931 sufrió su primera crisis aguda y la segunda en 1933. Se iba muriendo lentamente. Vivió cada página avanzada en sus cuadernos como una pequeña victoria arrancada a la violencia que ejercían sobre él sus carceleros.
Sus Cuadernos de la cárcel tienen un carácter esencialmente fragmentario y disperso. Eso explica las razones de la complejidad de su lectura.
Aunque después que fallece su autor los Cuadernos se editaron inicialmente como seis libros unitarios, originariamente estaban inconclusos. Gramsci nunca llegó en vida a terminarlos. Su publicación póstuma estuvo siempre teñida por el interés político de sus editores.
A la muerte de Gramsci, en 1937, Tatiana consigna los manuscritos de la cárcel para Moscú (donde vivía su esposa Julia Schucht, sus dos hijos y donde estaba exiliado Palmiro Togliatti, por entonces jefe del PCI), pero la expedición se pospone un año. Recién llegaron en julio de 1938. Allí un equipo dirigido por Togliatti se ocupó de "revisar" tanto las Cartas desde la cárcel como los Cuadernos (seleccionando ciertos temas, recortando, pegando y armando libros unitarios que Gramsci no alcanzó a escribir). Eran los tiempos de la "ortodoxia" de Stalin... La herejía y la heterodoxia de Gramsci se tornaban sospechosas.
Tras la derrota del fascismo, en 1947, apareció la primera edición italiana de las Cartas. En 1948 comenzaron a editarse en Italia los Cuadernos preparados temáticamente por Togliatti, quien intentó así encauzar la originalidad de Gramsci dentro de los moldes trillados de la ortodoxia stalinista. Aun así, esos cuadernos vieron la luz recién después de diez años, a pesar de que Togliatti los tenía en su poder desde 1938.
Sólo tras la muerte de Stalin (1953) y del XX Congreso del PC soviético (que a partir de 1956 intentó legitimar un stalinismo sin Stalin) surgió en Italia la idea de editar los Cuadernos en el mismo orden cronológico (y no temático) en que Gramsci los concibió. Esa nueva edición crítica se decidió originariamente en 1961 y se publicó en italiano en 1975 en cuatro tomos, gracias al estudioso Valentino Gerratana, recientemente fallecido. [Antonio Gramsci: Quaderni del carcere. Edizione crítica dell'Istituto Gramsci a cura di Valentino Gerratana. Einaudi Editore].
Recién ahora, un cuarto de siglo después, los lectores de lengua española podrán consultar en forma completa la totalidad de los escritos originales de Gramsci tal cual él los escribió en prisión.
Téngase en cuenta que tanto Héctor Pablo Agosti (introductor de Gramsci en Argentina) como José Pancho Aricó (uno de los principales teóricos en los '60 de la nueva izquierda cultural), dos de los principales gramscianos argentinos, bebieron en las fuentes de Toglatti. Lo mismo vale para varias generaciones de universitarios argentinos que incursionaron clandestinamente en sus textos, mientras en nuestras academias se le daba vergonzosamente la espalda. Algo similar ocurrió en México y en Brasil, aunque allí la cerrazón académica fue menor.
El emprendimiento de traducción de la edición crítica había comenzado en México en 1982 (en ese entonces se tradujeron y se publicaron en español solamente cuatro tomos, de una edición planificada en seis) pero nunca se terminó porque la crisis de la izquierda mexicana dejó sin aliento aquel primer intento. Recientemente, gracias a un equipo dirigido e impulsado por la especialista griego-mexicana Dora Kanoussi, la editorial ERA (sello madre desde los '60 de gran parte de la literatura de la nueva izquierda mexicana, incluyendo a los zapatistas), junto con la Universidad Autónoma de Puebla, acaban de publicar la edición crítica completa en seis volúmenes. La traducción pertenece a Ana María Palos y fue revisada por José Luis González.
Esta edición crítica de los Cuadernos reúne en total más de 3.000 páginas. Aunque ese gigantesco material es muy fragmentario, la reflexión de Gramsci jamás es caótica. Esta nueva edición contiene un valiosísimo e imprescindible apéndice final con diversos índices que permiten recorrer y rastrear rápidamente los seis tomos. Para el lector inicial también incluye una breve cronología biográfica.
Cada generación leyó e interrogó a este clásico desde su propio horizonte cultural y a partir de sus propios problemas políticos. Las interpretaciones comunistas ortodoxas de los '50, de la nueva izquierda en los '60, "nacionales y populares" en los '70 y socialdemócratas en los '80 ya quedaron en la historia.
¿Cómo lo leerán e interpretarán las y los jóvenes revolucionarios del siglo XXI?
Referencia: Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci. EDICIÓN CRÍTICA COMPLETA a cargo de Valentino Gerratana. México, Ediciones ERA-Universidad Autónoma de Puebla, 2001. Traducción de Ana María Palos y revisión de José Luis González. Tomo 1: 452 pp; Tomo 2: 514 pp; Tomo 3: 504 pp; Tomo 4: 480 pp.; Tomo 5: 556 pp.; Tomo 6: 610 pp.