29 de octubre del 2003
Presentan en Madrid el libro
Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí de Norman G.
Finkelstein
Jose Daniel Fierro
Rebelión
El libro constituye un análisis minucioso de las diversas fases de
evolución del conflicto entre el pueblo palestino y el Estado de Israel,
explorando tanto los supuestos ideológico-políticos como los objetivos
estratégicos que han animado al movimiento sionista desde sus orígenes.
La obra critica asimismo la nueva historiografía israelí, que
durante los últimos años ha intentado sentar una tercera vía
de análisis históricos de los procesos de construcción
del Estado de Israel y algunos casos de falsificación histórica
que de modo periódico distorsionan la realidad de la ocupación
y la violencia israelí.
El profesor Norman G. Finkelstein, profesor de la City University
de Nueva York y en De Paul University de Chicago, es un observador atípico
del conflicto entre Palestina e Israel. De padres judíos -supervivientes
al gueto de Varsovia y a campos de concentración nazis-, Finkelstein
ha escrito en los últimos años numerosas obras sobre el sionismo.
Y desde esa perspectiva aborda este libro para llegar, paradójicamente,
a conclusiones que habitualmente apuntan los textos de origen árabe.
En el acto de presentación, Finkelstein estuvo acompañado por
el arabista Pedro Martínez Montávez, profesor de la Universidad
Autónoma de Madrid, y Antonio Bercher, Fiscal de Tribunal Supremo.
Para Montávez lo interesante del libro es, precisamente, cómo
desde el punto de vista del sionismo se desarrolla una implacable crítica
a la bibliografía "oficial" de Israel y se derriban los mitos, elaborados
durante años por los medios de propaganda judíos.
Bercher también hizo hincapié en este último aspecto y
alabó la magnifica bibliografía presentada por Finkelstein. Igualmente
analizó, desde el punto de vista jurídico, la normativa legal
del Estado de Israel asegurando que ésta se basaba en "la normativa de
emergencia aplicada por los británicos durante la Segunda Guerra mundial
y que transgrede múltiples normas de ámbito universal". Es por
tanto un Estado que está fundamentado en leyes de excepción, racistas,
excluyentes y vejatorias.
En esa línea también se expresó el profesor Finkelstein
cuando dijo que el objetivo perseguido desde la fundación del Estado
de Israel, era la consecución de un ente racialmente puro y por ello
la existencia de una población originaria árabe sobre el terreno
ocupado ha sido, desde el primer momento, el principal obstáculo del
sionismo.
Desde su implantación, el Estado de Israel sólo ha contemplado
dos posibilidades: la expulsión de la población originaria o la
relegación de la misma como ciudadanos de segunda categoría. Ninguna
de las dos opciones, irracionales e injustas, han sido aceptadas por la sociedad
palestina. En esta línea hay que enmarcar los acuerdos de Oslo y la más
reciente Hoja de Ruta, que no es más que el intento de crear una
especie de bantustán con una autonomía limitada y controlada
en todo momento por el Estado de Israel. Actualmente, tras la guerra y posterior
ocupación de Iraq, Israel y EE.UU. confían en que una vez rota
la resistencia y el apoyo que los países árabes prestaban al pueblo
palestino, éste se doblegue y acabe acatando las condiciones que se le
tratan de imponer.
El hecho de que, desde un primer momento, los palestinos no aceptaran la creación
de un Estado en su propio territorio, no significa que la sociedad árabe
tenga un componente antisemita, como pretenden hacer creer los ideólogos
del sionismo. Por el contrario la resistencia a la ocupación se debe
únicamente a los planes sionistas de expulsión de la población
originaria y a la destrucción de sus infraestructuras, la apropiación
de sus tierras y la eliminación de sus medios de subsistencia.
Para Finkelstein es crucial poner de relieve que el antisemitismo nada tiene
que ver con la legítima lucha de resistencia del pueblo palestino. Es
esta una lucha totalmente comprensible, únicamente provocada por las
políticas impuestas por Israel con el apoyo incondicional de los EE.UU.
El movimiento sionista aprovecha esta lucha para pedir una adhesión incondicional
a su población y poder seguir llevando a cabo una política gansteril,
apropiándose del territorio y las riquezas palestinas. Esgrimiendo el
argumento del antisemitismo, Israel pretende hacerse pasar por la víctima
y ocultar quien es el ocupante y represor, y quien el ocupado y reprimido.