PORQUE LA FUNCION DEBE CONTINUAR
El pasado 10 de enero murió en MENDOZA el prestigioso director de teatro CRISTOBAL ARNOLD, un maestro de la escena que llegó a la provincia hace, aproximadamente, unos cuarenta años para quedarse entre nosotros. Ese caluroso viernes de enero CRISTOBAL no se fue para siempre, se instaló en la memoria colectiva para que no olvidemos la vida de alguien que fue capaz de ser fiel a su propio sueño. Y la memoria, si la sabemos alimentar, es un verbo divino que nos devuelve un pasado vivo, para construir desde el presente un futuro que nos pertenezca.
En este pequeño homenaje a CRISTOBAL la pretensión es simple: reconocer a todos los que de una u otra manera, desde el casi anonimato en la mayoría de los casos, siguen resistiéndose activamente para que la llama de lo mágico aporte su luz, chiquita pero propia. Una pequeña lumbre que nos invita a que nosotros, también, aportemos la nuestra.
PORQUE LA FUNCIÓN DEBE CONTINUAR
Cuando me enteré de que a CRISTOBAL ARNOLD lo iban a velar en el escenario del teatro QUINTANILLA sentí que aparecía la recuperación de un espacio que le pertenecía, que con CRISTOBAL los actores estábamos velando a tanto cuerpo y espacio desaparecido de la escena, que aparecía la dignidad, que podíamos velar y enterrar un ciclo que lejos de morir invitaba a ser reciclado, emulado, un ciclo con memoria, con raíces y alas.
Cuando ingresé al teatro comprobé que las luces, estratégicamente dirigidas, empapaban al escenario y al cajón en el que ARNOLD descansaba rodeado de una comunidad íntima de actores y gente del espectáculo, mientras la música de PIAZZOLLA envolvía el ambiente.
ALFREDO CEVERINO llegó con los pomos de pintura para que todos pudiéramos poner nuestro color con pinceles de mano y emoción; al ratito la guitarra y la voz de FABIANO NAVARRO despidió al maestro de teatro con esa canción que terminó con un silencio largo, pero FABIANO insistió, esta vez con PALORMA, entonces, un aplauso casi tímido invitó a sumarse, y la suma se produjo, cada uno hizo chocar sus manos y ese aplauso se hizo intenso, profundo, casi interminable, y todos sentíamos que CRISTOBAL ARNOLD una vez concluida la escena se iba a levantar del cajón a agradecernos ese alimento tan necesario como el pan para quien puebla las tablas y la magia. La vida estaba de ronda entre nosotros y la muerte –disimulando su emoción- nos recordaba que en el balance era más lo que nos unía que aquello que nos separaba y que, siempre que pudiéramos enterrar a nuestros muertos la vida renacería reciclando su flor efímera, y esta era una de esas oportunidades.
Yo aproveché para velar, entre otros, a mi amiga, la actriz ALBA LOPEZ que murió en NUEVA YORK en el 99, y que en este mismo escenario alguna vez actuó interpretando un personaje de la obra de SARTE: "A PUERTA CERRADA". Entonces sentí, más que pense, que era posible ganar para el mañana apariciones del pasado, un pasado que no ha muerto si lo reavivamos y lo hacemos presente en el futuro que estamos construyendo, un porvenir con ayeres vivos y no mutilados, con la canción intacta, porque como dice RAÚL GONZALEZ TUÑÓN: "...El tiempo humilla y ultraja / todo menos la canción."
LUCIANO ORTEGA
D.N.I: 8.596.208
(Esta nota fue publicada en el diario LOS ANDES –MENDOZA- el día 5 de febrero y leída en el programa GIROS que se emite por RADIO UNIVERSIDAD –MENDOZA- 96.5 FM, el sábado 8 de febrero)