Argentina: Por un nuevo cine de intervención política Una batalla directa contra el imaginario del fascismo
Natalia Vinelli (*)
Resumen Latinoamericano
Las imágenes son herramientas para la lucha y la organización, sostiene el Grupo de Cine Alavío. En esta entrevista, los documentalistas debaten acerca de los usos del cine alternativo, el rol de los realizadores y la necesidad de integrarse a los movimientos sociales y políticos para contar las historias desde adentro.
"Ya que tanto insistís en la participación real de los protagonistas en el armado de nuestras películas, a ver si vos te animás a darnos la entrevista antes de publicarla". Un poco en broma, un poco en serio, ése fue el desafío asumido luego de una larga charla con el Grupo de Cine Alavío. Así que, compañer@ lector, el material que tiene entre sus manos pasó antes por la mirada atenta de Fabián Pierucci y Martín Sabio, dos realizadores argentinos que afirman que "la cámara es un arma más para la lucha", que "no sólo hay que retratar lo lindo sino también las dificultades para organizarnos" y que la clave está "en la apropiación de los materiales por parte de los compañeros para darles el uso que ellos crean necesario". Ese uso al que se refieren es evidente, por ejemplo, en Libertad.
El filme, que retrata la lucha por la libertad de dos presos políticos argentinos, Diego Quintero y Carlos Bertola, nació para funcionar como una herramienta más en la campaña por su liberación. De hecho, fue creciendo a medida que crecían las necesidades políticas y propagandísticas de la campaña. "Se comenzó con siete minutos -explica Pierucci--; después, cuando hicimos la devolución a los familiares y a la comisión de solidaridad, resultó que tenían ganas de contar más cosas. Así fue avanzando hasta llegar a lo que es hoy: una película sobre la exigencia de libertad de los compañeros que incorpora las vivencias de los familiares y el contexto político y social argentino en un momento de inflexión para la lucha".
"¿Se trata de un proceso de crecimiento permanente o, en este punto, la película ya está terminada?", preguntamos. Pierucci, que viene impulsando el Grupo Alavío desde 1994, contesta: "En el caso de Libertad, nosotros quisiéramos que termine con la salida de la cárcel de los compañeros. Pero mientras tanto hay puntos y aparte. El primer punto y aparte es el tema de la resistencia en la cárcel, el segundo es el resultado del juicio". Para Sabio, que participó brevemente en la realización de Libertad y luego en la edición de Crónicas de libertad (un balance de la brutal represión a los piqueteros en el Puente Pueyrredón, que costó la vida de dos compañeros), "se van poniendo diferentes objetivos y en base a eso se hacen algunas variaciones, pero una película siempre tiene un límite: la historia que se quiere contar es una. Ahora, Crónicas..., por ejemplo, se va quedando un poco atrás en el tiempo, porque van pasando muchas cosas". Ese documental intenta dar el debate sobre algunos puntos concretos, que tienen que ver con el 26 de junio y con la evaluación que los compañeros hacen a partir del tema seguridad. Quizás ahí ustedes elegían contar eso, y armar otro material sobre piqueteros sería hacer otra película. Martín Sabio: Sí, claro, otra distinta. Incluso si tomamos El rostro de la dignidad y Crónicas de libertad, ambas sobre los movimientos de desocupados, pareciera que son fragmentos de un gran relato que se puede seguir contando a partir de distintas historias. Fabián Pierucci: Puede ser... A mí me parece que hay un proceso dialéctico entre la realidad y el registro documental: por un lado, las historias que estamos contando son inacabadas, aunque en algún momento estén terminadas para hacer la presentación; por el otro, permanentemente van sucediendo hechos nuevos. Ahora, lo que va sucediendo hace que la mirada de la gente sea distinta. Por ejemplo El rostro..., después del 26 de junio, retoma otra actualidad. Nos pasó que gente que la había visto antes y la volvió a ver después del 26, nos comentó que había visto cosas nuevas. La película era exactamente igual, lo que había cambiado era la mirada a partir de la propia realidad. ¿Los cambios en la mirada cambian los posibles usos de los materiales? FP: Nosotros reivindicamos el uso instrumental de nuestras películas y pensamos que el ideal es que los compañeros se apropien de los materiales para usarlos en el sentido que consideren: sea para trabajar la libertad de los presos o para hacer el balance de un corte de ruta. ¿Cómo se da ese proceso de apropiación por parte de los protagonistas de los filmes? FP: Me parece que para que los compañeros puedan apropiarse hay un requisito, que es que las historias sean contadas desde adentro: si se hace una campaña por la libertad de los presos uno debe sumarse a la lucha de la comisión de solidaridad; si se hace una película sobre la lucha de los movimientos de desocupados, el ideal es formar parte de las organizaciones y contar en acuerdo la historia que se quiere narrar. ¿Qué sucede cuando ese acuerdo no alcanza? FP: Yo creo que cuando no hay acuerdo lo último que termina de saldar es, lamentablemente, la mirada de la realización. Y creo que en ese sentido hay que tener confianza, porque a veces no necesariamente coinciden las expectativas de los protagonistas de la película con la intencionalidad política de la realización. Sí coincidieron con El rostro..., por ejemplo, porque existió la posibilidad de que colectivos muy grandes de compañeros aprobaran en asamblea la realización, y porque en los cortes finales pudieron hacer sugerencias. En ese sentido lo interesante es que uno pueda dialogar permanentemente, en forma metafórica, pensando qué les gustaría a los compañeros que se vea... ¿Eso no es muy paternalista...? FP: No, no es paternalista porque hay un doble proceso de diálogo: en la mesa de montaje y en la mesa de edición no es posible que estemos miles de personas, entonces hay que asumir ciertas premisas que son parte del acuerdo previo, que es explícito. Y aparte hay otro proceso de diálogo que no es metafórico sino que es real que tiene que ver con encontrarnos cara a cara con los compañeros y que después de la proyección de la película se pueda discutir si lo que está retratado refleja y en qué medida la intencionalidad de la lucha. El cineasta (desaparecido durante la última dictadura militar) Raymundo Gleyzer decía en 1973 que en el campo del cine hay un individualismo muy instalado: el realizador puede hacer todo solo, grabar, armar el guión, editar, proyectar... En cambio, el obrero sabe que solo no puede realizar el producto y que por ejemplo para armar un auto hace falta que uno ponga una rueda, otro una puerta, otro el motor. Es decir que conoce el trabajo en equipo porque lo vive todos los días. Ahora, por lo que ustedes dicen pareciera que hay una integración con la experiencia que se quiere contar, pero no pareciera haber una participación real de los protagonistas en el armado de la película. FP: Yo creo que el hecho de compartir con los compañeros los acuerdos políticos, los objetivos de una realización e incluso de a poquito el aprendizaje del lenguaje audiovisual, puede hacer efectiva la posibilidad de que sean los propios compañeros los que cuenten sus historias. MS: Yo también venía pensando en esto... Por ejemplo, se dio mucho en la toma de un edificio que se hizo en el sur del conurbano bonaerense. Si bien al principio fuimos con las cámaras, después comenzamos a sumarnos a las actividades de la toma y a participar de las asambleas. Esta situación hizo que yo fuera sintiendo la necesidad de dejar la cámara de lado para pensar la idea de armar un proyecto donde la misma gente se animara a hacer el registro de las historias que ocurrían a diario y que querían contar. Hubo un intercambio, uno en el lugar de integrarse y ellos en la necesidad de aprender algo más acerca del armado de una película. FP: Yo creo que en verdad uno cumple roles. Lo ideal es cuando son los colectivos los que definen cuál es el rol a cumplir: si estar registrando o si estar realizando cualquier otra tarea que sea necesaria. Ahora, cuando esto excede la decisión de los colectivos termina siendo un problema de conciencia. Quiero decir, durante una represión uno puede estar grabando o puede dejar la cámara de lado y dedicarse a la autodefensa codo a codo con el resto. También hay situaciones, muy complejas, donde uno no deja de registrar pero cumple al mismo tiempo otros roles. MS: Por ejemplo: si se toma un lugar y hay represión, ¿qué se hace? A mí no me da lo mismo ir con una cámara a registrar si se van corriendo o si resisten... Yo no puedo estar filmando como si nada. Es decir, nosotros también somos parte de esas decisiones previas, porque de otro modo seríamos testigos y nada más. Si se hace una toma y se decide resistir el desalojo, a lo mejor a mí no me interesa llevar la cámara sino hacer otra cosa. Entonces no sería un problema de conciencia sino de resolver determinadas tensiones sobre los roles a cumplir, porque es muy importante interponer la cámara entre un palo y la cabeza del compañero y, desde el punto de vista de la denuncia, también lo es registrar el golpe. FP: La decisión de conciencia es que seguramente es más importante la cabeza del compañero que el registro del golpe, sin duda. Si se pueden hacer las dos cosas, mejor. Completamente de acuerdo, pero también pienso que en el caso del asesinato de Darío Santillán y de Maximiliano Kosteki el 26 de junio, el valor de la imagen fue muy fuerte para dar vuelta la campaña reaccionaria de los medios masivos y el gobierno... FP: Pero si vos tenés un compañero que está tirado en el piso, la primera obligación no es registrar sino atender a ese compañero, y si uno se perdió la bala que tiraba la policía es lamentable, pero la primera obligación es atender y cubrir a ese compañero. Si se puede hacer con la cámara mejor, porque también te da como un sentido de poder ante el poder, un sentido de contrapoder con respecto a la represión. Y en la estación de Avellaneda uno agarró la cámara y el otro lo atendió a Maximiliano, así, y le exigimos a la cana que llame una ambulancia e hicimos lo que era debido. En la estación de Avellaneda también había cronistas de los medios del sistema. ¿Cómo fue o cómo es la relación con ellos? MS: Los medios masivos y los medios alternativos se terminaron cruzando en el "campo de batalla". Fijate que en el Puente Pueyrredón, cuando se marchó a cinco meses de los asesinatos, los cronistas de Canal 9 querían hacer notas y los piqueteros no los dejaban, les cantaban consignas y puteaban a Haddad y la verdad es que yo lo disfruté. En la calle se da eso: los medios alternativos estamos de un lado y los del sistema están del otro. FP: Está claro que nosotros somos parte de la constitución de una nueva subjetividad. A partir del registro y de la elaboración de los materiales estamos dando una batalla directa contra el imaginario del fascismo. Estamos trabajando por constituir identidad, por constituir un pensamiento que refleje los intereses y las necesidades específicas de los trabajadores y de los sectores explotados. Por eso nosotros no nos escudamos en una supuesta objetividad ni en que somos trabajadores de la información ni nada por el estilo: al contrario, compartimos el carácter de compañeros con los que están luchando. Por eso tenemos absoluto privilegio en el registro: podemos contar historias que los medios jamás en la puta vida van a contar. Nosotros podemos viajar en un camión con todos los piqueteros y empezar a registrar recién cuando deciden taparse la cara. Existe esa confianza: nosotros nunca vamos a apretar REC antes de que los compañeros se pongan la capucha. En ese sentido la cámara es una herramienta, un arma más como lo es el palo, el miguelito o la capucha. ¿Trabajan en conjunto con los otros medios alternativos? MS: En este tiempo y a nivel de producción, la relación es apenas de intercambio. En la distribución sí, se comparten los espacios y se trabaja más colectivamente. FP: Estoy de acuerdo: la producción de conjunto todavía está en pañales. Seguramente no va a ser posible avanzar igual con todos los grupos, especialmente con aquellos que son órganos de prensa de partidos políticos. Ahí es más difícil porque ellos tienen como intencionalidad bajar su propia línea, cosa que está muy bien pero que no se corresponde con el sentido de nuestras realizaciones. De todas maneras hay un proceso incipiente pero muy interesante con la creación de colectivos como Argentina Arde o ADOC. Me llama la atención esto que decís con respecto a los partidos políticos, porque vos también estás bajando tu línea. Por ejemplo, interviniendo en los debates. FP: No se trata de bajar línea o no. El tema es si lo que se está diciendo responde solamente a una línea partidaria o no. De hecho, sobre el 26 de junio hay tres películas realizadas con los mismos materiales, y cada una tiene bien marcada su postura político ideológica. Entonces compartiendo los mismos materiales tenemos tres miradas diferentes dentro del campo popular. ¿No es esto interesante, ya que permite al espectador elegir? FP: Claro que sí, lo que estoy diciendo es que lo difícil es co-producir un material único. Yo por ejemplo pienso que uno puede meramente informar, hacer hasta apología de lo que cree y reivindico hasta lo panfletario cuando ésa es la necesidad concreta, pero también pienso que como realizadores tenemos la obligación de profundizar en las contradicciones que impiden que la lucha sea cada vez más efectiva. Ese lugar, sin embargo, lo podrías ocupar como lo hace cualquier compañero... FP: Sí, sí, sí, no es una atribución específica del realizador, pero creo que el haber ejercitado la mirada a partir del oficio permite tener observaciones que es obligación aportar al proceso de lucha. Y en este caso me parece muy interesante no solamente la posibilidad de retratar lo lindo sino también las contradicciones, nuestras miserias humanas, nuestras dificultades para organizarnos... Estos temas deben ser prioritarios: la violencia entre la propia clase trabajadora, la violencia de género, el tema del machismo, el tema del patriarcado, el tema del poder político dentro de las propias organizaciones deben empezar a aparecer con más asiduidad en nuestras agendas y en nuestras películas. Yo pienso que decir que no todo es perfecto no afecta a la contundencia de la lucha –afirma con fuerza y luego agrega, para terminar: –Y ya que tanto insistís en la participación real de los protagonistas en el armado de nuestras películas, ¡a ver si vos te animás a darnos la entrevista antes de publicarla!
(*) Entrevista publicada originalmente en Resumen Latinoamericano nro. 64, mayo/junio 2003.
Cine Alavío: alaviodoc@yahoo.com.ar