17 de diciembre de 2002
Entrevista a Silvio Rodríguez
El arma de la crítica
Alejandro Lavquen
Publicada en Punto Final Nº 532 (noviembre 2002)
Perteneciente a la llamada "Nueva Trova", el cantautor cubano Silvio Rodríguez
es uno de los más populares entre el público Latinoamericano.
Y a Chile lo une un sentimiento muy especial desde que visitó nuestro
país, por primera vez, junto a Pablo Milanés, durante el gobierno
de Salvador Allende. Mientras duró la tiranía pinochetista sus
canciones no faltaron en ninguna "Peña" o acto de repudio a la dictadura
de los militares. Legendario es el concierto que ofreció en el Estadio
Nacional el año 1990. Tampoco los chilenos olvidan aquel acto de homenaje
a Ernesto "Che" Guevara en el mismo recinto- donde compartió el escenario
con Patricio Manns, Daniel Viglietti, Ángel Parra, Ismael Serrano y Vicente
Feliú, entre otros destacados trovadores. Comprometido desde siempre
con el proceso revolucionario de Cuba, Silvio Rodríguez ejerce además
el cargo de diputado en el Parlamento de su país. Radicado en La Habana,
desarrolla un intenso trabajo para promover a los nuevos valores de la trova
cubana. Punto Final conversó con él acerca de su compromiso con
la música, la revolución y América Latina.
¿En qué está hoy Silvio Rodríguez en el plano musical?
Tratando de darle continuidad a mi trabajo autoral, sin repetirme.
¿Prepara alguna nueva gira?
No tengo ese proyecto por ahora.
Usted creo un moderno estudio de grabación en La Habana. ¿Cómo
han sido los resultados? ¿Está satisfecho de ellos?
Es cierto que puse un modesto granito de arena en la creación de los
estudios Abdala, sobre todo en cuanto a hacer entender la necesidad de construirlos.
Estos estudios pertenecen y son administrados por una corporación estatal
llamada Cimex y están funcionando muy bien, con muy buenos resultados
artísticos, ya que han creado un sello discográfico (Unicornio)
que ha grabado buena parte de la mejor música que se ha hecho en Cuba
en los últimos años. También muchos artistas extranjeros
han grabado sus discos allí y algunos técnicos de renombre han
prestado sus servicios.
¿De qué manera se insertan hoy los cantautores en un mundo globalizado
y en el que se pretende imponer una cultura hegemónica?
Lógicamente, depende mucho del punto de vista del cantautor. Si es alguien
producto de (o al menos plegado a) la llamada industria del entretenimiento,
se sentirá a sus anchas. Pero cualquier manifestación cultural
que resulte indeseable o "prescindible" para el hegemonismo, deberá luchar
cada vez más por su supervivencia. Cabría preguntarse el espacio
que puede ocupar digamos el folklore, las tradiciones, la cultura como historia
para el llamado show business. Si la cultura acaba siendo reducida a rostros
y cuerpos bonitos que se van relevando para mantenernos entretenidos frente
a las pantallas ¿qué noción de sí mismos tendrán
los pueblos dentro de algunos años?
¿Cuál, según usted, sería el legado fundamental de la
Nueva Trova?
La nueva trova deja un legado (y perdone la perogrullada) trovadoresco, de compromiso
con la poesía y la canción, con la belleza y con la inteligencia.
La nueva trova nace en un país de fuerte tradición trovadoresca
y desde que aparece tiene un manantial donde beber. Ese manantial se convierte
en torrente cuando se junta con sus análogos de sur y norte América
y de Europa. Somos una canción popular enriquecida por los procesos populares
de la segunda mitad del siglo XX y también por el desarrollo cultural.
Es decir, enriquecida por la continuidad del despertar del hombre, por su hambre
de justicia y de saber, por la angustia feliz de profundizar cada vez más
en las preguntas sobre sí mismo y sobre su destino.
¿Considera que todavía es válido el mensaje político
en el canto?
¿Es política una foto en que se ve a una madre con su hijo muerto de
hambre o por falta de medicina en los brazos? Es una foto de la realidad. Entrar
en contacto con la vida, con la verdad de la vida es conflictivo, provoca reacciones.
A esas reacciones le llaman política. No sé si será válido
el mensaje de los políticos profesionales, pero me parece válido
que la obra de arte no se separe del dolor de los seres humanos.
Ha pesar de todos los problemas, Cuba sobresale en el campo de la cultura
y la educación, además del deporte y la medicina. ¿Cómo
ve usted la inserción o la relación- de la cultura cubana con
el mundo, y principalmente con Latinoamérica?
Bueno, hay que empezar por reconocer que el contacto y la identificación
de Latinoamérica y Cuba no se ha podido impedir. Además de los
esfuerzos de ambas partes por reconocerse, a pesar de algunas diferencias, yo
creo que esa identificación es algo natural, porque tenemos los mismos
orígenes y es muy difícil ir contra la naturaleza de los orígenes.
Nuestros países están hechos fundamentalmente de gente de a pie,
de campesinos, de obreros, de estudiantes soñadores. Las amas de casas
son muchas en todas partes y son fragmentos de lo esencial de cada pueblo. ¿Qué
es capaz de desarticular esa lógica, las necesidades, instintos y la
condición similar de tantos seres humanos?
Pasando a otro tema. Como diputado de la Asamblea Nacional usted pronunció
un discurso en defensa de la revolución cubana. ¿Piensa que aún
es posible el socialismo para el resto del mundo?
Defender la Revolución cubana es defender el mejor proyecto y la mejor
realidad social para la mayoría del pueblo cubano, en toda nuestra historia.
También es defender nuestra soberanía como pueblo, responder positivamente
a la alerta que nos hiciera Martí, no sólo por ser cubanos sino
también por ser latinoamericanos. Respecto a que si el socialismo aún
es posible, más bien pienso que no es imposible, aunque tampoco veo porqué
tenga que ser obligatorio en algún país capaz de un sistema equitativo
de repartición de la riqueza. La gran problemática pudiera estar
no sólo en el "ismo" político sino también en el humano,
como el ego "ismo".
Usted afirmó que "la Revolución no era propiedad privada de
nadie" y que votaba por su "Patria Socialista perfectible". ¿Rompen estas afirmaciones
quizá con un modo de ver la revolución como un proceso con el
mínimo de errores?
Esas afirmaciones recogen momentos de mi vida ligados esencialmente al proceso
revolucionario. Siempre he pensado que el no coincidir al pie de la letra con
todos los puntos de vista oficiales no me sitúa automáticamente
en la contrarrevolución. Esta lógica tiene que ver con un error
estratégico que pudiera haber cometido la Revolución: el de permitir
que el enemigo se apropiara de la crítica al proceso. De no haber sido
así, creo que algunas cosas fueran mejor hoy día, entre ellas
que la palabra disentir no perteneciera a los antagonistas de la Revolución.
El mismo Fidel pronunció una vez la iluminación de que "hemos
hecho una Revolución más grande que nosotros mismos", pero a esa
reflexión no le fueron extraídos todos sus significados. Según
vemos en la historia, todos los proyectos sociales cometen errores, pero hay
que tener cuidado en no confundir errores de una revolución con errores
cometidos desde el poder. También se sabe que si uno tiene una verdadera
vocación de justicia es capaz de poner el bienestar general por encima
de sus menudencias personales. Esa es parte de la entrega a veces cotidiana
que exige un proceso social verdadero.
¿Cuál es su impresión política sobre los últimos
acontecimientos en los países latinoamericanos? ¿Piensa que será
posible algún día concretar el sueño bolivariano?
Si Europa, para ser más libre, se ha unido bajo el signo económico,
a pesar de su historia, ¿por qué nosotros no, teniendo los principios
de la unión en nuestra historia libertaria? Puede que antes tengamos
que aprender todavía algunas verdades dolorosas, pero de todos los caminos
ese el más deseable.
¿Cómo está su relación con Chile? ¿Está al tanto
de lo que se está haciendo hoy en el ámbito de los cantautores?
Mi relación con Chile es de buenos recuerdos y de profunda gratitud.
Hace algún tiempo, cuando llevé a Isabel Parra a conocer los estudios
Abdala, le decía que cada vez que entraba allí murmuraba para
mis adentros: "gracias, Chile". Y eso es porque el primer dinero que se usó
para construir los estudios fue lo que nos pagaron por aquel famoso concierto
en el Estadio Nacional, en 1990. Después de aquello, en cada gira que
hice, invitaba conmigo a trovadores de las calles, algunos con un nivel artístico
impresionante. Como hace rato que no voy, ahora me mantengo informado a través
de las páginas de Internet que tienen algunos.
¿Tiene entre sus planes visitar nuestro país en el futuro?
La verdad es que no tengo plan concreto, aunque hay una invitación para
el 2003 que espero poder cumplimentar.
¿Qué mensaje le dejaría a los jóvenes y no tan jóvenes-
de Latinoamérica que siguen escuchando sus canciones?
Explíquenmelo, por favor.