¿Quién es el terrorista?
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Hiroshima y Nagasaki terror de ayer y de hoy
Cándido
Liberación
Ni la suma de todos las acciones terroristas ni
las que son aviesamente calificadas como tales cuando se trata de luchas de
liberación popular contra invasiones u ocupaciones extranjeras ( resistencia en
Irak y del pueblo palestino ocupado por el ejército de Israel) , ni los horrores
de las dos grandes guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX, pueden
compararse al crimen contra la humanidad, que significó la utilización de las
bombas nucleares contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki por parte
de Estados Unidos.
Se cumplen estos días 60 años de aquel horror y nunca como ahora resulta
imprescindible recordarlo porque el mismo imperio que lo puso en práctica
entonces mantiene , junto a una capacidad destructiva que nunca cesó de
aumentar, la misma actitud agresiva hacia la humanidad y el planeta que la
alberga. Con más peligrosidad porque es un imperio en decadencia, (entonces
iniciaba su irresistible ascenso que tuvo su primer gran frenazo con la derrota
de Vietnam) dirigido por un equipo de fanáticos, corruptos que se han
enriquecido con la guerra y la sangre de compatriotas de "tercera clase",
dispuestos a sembrar el terror por doquier antes de su extinción como potencia
imperial. Su peligrosidad y virulencia aumenta en la medida en que otra gran
derrota de consecuencias impredecibles pero igualmente catastrófica, es ya una
realidad indisimulable en Irak, y en que la Unión Europea, carente de líderes y
de un proyecto de humanidad mejor, se debate en sus propias contradicciones y
termina asumiento su papel de vasallo de ese imperio en caída.
A las 8.15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, la superfortaleza
estadounidense Enola Gay consumaba un hito en la más sombría historia de la
humanidad al arrojar la primera bomba atómica sobre Hiroshima y sus 400 000
habitantes. Tres días después una segunda bomba fue dirigida contra la ciudad de
Nagasaki que, protegida por las montañas que la dividen,resultó menos afectada
aunque el número de víctimas mortales fue calculado en 40 000.
Cuando fue cometido este crimen, el Japón como potencia beligerante de la
Segunda Guerra Mundial, estaba prácticamente vencido, el 40% de su territorio
destruido y carecía ya de capacidad ofensiva tanto por tierra como marítima. Su
sueño de gran imperio asiático se había esfumado y sólo aspiraba a una paz en
las condiciones menos humillantes posible. Deseos que el presidente Truman
desoyó deliberadamente porque, tal como ocurrió con la actual guerra contra
Irak, la decisión del ataque nuclear ya había sido adoptada. Es decir no había,
en ese momento ni en un futuro predecible, ningún riesgo para la seguridad de
Estados Unidos, que la justificara. El investigador norteamericano,profesor en
Ciencia Sociales D.F. Fleming, en su libro La Guerra Fría , desmiente las
motivaciones oficiales del gobierno de Harry Truman para justificar el ataque,
es decir "la defensa de vidas americanas" (el mismo argumento fue usado en 1983
por Reagan para invadir Panamá y arrasar la localidad de Los Chorrillos y sus
3000, habitantes) así como el de la venganza por el ataque japonés Pearl Harbor
en 1941.
Hiroshima y Nagasaki fueron reconstruidas, la vida siguió su ritmo y las mujeres
japonesas siguieron durante muchos años pariendo monstruos a consecuencias de
las radiaciones. Pero el imperio siguió incrementando su arsenal atómico, con la
complicidad de los gobiernos de la Unión Europea y los columnistas de las
empresas mediáticas, que ahora se "alarman" y amenazan a Irán porque "podría"
desarrollar alguna bomba nuclear en el marco del programa de desarrollo nuclear
para sus necesidades energéticas. Dentro de diez años, según la CIA. El riesgo
para la Humanidad no es Irán, sino este imperio y sus satélites,gobiernos y
empresas mediáticas, que respaldan y defienden implícitamente el terrorismo
sistemático que es la esencia de la política exterior del imperio.