Heinz Dieterich Steffan
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11 de octubre del 2003
El Lebensraum de Sharon
Heinz Dieterich
Rebelión
La política del gobierno de Ariel Sharon, de convertir la Tierra Santa en un campo de concentración para los palestinos, y el comentario histórico de José Saramago, de que esa política refleja "el espíritu de Auschwitz", obligan a reabrir el debate sobre la acusación, de que el Estado de Israel está cometiendo un nuevo holocausto contra los palestinos.
La comprensión analítica del holocausto judío, que cobró la vida de alrededor de cinco millones de judíos a manos de los nazis, proporciona el paradigma que permite juzgar, si el actual gobierno israelí se hace acreedor del calificativo "fascista" y si está aplicando medidas del holocausto histórico a la población palestina.
En la política de persecución y exterminio nazi de la población judía (holocausto), hay que diferenciar entre tres etapas que se realizaron con objetivos y métodos diferentes: 1. la del movimiento fascista, de 1923 a 1933; 2. la del Estado fascista prebélico, 1933-1939 y, 3. la del Estado fascista en guerra, 1939-1945.
En la primera fase, Adolf Hitler escribe su panfleto de cuatrocientas páginas, Mein Kampf (Mi Lucha), que le da una base ideológica al "Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo" (NSDAP), fundado oficialmente en 1920. Los judíos y el bolchevismo como "ejes del mal" de las desgracias nacionales, la superioridad racista germánica y la necesidad alemana de conquistar otras naciones para disponer de un Lebensraum ('espacio vital') suficiente, son los tanques ideológicos del naciente movimiento nazi que pretenden derrumbar los muros del Estado liberal, para ponerse en su lugar.
No hay nada nuevo en ese programa de dominación. El uso propagandístico de una estructura binaria ideológica ---el mal y el bien, luz y sombra, Dios y el Diablo---, para manipular a la población, es tan antigua como la sociedad de clase misma: los Estados, las iglesias, los partidos políticos, las elites dominantes y los demagogos siempre han utilizado ese arquetipo de pensamiento para imponer sus intereses.
El racismo, a su ves, ha sido siempre la apología más funcional para todo proyecto antiético, desde la justificación griega de la esclavitud y la subyugación terrorista de la población indígena americana, hasta el holocausto judío y los éxitos electorales de Hitler en Alemania, Le Pen en Francia, Joerg Haider en Austria y el "Exterminador" en California.
Este uso político-psicológico-electoral del antisemitismo judío termina con la toma del poder del movimiento nazi en enero de 1933, y su conversión en Estado fascista. De una ideología coadyuvante a la instalación de una dictadura terrorista del gran capital, se amplía hacia un complejo de ideología-legislación estatal, destinada a cumplir con dos funciones principales: a) excluir social y jurídicamente a ese segmento de la población de la protección constitucional, comunitaria y los derechos humanos, para lograr el objetivo principal, b) la apropiación de sus riquezas económicas.
La "arianización" de las propiedades judías, es decir, la incautación de comercios, fábricas, bancos y demás valores productivos de la clase empresarial de descendencia judía, al igual que la marginación de los profesionales judíos de los cargos de administración, actividades médicas y jurídicas, entre otras, liquidó una competencia incómoda para los capitalistas alemanes y permitió el enriquecimiento parasitario del Partido en el poder, de bancos, de "camaradas nazis" bien colocados y de instituciones del Estado.
El crecimiento desmesurado del Estado nazi paralelo, con la NSDAP, las formaciones paramilitares SS y SA, las organizaciones de la juventud hitleriana (HJ), de las mujeres, de los sindicatos intervenidos corporativos, etcétera, exigía edificios, terrenos y fondos líquidos, para financiar la expansión de la red de control y terrorismo de los nazis. La expropiación de los activos judíos, llevada a cabo de múltiples maneras, era el camino más rápido para satisfacer las necesidades económicas del Leviatán y conllevaba a la primera ola de "limpieza étnica" del holocausto.
La exclusión socio-jurídica de la comunidad alemana fue acelerada en 1933 con la legislación que obligaba a la población definida como judía, a llevar una estrella amarilla (estrella de David) en su vestimenta, cuando salía de sus casas. Tal discriminación racista de los judíos había sido inventada por la Iglesia Católica en la Edad Media, cuando, junto con el establecimiento de los ghettos judíos, el Vaticano decretó que la población judía debía llevar un bonete amarillo al salir a la calle.
La tercera fase del holocausto se inicia con las invasiones hitlerianas a Polonia a finales de 1939 y a la Unión Soviética en 1941, que llevan a los primeros desplazamientos forzados de los judíos hacia zonas confinadas y amuralladas urbanas (ghettos) ---donde la gente se muere de hambre, porque no puede trabajar--- y hacia los campos de concentración. Así mismo, los primeros escuadrones de la muerte, llamados "grupos de tarea" (Einsatzgruppen), con tres mil miembros, comenzaron a asesinar sistemáticamente dentro de los territorios conquistados por los nazis, siendo uno de sus blancos principales la población judía.
En enero de 1942, en la Conferencia de Wannsee, los nazis determinan aplicar la "solución final" a la población judía europea, es decir, su exterminación física. Las técnicas de matanza utilizadas anteriormente, como el hambre, las enfermedades y los fusilamientos, no son suficientes para el holocausto, hecho por el cual se planea su aniquilación con la fría lógica y los métodos del capitalismo industrial. Auschwitz, donde millones de personas son gasificadas y cremadas, es el resultado.
La lógica de Auschwitz es la lógica del antiguo colonialismo, puesto en escena con tecnología y procedimientos del industrialismo moderno. Toda persona, incapaz de ser utilizada como trabajador forzoso ---como niños, ancianos, discapacitados y enfermos--- es asesinada en las cámaras de gas, a su llegada. Las demás son rentadas por la SS a precios simbólicos a las empresas transnacionales alemanas, como, por ejemplo, la Siemens y las grandes corporaciones químicas, que instalan enormes fábricas en los confines del campo de concentración de Auschwitz. Los trabajadores que agotan su fuerza en esas fábricas, son enviados a la muerte incineraria del holocausto.
Si se compara el proyecto de dominación nazi y el de dominación sionista, las diferencias son obvias: a) dentro de los territorios controlados por Israel no hay campos de exterminio masivo; b) Israel no practica una política de genocidio, en el sentido estricto de la palabra, y c) el Estado israelí es una democracia burguesa liberal, no un Estado de excepción fascista.
Sin embargo, los elementos concordantes entre ambos proyectos históricos son igualmente evidentes. 1. La esencia de los proyectos de Hitler y Sharon es el expansionismo bélico. El Lebensraum de Hitler era Europa del Este. El Lebensraum de Sharon es Palestina.
2. La apropiación de este "espacio vital" se realiza mediante la "limpieza étnica" de los territorios ocupados por la fuerza militar.
3. Los métodos utilizados por el sionismo para tal fin son, esencialmente, los métodos empleados por las fuerzas de ocupación de Hitler:
a) la destrucción de la base económica de la población indígena, para quitarle su independencia vital y su identidad; b) su confinamiento en grandes ghettos amurallados, de los cuales no pueden salir ni entrar sin permiso de los carceleros; c) el uso sistemático de asesinatos políticos, ejecuciones extrajudiciales, torturas, destrucción y robo de propiedades, castigos colectivos, secuestro de rehenes, confinamientos carcelarias indefinidos y preventivos, guerra psicológica, discriminación racista, destrucción cultural, tratos crueles e indignantes, entre otros.
3. Todas las medidas de la política de Sharon contra la población Palestina son violatorias del derecho internacional.
4. El núcleo ideológico del sionismo que representa Sharon y que es compartido por amplios sectores del Partido Laborista israelí, se fundamenta en la noción del "pueblo elegido" y del Eretz Yisrael (Gran Israel) bíblico. Esos son equivalentes teológicos de los ideologemas de la "raza aria superior" y del Lebensraum de los nazis.
5. De la misma manera, en que las potencias occidentales, excepto los daneses, no hicieron ningún esfuerzo serio para impedir el exterminio histórico de los judíos, la política sionista cuenta hoy día con el apoyo explícito de Washington, de la Unión Europea y de la prensa mundial. Sin ese apoyo, su criminal política en Palestina no sería posible.
Si a la luz de estos antecedentes se denomina la política sionista frente a los palestinos como un nuevo holocausto, depende de la definición que se le da a ese concepto.
De que existen razones para hacerlo, no cabe duda alguna.