Bloque Regional de Poder (BRP): Única salvación nacional y popular posible en América Latina (I)
Heinz Dieterich
Este ensayo sostiene dos tesis: 1. La integración latinoamericanista que promueven los cuatro Jefes de Estado progresistas, no se consumará sin el apoyo decidido de la sociedad civil latinoamericana. 2. A mediano plazo, ningún país latinoamericano podrá convertirse en democracia participativa real fuera del Bloque Regional de Poder (BRP).
En cuanto a la primera tesis es necesario entender que las pocas iniciativas de integración regional que observamos, provienen de los cuatro jefes de Estado progresistas con los cuales cuenta la Patria Grande actualmente: Hugo Chávez, Fidel Castro, Néstor Kirchner y Luiz Inazio "Lula" da Silva.
La intensidad con la cual los cuatro protagonistas latinoamericanos promueven la agenda integracionista varía, como es obvio para cualquier analista latinoamericano. En este sentido, el diferencial de persistencia y compromiso de cada Presidente es, en términos generales, una función de los siguientes parámetros.
1. La adecuada comprensión de la coyuntura histórica latinoamericana dentro del sistema mundial y sus potenciales y límites de evolución. Dos de las características de esta coyuntura destacan: a) se trata de un fenómeno de dimensión regional y, b) su razón de ser es el proceso de configuración de los actores regionales del siglo XXI, a nivel global.
En este sentido, vivimos una época histórica comparable a la de la primera década del siglo XIX en América Latina y Europa: es la época de Simón Bolívar y de Napoleón Bonaparte. La tarea estratégica que se derivó de este carácter de la época era la ruptura del paradigma político-económico dominante: en América Latina, la destrucción del colonialismo español, en Europa la destrucción del feudalismo.
Ambas tareas fueron cumplidos por lo que podríamos llamar, parafraseando al gran Georg W.F. Hegel, los "gerentes del espíritu mundial" o, secularizando el término, los gerentes del espíritu del seculum (siglo), del Zeitgeist.
Hoy día, la tarea estratégica es, nuevamente, de dimensión napoleónica o bolivariana, determinación de la cual se derivan una inferencia evidente y una incógnita trascendental: a) es imposible resolver una tarea hemisférica a nivel nacional y, b) ¿tenemos próceres a la altura de Bolívar o Bonaparte, capaz de comprender el alcance del desafío y de pronunciarlo de tal forma que se convierta en pensamiento hegemónico libertador de los Estados progresistas y movimientos sociales de la Patria Grande?
La respuesta a esta problemática decidirá si América Latina será sorprendida de nuevo por una coyuntura libertadora secular, en condiciones de "orfandad" estratégica, tal como describió El Libertador en la Carta de Jamaica (1815) el contexto genético de la primera independencia, o si, al contrario, triunfará en la coyuntura objetiva de la Segunda Emancipación, que vivimos.
2. Un segundo factor ---en esta fase de reconfiguración del sistema mundial, cuyo desenlace determinará quiénes serán los sujetos y quiénes los objetos en la ecumene del siglo XXI--- consiste en la fuerza relativa de la ilusión nacional desarrollista dentro del pensamiento(software) de los gestores estatales de la integración.
La discusión de la noción desarrollista nacional lleva doscientos años en América Latina; tiene su eclipse empírico en el holocausto de la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1865-70); metamorfosea en el debate socialista hacia la posibilidad de construcción del socialismo en un solo país y después se encarna en el desarrollismo corporativo latinoamericano (Cárdenas, Perón, Vargas) y su reflejo teórico cepalino-keynesiano, de Raúl Prebisch.
Posteriormente se amplía en la discusión de la "modernización" nacional y la teoría de la dependencia; la rigidez de los esquemas respectivos se rompe con el exitoso desarrollo del capitalismo de Estado asiático y el debate se complica con la caída del socialismo realmente existente ---con su interrogante cognoscitiva sobre las propiedades de una economía y sociedad verdaderamente "socialista"--- y la extrema pobreza innovadora del pensamiento económico académico, tanto burgués como de aquellos que se definen de "izquierda", que sofoca la discusión pública sobre las vías de desarrollo posibles.
3. El tercer referente de la intencionalidad y eficiencia integracionista de los protagonistas estatales reside en el peso relativo del bloque de poder presidencial, dentro de la correlación de fuerzas nacionales.
En este sentido, los grados de libertad de acción nacional del Presidente Fidel Castro son muy superiores a los de Lula, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, porque no existe una derecha oligárquica organizada y poderosa dentro de Cuba: ni en la superestructura estatal (parlamento, justicia), ni en los medios de comunicación y tampoco en las organizaciones sociales de masas, tal como sucede en los casos de Venezuela, Argentina y Brasil.
4. La dependencia económica del exterior es otra variable de importancia. Los parámetros de la deuda externa; de la estructura productiva y exportadora; de la competitividad en el mercado mundial; del tamaño absoluto del mercado interno y de los ingresos reales per capita, inciden de manera diferente sobre la autonomía y necesidad de promoción de la integración regional, en los cuatro países.
5. La demografía nacional, la masa y topografía territorial y el poder de las Fuerzas Armadas, son otros factores de importancia, tanto en lo objetivo, como en las concepciones de los líderes.
La principal corriente económica anti-neoliberal en Brasil, por ejemplo, no se basa en la propuesta de la economía de equivalencias de la democracia participativa socialista, sino que representa un desarrollismo nacional, basado en el argumento, de que Brasil es prácticamente un continente y como tal puede desarrollarse sobre su mercado interno.
La capacidad impulsora y praxis integracionista de cada uno de los protagonistas estatales de la integración, debe ser analizada por las fuerzas de la sociedad civil latinoamericana dentro de esos parámetros de referencia, a fin de evitar que se les critique desde escenarios utópicos o demandas irrealizables en las condiciones objetivas que vivimos.
Sólo el conocimiento concreto de esos parámetros y un razonamiento orientado en la lógica de la geometría de vectores nos permitirán eludir el sectarismo en la política integracionista, sectarismo que constituye objetivamente un factor de apoyo para la derecha y el imperialismo estadounidense-europeo.
Al mismo tiempo, tal dispositivo mental nos facilita la detección de los "cuellos de botella" integracionistas de las fuerzas estatales en cada país, presionando en consecuencia en el momento adecuado, con las fuerzas adecuadas y en la dirección adecuada, desde las organizaciones de masas, clases medias e intelectuales, para su superación.
El apoyo de la sociedad civil a las gestiones de los cuatro presidentes es crucial para la estabilidad del "edificio" regional que se pretende levantar. Sólo la conciencia y el apoyo decidido de los movimientos sociales, indígenas, de mujeres, estudiantes, intelectuales, pequeños y medianos empresarios, campesinos y clases medias, a la ampliación, profundización y democratización del MERCOSUR plus Venezuela y Cuba, pueden darle solidez a la obra en construcción.
Sin ese poder desde abajo, los trabajos de los protagonistas estatales desde y dentro de las cuatro superestructuras políticas, correrán el peligro y, probablemente, el mismo destino que el hijo espiritual de Bolívar, matemático y Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, expresó en 1827 con referencia a la República de Bolivia, pero extendible a toda la construcción hemisférica de la vanguardia libertadora.
"Nuestros edificios políticos están construidos sobre arena, por más solidez que pongamos en las paredes, por más adornos que se les hagan, no salvamos el mal de sus bases. Es la mayor desgracia conocerlo y no poderlo remediar (…) Estoy persuadido que el terreno sobre el que trabajamos es fango y arena; que sobre tal base ningún edificio puede subsistir."