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Heinz Dieterich Steffan

27 de septiembre del 2003

Se autodefinen los neofascistas

Heinz Dieterich

En una serie de actividades y pronunciamientos recientes, los protagonistas del nuevo fascismo han dejado huellas de su "ADN" político, que demuestran que detrás del fenotipo de la "derecha modernizada" se esconde el genoma del fascismo de los años treinta.

El 27 de agosto, el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, rehabilitó descaradamente al fundador y Duce (líder) del Fascismo italiano, Benito Mussolini, aseverando en una entrevista que "Mussolini nunca asesinó a nadie. Al máximo mandaba la gente a hacer vacaciones en confinamientos internos" - "Mussolini? Non ha mai ammazzato nessuno. Al massimo mandava la gente a fare vacanza al confino".

Esa es una apología del fascismo tan cínica como la aseveración de los neonazis estadounidenses ---que se autotitulan "revisionistas históricos"--- de que el holocausto de Hitler en Auschwitz es un invento de la "propaganda judía".

Mussolini no sólo sustituyó el Estado de derecho en Italia por el Estado fascista; acabó con las libertades civiles y sindicales; reprimió terroristamente a demócratas y socialistas; participó en la guerra de agresión de Hitler y mantuvo que una nación, "para permanecer sana debe hacer la guerra cada 25 años", sino es el responsable directo de alrededor de un millón de muertos en los territorios invadidos por su régimen en Africa y Líbia.

Un ejemplo de la praxis del benevolente Capo del governo italiano, fue la invasión a Etiopía, que él ordenó en octubre de 1935. Sin declaración de guerra, sin respetar ningún tratado internacional, el Duce lanzó 650,000 militares con dos millones de toneladas de material bélico, contra la indefensa sociedad agraria de Etiopía, con el apoyo de venerables estadistas liberales como Benedetto Croce y Vittorio Emmanuele Orlando, y la tolerancia cómplice de Francia, Gran Bretaña, particularmente Sir Winston Churchill, quien albergaba no pocas simpatías por el Fuehrer italiano, y el Vaticano, que declaró no hallarse en una posición lo suficientemente segura para condenar el uso de gas contra la población de Etiopía.

Las órdenes expresas de Mussolini, mantenidas en secreto ante la opinión pública mundial, autorizaron a las fuerzas invasoras valerse de cualquier medio, incluyendo el empleo de gases tóxicos "a gran escala", la guerra bacteriológica y el bombardeo de hospitales.

Los aviadores italianos habían experimentado con pulverizadores de armas químicas y en Etiopía emplearon el letal gas mostaza a gran escala, contra la población civil y las rudimentarias tropas del Emperador Haile Selassi. Cientos de aldeas fueron incendiadas y sus pobladores ejecutados en el acto. A veces, los prisioneros fueron rociados con petróleo y quemados vivos. Muchos ciudadanos que se entregaron bajo la promesa de ser amnistiados, fueron simplemente fusilados.

Mussolini, el hombre benigno que solo mandaba gente "a fare vacanza al confino", había ordenado literalmente "una política sistemática de terror y exterminio", que incluía la instrucción de ejecutar diez africanos por cada italiano muerto; la orden de aniquilar a la intelectualidad etíope, lo que llevó al exterminio de toda la primera generación de profesores de primaria; la sistemática destrucción de las tradiciones nacionales, incluyendo el dinamitar el mausoleo nacional donde reposaban los héroes nacionales y la matanza de 300 monjes y mil diáconos en el más famoso monasterio del país, cuando se encontraron armas en el recinto.

La segunda autodefinición neofascista viene del gobierno español de José María Aznar y su Partido Popular (PP). El PP y su presidente, que se han negado de forma sistemática y orgánica a condenar el coup dŽetat del Pinochet español, el general golpista Francisco Franco, del 18 de julio de 1936, derrotaron el 10 de septiembre del presente en el Parlamento español una propuesta del Grupo Parlamentario Socialista, en la que se exigía la anulación de los juicios sumarios de la dictadura franquista (1939-75) y la apertura de los archivos respectivos a los investigadores y familiares de las víctimas.

Derrotado militarmente el gobierno constitucional en 1939, por una alianza de militares facinerosos, la iglesia española y los terratenientes; ayudada por las fuerzas militares nazis de Adolf Hitler, los legionarios fascistas de Benito Mussolini, las democracias de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, la dictadura franquista empezó una despiadada caza de demócratas y republicanos.

Después de clasificar en los campos de concentración de prisioneros a los afectos y desafectos al régimen, el procedimiento se extendió a todos los pueblos y ciudades del país. Juntas especiales de militares alzados y colaboradores franquistas sentenciaron a partir de 1940, mediante enjuiciamientos del orden militar sumario a todo aquél que había apoyado o simpatizado con el gobierno democrático constitucional.

Más de 150,000 demócratas fueron ejecutados por los terroristas de Estado de Franco y de la Falange española, y más de 500,000 ciudadanos fueron privados de su libertad. Otros tantos sufrieron la pérdida de sus bienes y múltiples otras vejaciones a la dignidad humana.

A veinte años de la instalación de la "democracia", y en el quinto aniversario de las primeras "elecciones libres" de España, la eliminación sistemática de cientos de miles de ciudadanos democráticos y defensores de la constitución del país, quedará impune por la decisión de Aznar y su partido.

La base ideológica de esta decisión fue expuesta con claridad por el presidente estadounidense Ronald Reagan en los años ochenta. Interpelado por su criminal agresión militar al gobierno constitucional sandinista en Nicaragua, Reagan comenzó a discurrir sobre las "brigadas internacionales de liberación", afirmando que la Brigada Abraham Lincoln de voluntarios estadounidenses que defendieron la República española contra las hordas del franquismo, había estado del "lado equivocado de la historia" - "on the wrong side of history".

El lado correcto de la historia es la matanza en beneficio del poder, desde la invasión europea de 1492 al hemisferio occidental, hasta las torturas y asesinatos del Generalísimo Franco, los intereses españoles en el coup dŽetat contra el Presidente venezolano Hugo Chávez, la participación en la invasión militar a Irak, el rechazo al juzgamiento de los asesinos militares argentinos y la última votación del PP (24.9) en el Parlamento español que rechazó la solicitud de otros partidos, de que el gobierno dejara de financiar con fondos públicos las actividades de la Fundación Franco.

El presidente Ariel Sharon y su partido Likud son otros protagonistas destacados en la nueva falange internacional. Sharon lleva a cabo una guerra de conquista colonial en Palestina como él mismo, en un raro momento de honestidad, confesó en mayo del año en curso: "A ustedes posiblemente no les guste la palabra, pero lo que está sucediendo es una ocupación. Sujetar (holding) 3,5 millones de Palestinos es malo para Israel, los Palestinos y la economía de Israel."

Para "sujetar" a 3,5 millones de palestinos en los territorios ocupados del West Bank y Gaza, y otros 1,3 millones de árabes dentro de Israel, Sharon ha utilizado todo el arsenal del terrorismo de Estado y violado cuanto convenio internacional exista sobre la protección de la población civil en situaciones de guerra, incluyendo la declaración abierta del asesinato político de un Premio Nóbel de la Paz y presidente democráticamente electo, de otro país.

Después de tres años de debates confidenciales en los círculos gobernantes, en los cuales el ministro de Defensa, Shaul Mofaz; el jefe del servicio de seguridad interna Shin Bet, Avi Dichter; el jefe del Estado Mayor israelí, general Moshe Yaalon y el Ministro de Relaciones Exteriores, Silvan Shalom, entre otros, argumentaron a favor de "remover" "el obstáculo a la paz", el presidente palestino Yasir Arafat, el gabinete de seguridad israelí hizo público dicho plan en la primera semana de septiembre.

El asesinato del Presidente es considerado un método "legitimo", aclaró posteriormente el viceprimer ministro israelí Ehud Olmert, en una entrevista radiofónica. La cuestión es de qué manera se acaba con Arafat dijo el ministro. "La expulsión es una opción. El asesinato es otra posibilidad". El problema de si Israel aplica la opción de la eliminación de Arafat "no es un asunto de moral", explicó el íntimo de Sharon y candidato a futuro presidente, "sino de saber si es práctico o no".

A raíz de esa ratificación pública del magnicidio como política de Estado, Siria promovió una iniciativa en el Consejo de Seguridad de la ONU, que demandaba que Israel cesara sus amenazas en contra de Arafat. Previsiblemente, el heraldo de la guerra contra el terrorismo internacional, el gobierno de George Bush, la vetó.

Posteriormente, la moción fue aprobada abrumadoramente por 133 Estados en la Asamblea General de la ONU, con quince abstenciones y cuatro votos en contra. Los votos en contra fueron emitidos por cuatro gigantes de la democracia moderna: Israel, Micronesia, Islas Marshall y Estados Unidos.

La reacción del gobierno de Sharon fue en consonancia con su política colonial y la de sus cinco antecesores, Shamir, Rabin, Peres, Netanyahu y Barak. Es decir, en consonancia con la decisión, de no devolver los territorios ilegalmente ocupados, de no desmantelar los asentamientos ilegales judíos y de no permitir, bajo ningún concepto, el establecimiento de un Estado soberano palestino.

En palabras del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores: "Esa resolución es tan irrelevante como el resto de resoluciones que son aprobadas en ese organismo (la Asamblea General) por mayoría automática".

Por supuesto, żdesde cuando ha sido "relevante" para una potencia colonial o un gobierno fascista lo que piensa la mayoría de la humanidad?