ACCIONES
Por Juan Gelman
Existe en lógica la llamada "reducción al absurdo" y
abundan en la literatura mundial los ejemplos de uso del absurdo para denunciar
hechos graves. Escasean los del absurdo utilizado para ocultarlos. Entre estos
últimos podría sin duda figurar un best-seller francés,
L’effroyable imposture (El engaño espantoso), que Thierry Mayssan ha
cometido sobre los atentados del 11 de septiembre. Afirma, por ejemplo, que
el avión que chocó contra el Pentágono no fue un avión
sino un misil autoinfligido. O que Bush hijo utilizó a su agente Osama
bin Laden para destruir oficinas clandestinas de la CIA en las Torres Gemelas.
Dicho de otra manera, que el autor de los ataques fue el propio "establishment"
estadounidense, algo que hasta el mismísimo Fidel Castro rechazó
de plano. Meyssan aporta como prueba fotografías dudosas y reflexiones
sin fundamento. Sus conclusiones son tan disparatadas que no sólo es
imposible creerlas: además cohíben toda sospecha de que Washington
conociera con antelación esos ataques y resolviera no impedirlos para
justificar luego su política "antiterrorista", esa que encubre
su voracidad petrolera. Los 200.000 compradores del libro —hasta el momento—
comparten la sospecha al parecer.
Hay elementos para alimentarla (véase Página/12 del 23-12-01).
Aparte de los alertas que enviaron a la CIA y al FBI los servicios de Francia,
Alemania y Rusia, y de las declaraciones del director de la CIA admitiendo que
había información que anunciaba los atentados con aviones utilizados
como misiles, "aunque no se supo a tiempo el dónde y el cuándo",
sigue en pie el interrogante acerca de los extraños movimientos bolsísticos
que se produjeron en EE.UU., Japón y algunos países europeos inmediatamente
antes del ataque. Afectaron, entre otras, a las compañías aéreas
cuyas aeronaves emplearon los terroristas: la American Airlines y la United
Airlines. La CBS detalló el 26 de septiembre que entre el 6 y el 9 de
septiembre se negoció en las Bolsas de Valores de Nueva York y Chicago
un número inusualmente elevado de opciones de compra de acciones de esas
empresas, 60 veces mayor que la media habitual en el caso de la primera; en
el de la última fue 90 veces mayor en ese lapso y 285 veces mayor el
día anterior al atentado. Las opciones de compra acaparan paquetes de
acciones a pagar en un plazo determinado al precio que tengan cuando éste
expira y son una apuesta a que su precio bajará. Como bajaron. No hubo
transacciones parecidas respecto de otras compañías de aviación.
"Podría tratarse de la peor, la más horrible, la más
perversa utilización (de esas operaciones) que se haya visto en la vida
—declaró el 20 de septiembre Dylan Ratigan, de la Bloomberg Business
News, a ‘Good Morning Texas’—. Sería una de las coincidencias más
extraordinarias en la historia de la humanidad, si es que fue una coincidencia."
Suponer que los organismos de inteligencia y de seguridad de un país
como Estados Unidos no tuvieron conocimiento de esas transacciones sería
mucho suponer. El 16 de octubre, Fox News dio a conocer que, según un
funcionario del Departamento de Justicia, se había utilizado como siempre
el complejo programa electrónico PROMIS para controlar las operaciones
bancarias y financieras prácticamente en tiempo real. Ernst Welke, director
del poderoso Bundesbank, manifestó a France Presse el 22 de septiembre
que un informe sobre el tema registraba transacciones "raras" antes
de los ataques que, a su juicio, no serían producto de la casualidad:
"No podrían haberse planeado y ejecutado sin algún tipo de
conocimiento", dijo.
No se sabe con certeza cuánto dinero se movió con base en conocimiento
tal: l5 mil millones de dólares en todo el mundo, aseveró Andreas
von Bulow, ex parlamentario hoy responsable de supervisar los servicios del
espionaje alemán (Tagesspiegel, 13-1-02); para otros expertos la suma
asciende a 12 mil millones. Sin embargo, ningún órgano de inteligencia
estadounidense o de otro país ha dado cuenta de la detención de
presuntos involucrados, ni de avance alguno en presuntas investigaciones del
tema. ¿Indicaría esto que, en efecto, hubo "un cierto tipo de conocimiento"
precio a los atentados, al menos en algunos sectores dominantes de EE.UU. que
habrían elegido no detenerlos para ganar dinero y cubrir fines políticos
en vez de impedir la muerte de miles de sus conciudadanos? A saber. Es una idea
insoportable, tan insoportable como los atentados terroristas palestinos contra
civiles israelíes indefensos. Tan insoportable como la visión
de un tanque israelí persiguiendo a dos hermanitos palestinos de 6 y
13 años hasta matarlos en una calle de Jenin. Lo cierto es que la Dirección
de Servicios Financieros de Gran Bretaña descartó en un informe
público emitido el 16 de octubre que el grupo Bin Laden estuviera detrás
de esas transacciones. ¿Entonces quién?