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3 de julio de 2002
Trofeos
Eduardo Galeano
portaldenegocios.cl
A pesar de los terroristas que nacen, con cierta frecuencia, en sus sagradas
arenas, Arabia Saudí es principal bastión de Occidente en Medio
Oriente.
Una monarquía democrática: cada día vende a Estados Unidos
un millón y medio de barriles de petróleo, a precio bajo, y
cada día le compra armas, a precio alto, por 10 millones de dólares.
Una monarquía que ama la libertad: prohíbe los partidos políticos
y los sindicatos, decapita o mutila a sus prisioneros al estilo talibán
y no permite que las mujeres manejen automóviles, ni que viajen sin
permiso del marido o del papá.
Desde mayo de 2000, Arabia Saudí es miembro de la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
2. Este reconocimiento internacional a los méritos de Arabia Saudí,
que tanto hace por los derechos humanos de sus 5 mil príncipes, me
anima a proponer otras recompensas.
Bien se podría, por ejemplo, otorgar la Copa Mundial de la Democracia
Representativa a la empresa petrolera Unocal, de Estados Unidos. Antes de
conseguir empleo como presidente de Afganistán, el elegante Hamid Karzai
trabajaba para la empresa, y otro tanto hacía Zalmay Khalilzad, que
ahora es delegado del gobierno de Washington en Kabul. La lluvia de misiles
que barrió a la tiranía de los talibanes ha despejado el camino
a la democracia representativa de los representantes de Unocal, que ya están
empezando a concretar su viejo proyecto: el gasoducto que permitirá
la salida hacia Occidente del gas del mar Caspio, a través de territorio
afgano.
3. Numerosos candidatos tendría, un suponer, el galardón latinoamericano
a las Manos Limpias.
Un final cabeza a cabeza: muchos son los gobernantes que han cobrado caro
los servicios prestados a sus países, en estos últimos años
de la gran rifa de las privatizaciones.
A Raúl Salinas, hermano del que fue presidente de México, lo
llamaban "señor Quince por Ciento". Carlos Menem creó una Secretaría
de Asuntos Especiales, para hacer efectivas sus comisiones. El hijo del presidente
ecuatoriano Abdalá Bucaram hizo una fiesta para celebrar su primer
millón. Con lo que se encontró en una de las cuentas de Vladimiro
Montesinos, brazo derecho del presidente peruano Fujimori, se podía
haber construido 500 escuelas.
Mientras fue alcalde de Managua y presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán,
que vale su peso en oro, aumentó su fortuna de 26 mil dólares
a 250 millones, según denunció su embajador ante la Unión
Europea, que bien le conoce los negocios. ¿Sería para llegar a esto
que Ronald Reagan desangró en larga guerra a uno de los países
más pobres del mundo?
4. También me atrevo a sugerir que se distinga a la empresa Daimler-Chrysler
con el trofeo a la Responsabilidad Social.
El año pasado, en el Foro de Davos, que es algo así como el
Foro de Porto Alegre al revés, un directivo de Daimler-Chrysler pronunció
el discurso más aplaudido. Jürgen Shrempp emocionó a la
concurrencia exhortando a asumir "la responsabilidad social de las empresas
en el mundo de hoy". De hoy, dijo. Al día siguiente, su empresa echó
a 26 mil trabajadores.
5. En tren de seguir con las felicitaciones, creo que George W. Bush merece
un Premio a la Honestidad Involuntaria.
Como se sabe, el presidente de la humanidad tiene algunos problemas con la
boca. A pesar de los consejos de su mamá, a veces se olvida de masticar
antes de tragar, y se atraganta con algún pretzel marca Enron. Y a
menudo se enreda con las palabras que dice, y entonces dice lo que de veras
piensa.
Sus dificultades de expresión actúan al servicio de la verdad.
El 2 de marzo del año pasado, por poner un ejemplo, Bush declaró:
"Quiero comunicar este equívoco mensaje al mundo: hay que abrir los
mercados".
Equívoco mensaje, como bien dijo. En Estados Unidos, mercado cerrado,
se han multiplicado por siete los subsidios agrícolas en los últimos
cinco años. Y mientras tanto, en los países del sur del mundo,
mercados abiertos, millones y millones de campesinos han sido condenados a
vivir como el caracol, que puede pasarse un año sin comer.
6. El premio a la Impunidad del Poder tendría que ir a manos de la
revista Newsweek.
Un par de meses después de la caída de las Torres, la revista
ha publicado un artículo de su periodista estrella, Jonathan Alter,
que sin pelos en la lengua recomienda la tortura. El periodista hace méritos
desarrollando las ideas del presidente Bush, que en sus discursos había
advertido: desde ahora, vale todo. Según el artículo, la tortura
es el método más adecuado para hacer frente al enemigo en los
tiempos que vienen.
El periodista no lo dice, porque eso no se dice, pero la guerra contra Satán
y la guerra contra el terrorismo no tienen nada de nuevo como coartadas para
ejercer el terror de Estado. Desde los verdugos de la Inquisición hasta
los militares que aprendieron a torturar en la Escuela de las Américas,
se sabe que la tortura no es muy eficaz para arrancar información,
pero es eficacísima para sembrar el miedo.
7. El premio al Dinamismo de la Economía tendría que ser atribuido,
me parece, a la industria del miedo.
Ahora que se privatiza todo, también se privatiza el orden. La delincuencia
crece y asusta. En el Brasil, por ejemplo, las empresas privadas de seguridad
constituyen un ejército cinco veces más numeroso que las fuerzas
armadas. Sumando los empleados legales y los ilegales, llegan al millón
y medio.
Este es el sector más dinámico de la economía en el país
más injusto del mundo. Una implacable cadena productiva: el Brasil
produce injusticia que produce violencia que produce miedo que produce trabajo.
8. Habría que colgar la Medalla al Mérito Militar en el pecho
del jubilado Norberto Roglich.
Ocurrió en la Argentina, a principios de este año. En plena
guerra contra la gente, los bancos habían confiscado los ahorros. Roglich,
jubilado, enfermo, desesperado, se lanzó al asalto de una fortaleza
financiera. En el puño, apretaba una granada:
-O me dan mi plata o volamos todos.
La granada era de juguete, pero le devolvieron su dinero.
Después marchó preso. El fiscal pidió de ocho a 16 años
de cárcel: para él, no para el banco.
9. Para mí, no hay duda. El trofeo de Ciencias Sociales debe ir a manos
de Catalina Alvarez-Insúa. Ella ha definido la pobreza mejor que nadie:
-Pobres son los que tienen la puerta cerrada.
Si se aplicara su criterio, habría que corregir los cálculos:
los pobres del mundo son muchos más que los que las estadísticas
confiesan.
Catalina tiene tres años de edad. La mejor edad para asomarse al mundo,
y ver.