Eduardo Galeano
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31 de marzo de 2003
Receta del asado
Eduardo Galeano
La Jornada
EN LA CUMBRE del cerro de Montevideo, el escribano Nelson Rodríguez escuchó la voz del Cielo, y de sus dichos dio fe. Y así fueron dictados los mandamientos del buen parrillero: .
No usarás leña de los árboles altos, ni de los petizos. Tampoco es digna del fuego la leña de los árboles medianos, que da asados mediocres. .
No aceptarás carne del costado derecho, que es dura, trabajosa para el diente, porque sabido es que del lado derecho duermen todos los bichos que van a parar al asador. .
No darás vuelta a ningún trozo de carne, antes de que haya derramado noventa y nueve gotas de grasa sobre las brasas ardientes. .
No dejarás tu cuchillo al alcance de nadie, porque con los envidiosos nunca se sabe. .
No permitirás que tus invitados anden deambulando por ahí. Los ubicarás al modo de las plateas de los teatros, ante el escenario del fogón, para que ellos aplaudan tu obra paso a paso. .
No usarás sal, que cualquiera la compra. La carne a la lágrima es el más alto deleite. Con lágrimas de emoción regarás la carne del animal asado. .
Y con abundante vino tinto regarás tu carne de maestro asador, mientras se va cumpliendo la noble faena